El trastorno bipolar (TB) es una condición psiquiátrica crónica que presenta frecuencia, asociación con otros trastornos y mortalidades significativas. La detección temprana y el manejo apropiado pueden disminuir su impacto, pero, en la práctica sólo 20 % de los pacientes con TB recibe un diagnóstico oportuno, y en 35 % de los pacientes el retraso entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico correcto es de cerca de 10 años. Además, más del 60 % de los pacientes recibe de tres a cuatro diagnósticos incorrectos antes de alcanzar un diagnóstico adecuado. Las consecuencias de esto y el manejo inapropiado con antidepresivos incluyen un curso clínico en deterioro, mayor riesgo de ciclos rápidos (4 o más episodios por año), suicidio, alcoholismo, abuso de sustancias, infecciones de transmisión sexual y actividad criminal, así como mayores costos de atención.
El TB se caracteriza por la presencia de episodios llamados maníacos y/o hipomaníacos con cuadros depresivos. Durante varias décadas estos trastornos permanecieron incluidos en los trastornos del ánimo, pero recientemente se les asigna un apartado especial en las clasificaciones debido a sus diferencias genéticas y de respuesta al tratamiento con respecto a los trastornos depresivos unipolares.
Un episodio maníaco, en el trastorno bipolar, es un período bien definido de estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable con aumento de la actividad y la energía dirigida a un objetivo. Esta situación dura como mínimo una semana y está presente la mayor parte del día, casi todos los días. Esto se acompaña de tres, o más, de los siguientes síntomas, que representan un cambio notorio en el comportamiento habitual: Aumento de la autoestima o sentimiento de grandeza, disminución de la necesidad de dormir. Por ejemplo, se siente descansado después de sólo tres horas de sueño, es más hablador de lo habitual o presiona para mantener una conversación, experiencia subjetiva de que los pensamientos van a gran velocidad o "fuga de ideas", facilidad de distracción (la atención cambia fácilmente a estímulos externos poco importantes o irrelevantes, según se informa o se observa, aumento de la actividad dirigida a un objetivo, ya sea social, de trabajo, escuela o sexual. Puede presentar también agitación psicomotora, es decir, actividad sin ningún propósito no dirigida a un objetivo. Participación excesiva en actividades con muchas posibilidades de consecuencias dolorosas. Por ejemplo, dedicarse de forma desenfrenada a compras, juergas, indiscreciones sexuales o inversiones imprudentes de dinero. Todo lo anterior afecta lo suficiente para provocar deterioro importante en la función social o laboral o requerir hospitalización para evitar el daño a sí mismo o por presentar características psicóticas; una pérdida del contacto con la realidad que se manifiesta por la presencia de alucinaciones o ideas delirantes.
Las características del episodio hipomaníaco son similares, pero en éste no son lo suficientemente graves como para causar deterioro o mal funcionamiento lo que dificulta más aún el detectarlo. El tratamiento actual del trastorno bipolar se basa en el empleo juicioso y sistemático de medicamentos estabilizadores del ánimo con apoyo psicológico al normalizarse éste.
*Siquiatra. Profesor de Siquiatría de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será de la Dra. Rosa María Núñez Adame, Oftalmóloga