Grafiti. Paredes del exterior de la capilla y al interior del lugar donde están las criptas, han sido dañadas por grafiti.
En el abandono se encuentra el mausoleo en donde en su momento fueron depositados los restos mortales de Andrés Eppen Ascherbornn, el constructor de la ciudad de Torreón en el último cuarto del siglo XIX y la primera década del XX.
La capilla que se localiza en el panteón del ejido Coyote en Matamoros, data de 1900 y debería considerarse patrimonio histórico de la región, sin embargo, evidencia el olvido en el que se encuentra, incluso fácilmente se pude accesar hacia la parte de abajo que es en donde se localizan las criptas, lo que es aprovechado por los lugareños para dañar aún más la infraestructura.
No existe proyecto de parte de las autoridades locales o estatales, para restaurar la construcción. La edificación cuenta con 32 criptas. Andrés Guillerno Eppen Ascherbornn, fue pieza fundamental para lograr que el ferrocarril pasara por el rancho del Torreón, logrando así su progreso subsecuente. Murió un 13 de febrero de 1909 a los 61 años y sus restos permanecieron en el mausoleo familiar hasta 1975, año en el que cuenta la gente del lugar fue profanada su tumba, al suponer que en su féretro se depositaron objetos valiosos. Nunca se realizó alguna investigación.
Cuenta don Tomás Aguilar Inugaray, quien desde hace años se hace cargo del mantenimiento del camposanto que, al igual que la tumba de don Andrés, se violentaron los restos de los sacerdotes Francisco A Luna y Lucas Cervantes, quienes habían llegado para hacerse cargo de la Iglesia de San Antonio del Coyote y al ser muy cercanos al hacendado sus restos fueron depositados en el mausoleo. Dice que no se sabe bien a bien si los familiares de quien fuera pieza importante del desarrollo de Torreón, trasladaron sus restos a esta cuidad o simplemente desaparecieron, pero en el caso de los sacerdotes sus restos permanecen en la Iglesia.
Tomás Aguilar platica que para 1989, particularmente para una Semana Santa, de nueva cuenta fueron profanadas las tumbas de los demás personas que yacían ahí, pero en esa ocasión los sacrílegos apilaron los restos humanos y les prendieron fuego, que ocasionó daños severos a la construcción, puesto que el piso y las ventanas estaban hechas en madera. Al ver la incompetencia de las autoridades para hacer algo al respecto, una de sus descendientes de nombre Ana María, pretendía demoler la edificación, sin embargo, algunas personas de la comunidad, le pidieron que no lo hiciera.
Han pasado desde la primera profanación.
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