Alejados. Los tarahumaras de Chihuahua están entre los grupos más dicriminados socialmente que hay en el país.
Más que los discapacitados, que la comunidad gay y transexual, que las mujeres y demás grupos vulnerables, los indígenas son considerados el primer grupo que sufre discriminación en el Distrito Federal, de acuerdo con cifras de la Encuesta sobre Discriminación de la Ciudad de México (Edis) elaborada por el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred).
Según números oficiales, 92.6 % de la población que habita en la ciudad piensa que sí hay discriminación hacia este grupo. A nivel delegaciones, esa perspectiva oscila entre 97 % y 85 %.
En el Distrito Federal radican alrededor de 480 mil indígenas por autoadscripción; es decir, que se identifican como tal, y poco más de 122 mil personas de 5 años y más que hablan alguna lengua indígena, de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec), que además señala que en el Distrito Federal se hablan al menos 55 de las 68 lenguas indígenas de nuestro país.
Juan Acevedo Ortiz es un miembro de la comunidad Triqui, originario del estado de Oaxaca, lleva 42 años viviendo en la ciudad y está consciente que la adaptación es el paso más complicado para cambiar de residencia. Comenta que son las condiciones sociales, económicas, educativas y hasta políticas las que obligan a cualquier habitante de los estados a salir y buscarse otra forma de vida.
Don Juan llegó al Distrito Federal en 1972 con sólo 14 años "y cuando entré a estudiar se burlaban de mi forma distinta de hablar, me decían que era un 'indio' y aunque uno debe tener mucho 'teflón' para que se le resbalen las cosas eso me motivó a querer saber y prepararme más. Quería ser mejor y demostrarlo".
Hoy es representante de la comunidad Movimiento de Artesanos Indígenas Independientes (MAIZ) y comenta que tener un lugar en la ciudad se gana a punta de esfuerzo y exigencia a las autoridades, "si por ellos fuera, nosotros no tendríamos casas y un lugar para estar en comunidad. Uno lo tiene que pelear", dijo.
Comenta que para tomar fuerza la experiencia le enseñó que estar en grupo hace que cualquier colectivo sea más fuerte, por lo que trabajó para poder constituir su comunidad en una Asociación Civil y así tener acceso a prestaciones sociales en bien de su grupo conformado por cerca de 40 familias de origen Triqui.
"Todo eso se obtiene plantándose, manifestándose y exigiendo a las autoridades para que hagan su trabajo. Venimos de otro estado, sí, pero eso no significa que seamos diferentes".
Según cifras del último censo de población elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2010, las delegaciones con mayor población indígena son: Iztapalapa con 8 mil 61 personas; Gustavo A. Madero con 4 mil 224; en Tlalpan habitan 3 mil 108 y Cuauhtémoc con 2 mil 558 personas.
ELIGEN EL SILENCIO POR TEMOR O COSTUMBRE
Actualmente en el Distrito Federal se reconocen 143 pueblos originarios y 171 barrios. Asimismo, de acuerdo al Centro de Estudios Migratorios del Instituto Nacional de Migrantes de la Secretaría de Gobernación (Segob), en el Distrito Federal conviven 164 Comunidades de Distinto Origen Nacional, entre grupos que se identifican como indígenas y los que no.
De acuerdo con Pablo Álvarez Icaza, coordinador académico de Políticas Públicas y Administrativas del Copred, es muy difícil realizar un censo específico para personas que vienen de otros estados porque no todos habitan en comunidad sino que están repartidos en la ciudad.
Otra de las complicaciones para identificarlos, señala, es que hay quienes no se asumen como indígenas, ya sea por temor a ser vistos diferente y ser discriminados en ámbitos laborales y educativos o porque muchos de ellos ya se sienten parte de la ciudad.
Para Juan Acevedo, indígena triqui cuya comunidad habita en la delegación Iztapalapa, la discriminación no es algo nuevo y comenta que se trata "de una actitud egoísta frente a quienes saben algo diferente en comparación con ellos". Dice que el ámbito educativo y laboral son los más castigados por lo que los indígenas generalmente tienen que buscar sus formas para emplearse y ganar dinero.
Asegura que no está de acuerdo en separar a la gente por su origen, "cuando me preguntan de dónde soy, yo digo que de México, me sentiría bien viviendo en otro lado, no tendrían por qué correrme si estoy en mi país, pero hay a quienes sí les afecta que los molesten y por eso prefieren no decir de dónde son".
NO HAY CULTURA DE LA DENUNCIA
A pesar de que 65.7 % de los habitantes del Distrito Federal consideran que a las poblaciones indígenas se les discrimina "mucho", "no hay cultura de la denuncia", asegura Pablo Álvarez Icaza.
Para el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación, las personas indígenas aparecen en primer lugar entre los grupos más discriminados a nivel DF. Las principales formas en las que son relegados de acuerdo con la EDIS son por su forma de vestir; de hablar. No les dan empleo, por el hecho de venir de un pueblo y su color de piel.
Las manifestaciones de estos actos discriminatorios se reflejan en insultos, evasión y sobre todo llamarlos despectivamente 'indios'. De acuerdo con el Informe Anual de Casos de Discriminación, de las 700 personas que se atendieron en 2013, sólo 3 % correspondió a indígenas.
Para Álvarez Icaza, la poca denuncia está asociada a la ausencia de esta cultura, ya que las personas prefieren no levantar quejas ni actas porque creen que su problema se puede hacer más grande o porque no quieren perder tiempo.
Comenta que las denuncias en Copred se resuelven de manera expedita. Explica que basta con llamar, presentarse en las oficinas o escribir por correo electrónico una descripción del hecho. Una vez recibido se llamará a quien denuncia para platicar y que muestre pruebas si es que las hay. La denuncia es analizada por personal de Copred y si cumple con lo que marca la ley para considerarse discriminación se llama a la parte acusada para conocer su versión y buscar una solución.
"La mayoría de las veces los casos se resuelven en esta etapa considerada de conciliación, ya que hay momentos en que el agraviado sólo quiere una disculpa y un cambio de conducta. Si aquí no hay solución, se pasa a la instancia correspondiente dependiendo el tipo de discriminación al que fueron sometidos, mientras tanto, la Copred hace acompañamientos ante ministerio público o secretarías".
Pablo Álvarez asegura que una educación sobre la denuncia haría que más personas se quejaran y el tema de la discriminación se redujera no sólo en la ciudad sino en todo el mundo, "hemos notado que la gente discrimina incluso sin darse cuenta porque reproduce patrones culturales, entonces hacérselo saber para que lo note sería un paso importante", señala.
AL RESCATE DE LA LENGUA
La ciudad de México tiene una composición pluriétnica, sustentada primordialmente en sus pueblos originarios, barrios y comunidades indígenas residentes. De acuerdo con Sederec, en el Distrito Federal se hablan al menos 55 de las 68 lenguas indígenas de nuestro país.
Sin embargo, para el Inegi las agrupaciones lingüísticas más representativas, de acuerdo con el número de hablantes, son náhuatl con 28 % del total de población indígena en el Distrito Federal; mixteco con 11 %; otomí 10 %; mazateco 9.6 % y zapoteco con 8 %.
Para el señor Juan el hecho de que las generaciones se vayan renovando puede representar dos cosas: el que sus tradiciones continúen o que vayan desapareciendo, por eso, señala, es necesario educar a los más jóvenes. Comenta que en su comunidad algunas de las fiestas más arraigadas son las bodas y el Día de Muertos.
Dice que respecto a la primera conservan toda la tradición, desde casarse por la iglesia hasta hacer las grandes comidas y convivir todos juntos durante varios días. En el caso del Día de Muertos asegura que ha llegado una adaptación, pues a pesar de que ponen las ofrendas con motivos tradicionales, los niños ya han agregado brujas y fantasmas que adoptaron de la convivencia en la ciudad.
En cuanto a la lengua, en su comunidad sí se les enseña a los niños a hablar el Triqui, sin embargo, hace falta gente que les dé clase o capacite a quienes lo hablan.
Menciona que tienen una iniciativa con otras agrupaciones Triquis y Mazahuas que ya presentaron a la Secretaría de Educación local para que los niños reciban clase de su lengua, "no pedimos recursos, sólo que alguien venga y les dé la clase. Es nuestra tradición, nuestra identidad, no queremos que se pierda con el paso del tiempo, no sería justo para nuestra historia", concluye don Juan Acevedo.