Algunos le llaman maña, otros oficio político, en cualquier caso cabe admirar la estrategia con la que el PRI está pensando gobernar durante la segunda parte del mandato de Enrique Peña Nieto y acaso más allá.
Para comprenderla vale la pena aproximarse a los dos anuncios que se hicieron la semana pasada, uno por el presidente de la República y el otro por el dirigente del tricolor, César Camacho Quiroz.
Durante la conversación organizada por el Fondo de Cultura Económica, el jefe del Ejecutivo adelantó que buscaría acudir a las elecciones de 2015 con un gobierno de coalición. Luego, Camacho anunció que el PRI presentará una propuesta de consulta popular para reducir a 100 el número de diputados federales plurinominales. Ambas noticias tienen una filosa intención política que no debe pasar desapercibida.
Con respecto a la primera vale decir que se trata de consolidar institucionalmente un bloque de legisladores, el cual, en los hechos ya viene funcionando desde hace tiempo. Huelga recordar que el PRI obtuvo en las elecciones de 2012 el 42 % de los asientos de la Cámara Baja, contra el 58 % que ganaron las demás oposiciones. Sin embargo, muy pronto el Panal y el PVEM se plegaron con entusiasmo a la voluntad del Presidente. De ahí que el Ejecutivo cuenta durante la actual legislatura con la mitad del parlamento.
En contraste, el PRD tiene el 21 % de los asientos, el PAN el 23 %, el PT el 3 % y Movimiento Ciudadano, también el 3 %. En total, junta toda la izquierda, apenas llega al 27 % de las curules. El PAN, de su lado, se ha quedado como el llanero solitito del espectro político.
Si se especula sobre el escenario parlamentario después de 2015, cabe prever un provenir prometedor para la coalición anunciada por Peña Nieto. No es posible adivinar cuál será el resultado final de los próximos comicios federales, pero puede analizar el futuro utilizando para ello la distribución obtenida durante 2012.
En el hipotético caso de que fuese idéntica la votación, Peña Nieto mantendría el control sobre la mitad de los diputados y el PAN conservaría su 23 %. Sin embargo, del lado de la izquierda las cosas tenderían a complicarse. Sobre todo por la dificultad que va a implicar un acuerdo entre Morena y el PRD. Vale imaginar la coagulación de un frente lopezobradorista (Morena-PT-MC) que se quedaría con cerca de 13 % de los diputados, contra un 14 % de asientos en manos del perredismo.
Ante este escenario el margen de maniobra de la coalición orquestada alrededor del PRI sería envidiable. Un PAN que no llegaría a representar más de una cuarta parte del parlamento, sumado a una izquierda hecha jirones, darían por resultado una oposición muy debilitada. A lo anterior se añade el hecho de que la izquierda lopezobradorista y el PAN traen demasiados agravios como para concebir una actuación conjunta.
En efecto, si la votación de 2015 fuese parecida a la de 2012, las cosas serán muy favorables para el presidente y su partido. Y sin embargo, cabe para ellos todavía una mejor situación, no para el año próximo sino para después.
Si llegara a prosperar la consulta popular que quiere disminuir por mitad el número de diputados plurinominales, el partido que saldría beneficiado sería el PRI. Es la fuerza más competitiva que tiene México para ganar distritos de mayoría. Actualmente cuenta con 54 % de diputados surgidos por ese método de elección, contra el 17 % del PAN y el 19 % del PRD. En otras palabras, el tono muscular de las oposiciones radica todavía en la representación proporcional.
A excepción del PRD y del PRI los demás partidos obtienen más diputados plurinominales que por mayoría relativa. Y probablemente, después del ingreso de Morena a la gesta electoral, la izquierda también dejará de contar con esta ventaja.
Hay una discusión jurídica a propósito de la opinión que emitirá la SCJN sobre la iniciativa de Camacho Quiroz. La Constitución prohíbe que la consulta popular sea utilizada para modificar cuestiones electorales y presumiblemente la representación proporcional lo es.
Sin embargo, de salvar ese obstáculo, más vale irse preparando para otro largo período de historia mexicana gobernado por el partido tricolor.
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