El gobernador de Chihuahua, General Francisco Villa. Diciembre de 1913.
El próximo mes de marzo, la Comarca Lagunera estará conmemorando el primer Centenario de la Toma de La Laguna, realizada por la División del Norte, bajo el mando del general Francisco Villa, que culminó con su entrada triunfal a la ciudad de Torreón en el mes de abril, constituyendo una etapa decisiva de la Revolución Mexicana, que significaba el preludio del triunfo revolucionario que terminó por expulsar del poder al chacal Victoriano Huerta, usurpador y asesino del presidente Francisco I. Madero y de José María Pino Suárez, su vicepresidente. La importancia que revisten los acontecimientos suscitados en nuestra región, fueron decisivos para cambiar el destino de nuestro país. Además, las batallas realizadas en esta etapa, representan verdaderas epopeyas bélicas, donde no sólo se jugaban territorios y poder, sino también auténticos juegos de estrategia, donde la inteligencia, el honor y la valentía, marcaron la diferencia entre el triunfo y la derrota.
Por la importancia de estas proezas militares y por el papel que desempeñaron en la historia nacional, esta Crónica Gomezpalatina, estará participando, seguramente junto a muchos otros amantes de nuestra historia, en la difusión de estos sucesos, para resaltar, con motivo del Centenario de esta gesta revolucionaria, la sucesión de hechos históricos, como las tomas de Lerdo, Tlahualilo, Lerdo, Bermejillo, Sacramento (hoy Gregorio García) y Gómez Palacio, donde se suscitó la grandiosa Batalla del Cerro de la Pila, que fue el preámbulo para lograr la Toma de Torreón, y poder avanzar sobre Zacatecas.
Recordando los hechos que antecedieron a la segunda toma de La Laguna en 1914, por parte de las tropas de la División del Norte, dirigidas por el General Francisco Villa, comentaremos que la región estaba inquieta, de hecho, no había podido conocer la tranquilidad desde 1910, a consecuencia de los inicios de la Revolución Maderista, que llevaron a la primera Toma de Torreón, el 15 de mayo de 1911, dándole posesión como primer presidente revolucionario de Torreón, al profesor Manuel N. Oviedo. Meses después, con la llegada de Francisco I. Madero a la Presidencia de la República, en diciembre de ese año, llegaron también un sinfín de dificultades que provocaron diferencias irreconciliables entre los líderes del movimiento original. Por el sur, Emiliano Zapata, enarbolando la bandera de "Tierra y Libertad", y en el norte, Pascual Orozco con su Plan de la Empacadora, quienes apoyados por personajes como Benjamín Argumedo, hundieron al país en una guerra fratricida, que a la postre, acabó con la vida del "Mártir de la Democracia", a manos de Huerta, el usurpador.
La etapa de la Revolución Constitucionalista encabezada por Venustiano Carranza Garza, quien con su Plan de Guadalupe, logró agrupar a todas las fuerzas políticas inconformes con la felonía cometida contra el presidente Madero, llevó el proceso hasta la formación de la histórica División del Norte en la Hacienda de la Loma, Durango, el 29 de septiembre de 1913, asestando a las fuerzas huertistas demoledoras derrotas que culminaron con la segunda Toma de Torreón, pero ahora por las tropas villistas de la División del Norte del Ejército Constitucionalista, quienes ingresaron triunfantes el día 1º de octubre de ese año. Con esta batalla, el General Villa, queda encumbrado en la más alta consideración militar de ese momento, no sólo como estratega, sino además como líder nato indiscutible de las fuerzas revolucionarias en el país.
Para proseguir con su lucha, el General Francisco Villa, abandona la región Lagunera, dejando al mando al aguerrido general de Cuencamé, Calixto Contreras Hernández, y se dirige al norte a buscar la conquista total del estado de Chihuahua, a cuya capital ataca, sin tener éxito, del 5 al 8 de noviembre, por lo que se dirige más al norte, encabezando, a partir del 23 de noviembre, la Batalla de Tierra Blanca, donde obtiene el triunfo rotundo que le permitió tomar el control de Ciudad Juárez, para después entrar con relativa facilidad a la ciudad de Chihuahua, de donde huyeron los federales encabezados por el general Salvador Mercado, quienes se dirigieron hacia Ojinaga, con la esperanza de encontrar apoyo del gobierno americano.
Al ingresar a Chihuahua, de acuerdo con lo estipulado por el Plan de Guadalupe, el General Francisco Villa se convirtió en Gobernador Provisional del Estado a partir del 8 de diciembre de 1913, permaneciendo en el cargo un mes escaso. Sin embargo, en ese corto tiempo, impulsó grandes transformaciones, como la creación del Banco del Estado de Chihuahua, con el fin de apoyar una reforma agraria en esa entidad que otorgara créditos a los campesinos, rancheros y pequeños empresarios, otorgándoles muchas facilidades. También emitió el Decreto de Confiscación de Bienes a los Enemigos de la Revolución, colocando bajo custodia del Banco del Estado todos los capitales incautados, con el objetivo de que fuera destinada una parte para las viudas y huérfanos de la Revolución. También impuso la Ley seca para mantener el orden, y decretó penas severas contra los saqueadores. Durante las cuatro semanas que duró en la gubernatura, expulsó del estado a los españoles que habían colaborado con el gobierno de Huerta, entre otras acciones que acabaron con el enorme poder que poseían 17 familias en todo el estado. El 8 de enero, Francisco Villa deja el cargo de gobernador en manos de Manuel Chao Rovira, para luego coordinar la Batalla de Ojinaga, donde se refugiaban los federales, a quienes derrotaron el día 10 de ese mismo mes, con lo que se logra el control total del territorio chihuahuense.
Cuando el General Villa tomaba posesión el 8 de diciembre de 1913 de la gubernatura de ese estado, al día siguiente, el general huertista Refugio Velasco, al mando de diez mil soldados federales, reconquistaba la plaza de Torreón y de la región, y debido a la superioridad numérica de su ejército, provocó que los villistas se replegaran, abandonando la Comarca Lagunera.
Al tener el dominio de todo el estado norteño, el General Francisco Villa volvió rápidamente a poner en la mira la recuperación de La Laguna, utilizando aquella entidad como gran retaguardia, por lo que se dedica a formular estrategias para que llegado el momento se inicien los históricos combates entre dos fuerzas colosales, integradas por diez mil soldados cada una y dirigidas por los dos más acreditados estrategas militares de ese tiempo: Francisco Villa y J. Refugio Velasco. Se avecinaba el tiempo de las más cruentas batallas registradas en los anales de la historia militar nacional… continuará.