Preocupado. Francisco Javier Moreno Castillo, del Consejo de Federaciones Mexicanas en Norteamérica.
"¡A ver hijo de la chingada!, ¿cómo te quieres morir?", demandó la voz chillona que se volvía más agresiva y rozaba los oídos de Valentín, quien se encontraba encorvado y de rodillas.
"¡Te estoy preguntando cabrón!, bueno, hay de dos: buche cortado o pistola", preguntó y se respondió a secas. El hombre flacucho de piel color cobre, de unos 30 años de edad, empuñaba una ametralladora.
A veces se colocaba detrás de Valentín y le pasaba delicadamente por la espalda la boca del cañón; otras con cara de maldito, se le paraba de frente y lo hacía mirar: le gustaba levantar el dedo índice, llevárselo a la boca y lamerlo.
Después, hacía círculos en la cabeza de Valentín y le decía: "aquí te voy a disparar; ¡no mejor acá!", y a otros 20 hombres -incluido un policía municipal- les entraba una risa larga, al ver que se le llenaba toda la cabeza de baba y lo atormentaban con un "de tin marín...".
A Valentín, un michoacano cincuentón, lo secuestraron 20 minutos después de entrar a su ciudad natal: Coalcomán, un pequeño municipio al sur-oeste de Tierra Caliente, con apenas 15 mil habitantes.
"Yo me fui en 1982 a Estados Unidos y me dediqué a los trailers. Regresé a ver a mis padres", recuerda.
El calor y la mirada resbaladiza de dos hombres a bordo de una patrulla de la Policía Municipal lo hicieron sentirse nervioso. Después entendería lo que pasaba: empezaba su secuestró ordenado por "Los Caballeros Templarios".
"Cuando me bajé del carro a saludar a un amigo, un par de jóvenes se me acercaron, amablemente y me invitaron a platicar con el patrón", Valentín respondió con un rotundo no.
Les explicó que no tenía ningún negocio, que sólo venía a visitar a la familia y que la camioneta negra en la que se transportaba, una Explorer, se la prestaron en Colima. "Pero al medio kilómetro de andar en el carro me interceptaron más de 20 hombres con rifles".
"¡Bájate, bájate cabrón! ¡Ya nos dijeron que eres gente de los otros!", le gritaban los hombres. Valentín, quien vivía en Los Ángeles, California, desde hacía más de tres décadas, era acusado por "Los Templarios".
A mentadas de madre, cachazos y patadas le arrancaron la camiseta, para enrollársela alrededor de la cabeza. "Ya no recuerdo ni en qué pensé, creo más me encomendé a Dios".
A Valentín no lo mataron porque alguien llamó durante su secuestro para aclarar la confusión, sólo era un paisano que venía a pasar unos días con sus padres. Ahora es uno más, de los que no pasarán este año festividades con sus familiares en México.
VALIENTES, LOS QUE VIAJAN A MÉXICO
Francisco fue un migrante que llegó hace décadas a Los Ángeles desde Los Reyes, Michoacán. Ahora preside el Consejo de Federaciones Mexicanas (Cofem), la organización más grande de migrantes en Estados Unidos, representando a más de 300 clubes de oriundos.
"La situación este año es grave", dice sin rodeos: el 11 de diciembre murió un amigo cercano, "y sus hermanos no asistieron al entierro en Michoacán, por miedo a ser secuestrados".
La oficina de la Cofem se localiza en la Plaza Olvera, lugar icónico de la comunidad mexicana en Estados Unidos. Puestos de comida mexicana, artesanías, camisas bordadas y una misión recrean una plaza típica de México.
Francisco advierte que la comunidad de méxico-americanos está asustada, "incluso yo viajaba y últimamente no se nos antoja, porque no sabemos qué pueda pasar en el camino. Quién es policía Federal, si son de verdad o no".
De acuerdo con los últimos reportes que ha documentado la Cofem durante este año, algunos paisanos denunciaron que circulaban sobre las carreteras de México y de pronto fueron detenidos en un retén en el que había hombres encapuchados "y les dan ataques de pánico, porque desconocen si es gente del crimen que usan uniformes". Así fueron asaltados méxico-americanos en Nayarit y Michoacán.
"Yo les llamo 'valientes' a quienes se afrontan a salir con su familia a México; una gran cantidad está viajando en avión, si no es así, prácticamente no lo están haciendo".
Desde Estados Unidos la percepción es que en México se está viviendo un recrudecimiento de la violencia: falta de seguridad en carreteras, un Estado de Derecho fallido, la impunidad en Ayotzinapa y la inacción del gobierno federal en las entidades federativas.
"No sabemos dónde nos puede tocar, y a las autoridades nos les preocupa el turismo migrante, sólo el extranjero; cuando nosotros somos los que vamos a visitar a nuestros familiares, nuestras tumbas", lamenta el presidente del Consejo de Federaciones Mexicanas.
Miles de mexicanos radicados en Estados Unidos lo que piensas es: "¿voy?, mi mamá está enferma, pero tengo miedo de viajar a México". "Es difícil estar lejos, pero es más difícil no poder ir por miedo".
SOMOS LOS QUE TENEMOS DINERO
Los hijos de los sinaloenses que nacieron en Estados Unidos fueron a la universidad, pero les gusta el tequila y la banda. Son fanáticos del futbol y son seguidores acérrimos de las Chivas y el América. Porque se sienten más mexicanos que aquellos que crecieron en México.
Aún así el gobierno mexicano los sigue viendo como migrantes pobres, por eso no les interesa su seguridad para viajar, a pesar de que su visita al país dejará una derrama económica mayor a la que dejaría un turista europeo.
José Ángel Barajas, de Mazatlán, Sinaloa, es un hombre de hablar tosco, quien a pesar de sus tres décadas en Estados Unidos no ha perdido ese acento ranchero. Abogado de profesión, preside la Fraternidad de Sinaloenses en California, es un hombre influyente: viste de traje y combina su corbata con sus zapatos azul turquesa. En las paredes de su oficina cuelgan fotos de él con Hillary Clinton, gobernadores de Sinaloa, cantantes de banda y actrices, como Jenifer López.
"El problema es que no les interesa el turismo migrante, recuerden que nosotros como mexicanos en este país mandamos dinero y nosotros como exportadores de remesas somos los número uno. Es una lástima que el gobierno nunca nos tome en cuenta, ya que somos la gente que aporta mucho dinero a la economía mexicana".
Dice que la única petición es que les provean seguridad, porque en el último mes recibió un reporte de autoridades del programa Paisano, donde 37 connacionales fueron maltratados o extorsionados por gente que se viste de policías; además de 11 sanciones a funcionarios públicos que participaron en actos de corrupción en el tramo carretero entre Sonora y Sinaloa.
"La voz para que no vayan se está corriendo", advierte Barajas y los pocos mexicanos que se aventuran a México empiezan a armarse para atravesar las carreteras y luego las dejan con sus familiares en Michoacán o Guerrero.
CLIMA DE INSEGURIDAD SEPARA FAMILIAS
¿Cuántas veces se para a cargar gasolina un paisano cuando va a México? ¿Cuántas veces se para a comer en el trayecto? ¿En cuántos hoteles se hospeda hasta que llega a su destino?
Esas son las preguntas que se hace Abel García, originario de Tlaxcala, y que desde hace más de tres décadas vive en Los Ángeles. "La economía en México bajará mucho, porque los mexicanos que viven en Estados Unidos no quieren ir; imagínese la pérdida".
Según el portal de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, un tlaxcalteca viajaría 28 horas desde Tijuana; gastaría en casetas 2 mil 961 pesos y de combustible 4 mil 231 pesos, de ida. Lo mismo al regreso.
Narra que las extorsiones y la inseguridad en México empiezan en el norte. Explica que un compañero iba a pasar los festejos con su familia a Tlaxcala. En cuanto cruzó la línea fronteriza por Tijuana fue despojado del carro en el que se transportaba y otro que iba jalando; lo golpearon y le quitaron todo.
"Por eso si a mí me preguntan: '¿Recomienda que vayamos a México?' Yo digo: No, no podemos mentirles como organizaciones, sería una grosería, porque es difícil quedarse callado ante una situación que estamos viendo".
Lo más delicado, comenta Abel, es que empieza a generarse una separación familiar, entre los mexicanos que viven en Estados Unidos. "¿Usted cree que van a ir a meterse a México con todo lo que está pasando?".
Cita como ejemplo del problema a su organización: en Los Ángeles viven 13 mil tlaxcaltecas, hasta hace un par de años al menos 80% viajaba por carretera a México en su carrito nuevo y lleno de chácharas para sus familiares.
Asegura que en estas festividades, 99% no fue a Tlaxcala, y los pocos que lo hicieron viajaron por avión.
Abel, de Tlaxcala, y José Barajas, de Sinaloa, coinciden en que los paisanos que viajan por carretera cambiaron su dinámica: ahora buscan cruzar hacia México a través de los puertos de cruce internacional más cercanos a sus estados de destino, como Ciudad Juárez y Nuevo Laredo.
MILLONES
De paisanos regresan al país para Navidad.