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El discurso oficial no corresponde con la realidad nacional

JESÚS CANTÚ

Desde su mensaje de año nuevo el presidente Enrique Peña Nieto dejó claro que pretende ignorar la terca realidad mexicana y seguir adelante en la promoción de sus reformas estructurales, como si el país disfrutara de una eficaz gobernabilidad democrática que permite derramar los esperados beneficios económicos de las nuevas disposiciones legales.

Ignorando o haciendo referencias genéricas a los crímenes de estado de los últimos meses del año pasado y los primeros días de este año; desconociendo el conflicto de interés en el que incurrieron él, su esposa y el secretario de Hacienda, al aceptar los generosos contratos del constructor del sexenio; seleccionando cifras parciales para deformar las percepciones; dejando de lado el colapso del precio del petróleo; y distorsionando las demandas ciudadanas, el presidente se dedicó en los primeros días del año a intentar recuperar el discurso triunfalista que prevaleció durante los primeros 18 meses de su mandato.

Para el Presidente, de acuerdo a su mensaje de año nuevo el pasado domingo 4 de enero, el "…2014 fue un año muy difícil para México, la violencia del crimen organizado nuevamente golpeó al país". Incluso, en su mensaje a los Embajadores y Cónsules, el pasado viernes 9: "Frente a los ataques contra la paz de los mexicanos, nuestras instituciones de seguridad y justicia, así como nuestras Fuerzas Armadas, han estado protegiendo a la sociedad y velando por el Estado de Derecho".

Los crímenes de estado (asesinatos o desapariciones de ciudadanos cometidos por integrantes de las instituciones de seguridad y las mismas Fuerzas Armadas) de Tlatlaya y Ayotzinapa (ya admitidos, aunque no como tales) por parte de las autoridades mexicanas fueron totalmente ignorados en los diversos discursos pronunciados por el titular del Ejecutivo en la primera semana hábil.

El fracaso de la estrategia Michoacán, evidente con el enfrentamiento entre Hipólito Mora y Luis Antonio Torres, "El Americano", ambos integrantes inicialmente de las autodefensas y ahora de la Fuerza Rural, que dejó un saldo de 11 muertos; y el desalojo violento de la alcaldía de Apatzingán, que originó la pérdida de otras 8 vidas humanas, y donde también hay serios cuestionamientos a la actuación de la Policía Federal, tampoco fue motivo de mención alguna.

Para Peña Nieto, nuevamente de acuerdo a su mensaje de año nuevo: "Se hizo presente una legítima demanda de justicia, también se hicieron cuestionamientos y exigencias de mayor transparencia". E ignora absolutamente las denuncias de los conflictos de interés en el que incurrieron al aceptar los generosos contratos del constructor del sexenio, para disfrutar de viviendas de lujo tanto su familia como su secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

Como ironía de la vida, un par de días después de este mensaje el mundo conocía la noticia de la condena a dos años de prisión del exgobernador de Virginia, Bob McDonnell, por haber recibido regalos (por un valor que no rebasaba los 50 mil dólares, es decir, menos de una centésima parte del valor de la Casa Blanca de Las Lomas) de un particular al que beneficiaron durante su encargo.

El uso sesgado y parcial de las cifras es muy evidente cuando en el discurso ante los integrantes de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios de la Ciudad de México, señaló que "…en diciembre del 2014, el Índice de Confianza del Consumidor cerró el año con un aumento de 4.3 por ciento, respecto al mismo mes del año 2013", lo cual es cierto; pero ignoró que al considerar la tasa promedio anual de enero a diciembre del ICC, durante todo el 2014, dicho indicador cayó 4.84%, particularmente por las caídas tan pronunciadas que tuvo durante los primeros 10 meses del año, particularmente por la entrada en vigor de la reforma fiscal.

Basten estos ejemplos para ilustrar la distancia del discurso oficial con la realidad nacional. Pero también hay que tratar de vender los supuestos logros de las reformas estructurales, así desde el mensaje de año nuevo el presidente también se ha encargado de atribuirle todas las buenas noticias a la consecución de las reformas estructurales.

Así, el detener el incremento mensual de los precios de la gasolina, el diesel y el gas LP, es consecuencia de la reforma hacendaria y nada tiene que ver la caída internacional de los precios de los hidrocarburos en casi un 50%. A diferencia de lo que sucede en gran parte del mundo desarrollado, donde los precios de los energéticos están disminuyendo, aquí simplemente nos tenemos que conformar con que no haya más aumentos en lo que resta del año; y, aunque no es consecuencia de ninguna de las reformas estructurales, hay que atribuírselo.

Exactamente lo mismo sucede con la baja en los precios de la electricidad en el caso de la reforma energética y la mayor exageración es cuando afirma que "…en 2015 los beneficios de las reformas acompañarán a más mexicanos en su día a día, ya que más de 10 millones de familias de escasos recursos recibirán una televisión digital totalmente gratuita", pues dicha decisión no tiene nada que ver con la reforma en materia de telecomunicaciones, sino con la transición de lo analógico a lo digital que se inició desde el gobierno de Vicente Fox y que contemplaba regalar convertidores, pero durante el actual sexenio (al margen de la reforma) decidieron cambiar por televisores.

El presidente y su gabinete persisten en su intención de cambiar la percepción de la situación de los mexicanos a base de discursos, propaganda y promocionales, aunque la lacerante realidad se encargue de desmentirlo una y otra vez.

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