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El Papa Francisco celebró a la Virgen de Guadalupe en el Vaticano. (EFE)
El Papa Francisco celebró hoy a la Virgen de Guadalupe en el Vaticano, durante una misa en la cual imploró que América Latina sea forjada por los pobres, por los que sufren, los humildes, los que tienen hambre y sed de justicia.
Acompañado por varios cardenales, entre ellos el arzobispo de la ciudad de México, Norberto Rivera Carrera, más de 750 sacerdotes y numerosos fieles católicos latinoamericanos, el pontífice recordó la aparición de la Virgen en el Tepeyac al indígena Juan Diego en 1531.
Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) diciembre 12, 2014
Desde el altar mayor de la Basílica de San Pedro, expresó su deseo por que esa región del mundo reconozca a quienes son relegados “a la categoría de esclavos, de objetos de aprovechamiento o simplemente desperdicio” por el “sistema idolátrico de la cultura del descarte”.
Fue una celebración eucarística en español, con frases en portugués, inglés, italiano y hasta náhuatl; que alcanzó su punto culminante cuando la cantante argentina Patricia Sosa entonó el “Cordero de Dios”, parte de la Misa Criolla, obra clásica del folclore argentino.
Sosa estuvo acompañada por la guitarra, el charango y el piano tocado por Facundo, el hijo de Ariel Ramírez, compositor argentino que hace 50 años compuso esa Misa Criolla.
El Papa, que disfrutó la mezcla de sonidos litúrgicos entre el Coro de la Capilla Sixtina y los músicos de su país natal, afirmó en su homilía -pronunciada en español- que América Latina todavía es el “Continente de la Esperanza”, como le gustaba decir a Juan Pablo II.
Recordó que Dios, según su estilo, “ocultó sus cosas a sabios y entendidos”, y se las dio a conocer “a los pequeños, a los humildes, a los sencillos de corazón”. Como lo era el indio Juan Diego, a quien se le apareció la Virgen de Guadalupe en 1531.
“óAmérica Latina es el continente de la esperanza! De ella se esperan nuevos modelos de desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y equidad con reconciliación, desarrollo científico y tecnológico con sabiduría humana, sufrimiento fecundo con alegría esperanzadora”, indicó.
“Sólo es posible custodiar esa esperanza con grandes dosis de verdad y amor, fundamentos de toda la realidad, motores revolucionarios de auténtica vida nueva”, agregó.
Francisco subrayó que son los pueblos y naciones de “nuestra Patria Grande”, la “Patria Grande latinoamericana” los que conmemoran con alegría la festividad de su patrona, Nuestra Señora de Guadalupe, cuya devoción se extiende desde Alaska a la Patagonia.
Aseguró que al presentarse a Juan Diego en el cerro del Tepeyac, la Virgen corrió a abrazar a los nuevos pueblos americanos, que estaban entonces en una dramática gestación.
Sostuvo que entonces ella se convirtió en una “gran señal aparecida en el cielo”, era “una mujer vestida de sol” que asumió en sí la simbología cultural y religiosa de los pueblos originarios, convirtiéndose en la más importante misionera.
“La santa madre de Dios visitó a estos pueblos y quiso quedarse con ellos. Dejó estampada misteriosamente su imagen en la ‘tilma’ de su mensajero para que la tuviéramos bien presente, convirtiéndose en símbolo de la alianza de María con estas gentes, a quienes confiere alma y ternura”, dijo.
“De ahí que nosotros, hoy aquí, podemos continuar alabando a Dios por las maravillas que ha obrado en la vida de los pueblos latinoamericanos”, abundó el pontífice.
Precisó que sólo Cristo es “el libertador” de todas las esclavitudes y miserias derivadas del pecado, Él es la piedra angular de la historia.
“Él nos llama a vivir la verdadera vida, una vida humana, una convivencia de hijos y hermanos, abiertas ya las puertas de la nueva tierra y los nuevos cielos”, señaló Francisco.
“Y si este programa tan audaz nos asusta o la pusilanimidad mundana nos amenaza, que Ella nos vuelva a hablar al corazón y nos haga sentir su voz de madre, de madrecita, de madraza, ¿por qué tenés miedo, acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?”, aseveró.