La pregunta nos la hemos hecho los seres humanos desde que tuvimos capacidad de reflexionar. ¿Existe la muerte? ¿Termina la vida en el momento en que el cuerpo yace inmóvil y se detienen sus funciones vitales? ¿O puede conservarse la conciencia mientras el cuerpo se descompone?
Los sacerdotes de todas las religiones respondieron siempre que la vida continuaba, pero no porque buscaran la verdad sino porque tenían un incentivo perverso para sostenerlo. Como se arrogaban el monopolio de la interlocución con Dios y del conocimiento de la vida después de fallecer, se aseguraban una posición de privilegio en una sociedad con miedo a la muerte.
La mayoría de los científicos han asumido la idea de que no hay vida después de la muerte. Un investigador médico estadounidense llamado Robert Lanza afirma ahora, sin embargo, que la ciencia contemporánea muestra que la vida persiste después de la muerte.
Médico por la Universidad de Pennsylvania, Lanza es director científico de la firma Adanced Science Technology y profesor adjunto de la escuela de medicina de la Universidad de Wake Forest en Pennysilvania. Tiene una respetada trayectoria científica, especialmente en transferencias nucleares y en biología celular. Su teoría del biocentrismo, empero, ha sido particularmente controvertida porque en temas como la vida después de la muerte rompe con el consenso científico.
"Uno de los aspectos más conocidos de la física cuántica -escribe Lanza-- es que ciertas observaciones no se pueden prever. Hay un gran rango de observaciones posibles cada una con una probabilidad diferente…Cada una de estas posibles observaciones corresponde a un universo diferente."
"En un número infinito de universos, todo lo que pudiera pasar ocurre en uno de esos universos. Aunque los cuerpos individuales están destinados a la autodestrucción, el sentimiento de estar vivo, '¿Quién soy?', es sólo una fuente de energía de 20 vatios que opera en el cerebro. Pero esta energía no desaparece con la muerte. Uno de los axiomas más seguros de la ciencia es que la energía nunca muere; no puede crearse ni destruirse. La pregunta es si esta energía trasciende de un mundo a otro… La muerte no existe en un mundo sin tiempo ni espacio."
La tesis de Lanza parece recuperar las palabras del poema "Alguien de Borges, cuando definía la muerte como un simple problema de estadística que deja la inmortalidad como una posibilidad para cualquiera. Algunos teólogos ya habían derivado del principio de Albert Einstein de que "La energía no se crea ni se destruye sino sólo se transforma" la conclusión de que la vida, que es energía, no puede destruirse. Lanza lo combina con el principio de indeterminación y la teoría de los universos paralelos de la física cuántica para lanzar su tesis de la vida después de la muerte.
Lanza no resuelve, sin embargo, el problema de fondo de este tema. Quizá esos 20 vatios de energía no desaparezcan cuando el cuerpo pierde sus procesos vitales. Pero si se dispersan, no preservarán la individualidad de la conciencia. De nada sirve que mi energía se conserve si yo ya no tengo conciencia de ser yo. Sin mis recuerdos, no soy nadie.
La materia, en realidad, tampoco se destruye. Cuando el cuerpo muere y terminan sus funciones vitales, su materia se deteriora y se transforma en compuestos distintos. Pero aunque la materia se transforme ya no podemos decir que el cuerpo tenga vida. Quizá lo mismo pasa con la conciencia de sí mismo.
Muy controvertidas son las posiciones de Lanza, pero por lo menos nos llevan a reflexionar sobre un tema fundamental. La ciencia nos ha resuelto muchas dudas, pero no las primeras que se preguntó la humanidad.
AVISO A MANCERA
Una ablación se convirtió en una operación a corazón abierto para Miguel Ángel Mancera. A pesar de que sólo tiene 48 años, y hace ejercicio de forma cotidiana, ha sufrido uno de esos avisos que pueden cambiar una vida. ¿Cómo cambiará ahora Mancera?
Twitter: @SergioSarmiento
