En heroica respuesta a la provocación del enemigo, mal comidos y mal armados los soldados mexicanos de la brigada Canales, se impusieron en una fiera lucha a los altaneros dragones del Ejército de Estados Unidos, que habían invadido nuestro territorio en persecución del general Francisco Villa, y los obligaron a rendirse, abandonando en el campo de batalla a sus muertos y heridos, caballos, armas y municiones, la mañana del 21 de junio de 1916 en "El Carrizal", Chihuahua.
Con un elevado sentimiento de lealtad a la patria, impulsados por un valor excepcional y una sólida dignidad, los guerreros nacionales al mando del joven general brigadier coahuilense Félix Uresti Gómez contuvieron exitosamente una expedición militar intervencionista cuyo general en jefe hizo caso omiso de la prohibición emitida por el presidente Venustiano Carranza de no avanzar.
El capitán Charles T. Boyd, recibió órdenes imperiosas del general Pershing para que continuara su marcha hacia Villa Ahumada, Chihuahua, lugar donde según los invasores norteamericanos se ocultaba Francisco Villa, a quien trataban de capturar luego de su vengativo ataque a Columbus, EU.
En "El Carrizal", se encontraban ya dos regimientos del Ejército mexicano con instrucciones de no permitir el paso de los intrusos que aparecieron entre nubes de tierra cuando apenas clareaba el día.
El teniente coronel Genovevo Rivas Guillén, a cargo del segundo regimiento, salió pacíficamente al encuentro de la tropa rival y en tenso diálogo trató de convencer al capitán Boyd para que retrocediera y saliera del territorio mexicano.
Boyd desatendió el llamado para que se aquietara y en actitud arrogante ordenó a sus tropas que se replegaran a unos 200 metros de distancia. Con los caballos encadenados para que no se escaparan, los infantes formaron una línea de tiradores armados con rifles máuser y revólveres. Los regimientos mexicanos, a su vez, se prepararon para la contienda inevitable y apuntaron sus armas hacia el adversario.
De acuerdo con el testimonio de Rivas Guillén, los llamados dragones, fueron los primeros en abrir fuego a una distancia de 80 a 100 metros del emplazamiento mexicano instalado en "El Carrizal", obteniendo una réplica instantánea por parte de los temerarios defensores del espacio nacional.
El profesor Francisco Loya Martínez, en un relato publicado en un diario de Chihuahua el 22 de junio de 1977, refiere que ante el vano esfuerzo del general Félix U. Gómez para que Boyd se desistiera de sus aviesos propósitos, ordenó el toque de fuego.
Los primeros disparos alcanzaron en la frente al general Gómez, nacido en 1887 en Gómez Farías, Coahuila, cayendo fulminado de su caballo rosillo. El teniente coronel Genovevo Rivas Guillén asumió el mando y la pelea se tornó más sangrienta. Del lado contrario murieron igualmente en forma prematura el capitán Boyd y su segundo en el mando, teniente Adair Henry Rodney.
Estas sensibles pérdidas desalentaron a los extranjeros afroamericanos y optaron por la rendición. Otros huyeron.
En "El Carrizal" y muy cerca de las primeras casas de adobe, había acampado con anticipación el primer regimiento al mando del mayor Leobardo Velarde Portes y posteriormente se le unió el segundo regimiento a cargo del teniente coronel Rivas Guillén. Los dos grupos integraron una primera línea de batalla que contuvo a los norteamericanos, atacándolos indistintamente por los flancos derecho e izquierdo hasta aniquilarlos.
En Gómez Palacio radica el licenciado en administración de empresas Leobardo Velarde Nevárez, hijo del mayor Velarde Portes y quien fue precisamente el que nos abrió las luces para conocer a fondo la famosa batalla, que por poco lleva a los dos países a una guerra que seguramente hubiera resultado desastrosa para México ante el poderío militar de los Estados Unidos.
