Siglo Nuevo

Biblioteca Central de San Antonio

Una celebración de la cultura y la diversidad con 20 años de colorida existencia

FOTO: Gregorio Muñoz

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Gregorio Muñoz

En los límites del centro de la ciudad de San Antonio, Texas, la Biblioteca Central se alza como un baluarte de la cultura. Da vida a la zona y es una de las muestras mas significativas de su entorno multicultural.

Los servicios bibliotecarios públicos en San Antonio, Texas, tienen ya más de cien años. Como consecuencia del crecimiento, cuenta ahora con 28 locales de diferentes tamaños, un acervo de 6.5 millones de libros y más de 675 mil libros electrónicos, audiolibros y películas, dando servicio a 950 mil usuarios registrados. Su sede central celebró el pasado 15 de mayo su vigésimo aniversario.

EL GRAN EDIFICIO ROJO

La Biblioteca Central de San Antonio es una masiva estructura ubicada en el número 600 de la calle Soledad, obra del arquitecto Mexicano Ricardo Legorreta (1931-2011) en asociación con David Sprinkle y Robey, una firma de arquitectos locales.

El equipo de arquitectos fue el ganador de un concurso organizado por el gobierno de la ciudad, donde participaron notables figuras del ámbito internacional de la arquitectura.

LEGORRETA Y LA GENERACIÓN DE LA RUPTURA

Formado bajo la tutela de José Villagrán García (1901-1982), impulsor del movimiento moderno en México, Ricardo Legorreta transitó de una adhesión estricta a la heterodoxia hacia una propuesta personal de rasgos regionales. La funcionalidad y formas escultóricas en la planta de Automex en el Estado de México (1964) y el edificio para Celanese en la Ciudad de México (1968), son ejemplos del espíritu modernista de su época temprana.

El cambio de dirección lo marcó un edificio que ha prevalecido extraordinariamente al paso del tiempo: el Hotel Camino Real de la Ciudad de México (1968), realizado en colaboración con Luis Barragán. Legorreta reconoció en su momento esta determinante influencia, así como la policromía de Pedro Coronel y Jesús Reyes Ferreira.

UN MEXICANO MAS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

Su obra refleja los incesantes y profundos cambios de la segunda mitad del siglo XX en México. Desde la enclaustrada postura de un nacionalismo aislacionista, a la apertura que, de golpe, introdujo el orden global al territorio nacional. Hasta los años ochenta, prevaleció su actividad en trabajos de diferente magnitud, comprendiendo proyectos residenciales y complejos corporativos e industriales, como la planta para Reanult en Gómez Palacio, Durango.

En 1985 diseñó la casa para el actor Ricardo Montalbán en Los Ángeles, California, su primera obra fuera de nuestras fronteras. A ella sucedieron más de una decena de proyectos en diferentes latitudes del orbe: en Nicaragua, Alemania, España, Guatemala, El Salvador y Estados Unido.

Si bien Legorreta no fue el primer arquitecto con obra fuera del país, su producción fue mas allá de los encargos oficiales tradicionales para las sedes de las representaciones diplomáticas de México.

El resultado en este caso, es una singular edificación que ha ganado la preferencia de propios y extraños, que con el colorido de las superficie de sus muros exteriores, se planta en marcado contraste con las sobrias tonalidades de los edificios circundantes.

LA CELEBRACIÓN COMUNITARIA

Las condiciones iniciales para el desarrollo del proyecto, establecieron la necesidad de construir un edifico para “celebrar la comunidad”. No es difícil entender esta premisa conociendo la diversidad cultural de aquella ciudad texana.

El edificio ha respondido con creces a esta expectativa y es ahora un centro de reunión, en el amplio sentido del término, que recibe un promedio de dos mil visitantes diariamente. En ocasiones, como el día del aniversario, en que sus terrazas se abren al público, recibe hasta diez mil visitantes.

El mismo emplazamiento del edificio invita a entrar. No es una solemne estructura que suspende en escalinatas interminables, sino un edificio con acceso al ras de la calle que invita a ingresar y recorrerle.

En uno de los muros interiores, en la sección de libros de la cultura latina, se encuentra escrita una frase del argentino Jorge Luis Borges que dice: “Siempre he imaginado al Paraíso como una especie de Biblioteca”. Y es verdad: el interior, con sus múltiples corredores y diferentes alturas permite al visitante una aproximación al edénico jardín.

COMPLEJIDAD A SEGUNDA VISTA

La recia austeridad externa contrasta con la rica variedad espacial del interior. Un cuidadoso manejo de las alturas hace difícil aprehender de un solo golpe la compleja articulación de sus seis pisos. El edifico se organiza en torno a un espacio central que no es perceptible a primera vista. Esta distribución hace posible la iluminación natural desde el exterior tanto como del interior mismo.

La fría complejidad de la organización bibliotecaria convive adecuadamente con la policromía de los muros y la variedad de los interiores iluminados por la luz natural, acorde a las actividades y funciones de las salas. Y se abre generosamente hacia afuera con su terrazas y balcones.

El arte también enriquece sus espacios. Las esculturas de Dale Chihuly, de Sebastián, el mural de Jesse Treviño y la instalación en neón de Stephen Antonakos, con sus bien seleccionados emplazamientos y rica calidad expresiva, ennoblecen las áreas de mayor tráfico.

Los cambios que la digitalización de la información ha detonado, encontraron una adecuada respuesta con la planta libre de las salas interiores. Algunas colecciones de información han desaparecido de la vista del público, como los ficheros y las áreas de microfilm. Otras nuevas secciones para el público adolecente y el área de jóvenes emprendedores le sustituyen con éxito.

UN EDIFICO PARA LA CIUDAD

La organización de los volúmenes responde a la forma irregular del predio. Por ello el exterior ofrece giros en sus ejes y ángulos con sombras pronunciadas. La escala de los prismas que le componen varían acorde a su cercanía con la calle, dando una altura adecuada al peatón junto a la banqueta y elevándose a todo lo alto en el centro del conjunto.

Los colores brillantes de los volúmenes de las escaleras exteriores, los partesoles y los cilindros de ornato, son un toque que vivifica la enorme superficie de color rojizo. Con humor también, la calidad escultórica del diseño ofrece al público agua que corre en los surtidores de las terrazas o inmensas esferas que parecen deslizarse desde los pisos superiores hasta el piso.

LA ARQUITECTURA DE AQUÍ, EN OTRAS PARTES

No son pocas las interrogantes que surgen con esa atrevida propuesta, referentes al entorno, a la localidad de las expresiones arquitectónicas o relacionadas con la identidad regional y la pertenencia. No obstante los cuestionamientos y dudas, esta obra, en particular, es fiel testimonio de que la labor creativa de los arquitectos no conoce fronteras. Nos recuerda que la construcción es terreno fértil para la trasmigración de las ideas. Que el vasto horizonte global, es una frontera abierta para los talentos de nuestro país de las presentes y futuras generaciones. Y también, que en La Laguna poseemos un notable edificio de Legorreta casi en el olvido.

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