Para modificar la realidad es insuficiente el enojo justificado de la ciudadanía. Se requiere organización, inteligencia y persistencia. También importa la convergencia de seis actores clave. Veamos ejemplos.
El cerro del Fortín es el último pulmón verde de la ciudad de Oaxaca. El secretario de turismo de Oaxaca, José Zorrilla, con el apoyo del gobernador Gabino Cué -otro reformador desinflado- impulsó la construcción en ese lugar de un Centro de Convenciones. Zorrilla tardó un año en reconocer un conflicto de interés del tamaño de Chapultepec: tiene un hotel vecino que se beneficiaría con la obra.
El maestro Francisco Toledo encabezó la resistencia con el respaldo del Patronato Pro Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca (Pro-Oax) que acumula experiencia desde 1993. Durante meses organizaron protestas, se apoyaron en especialistas y demandaron a diversas dependencias. Cuando empezaron a conocerse presuntas corrupciones de Cué se rindió, el 21 de octubre, el gobierno estatal.
Hace unos días la ponencia del ministro Arturo Saldívar fue aceptada por sus colegas y la Suprema Corte abrió la puerta a la legalización de la marihuana. Tras la noticia, que recorrió el mundo, está un litigio estratégico muy bien pensado y ejecutado. En 2011 Josefina Ricaño Bandala, Armando Santacruz González, José Pablo Girault Ruiz y Juan Francisco Torres Landa Ruffo decidieron atacar esa fuente de ingresos del crimen organizado. Un abogado que entonces tenía 25 años, Andrés Aguinaco, diseñó el plan maestro y acompañó todo el proceso contando con el respaldo del bufete de Fabián Aguinaco que donó su trabajo.
En 2013 crearon la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerable (SMART), luego solicitaron a una dependencia federal la autorización para sembrar, cosechar y consumir (sin comercializar) marihuana. Cuando recibieron el rechazo anticipado se ampararon y lograron que la Corte atrajera el caso. El desenlace ya lo conocemos. En esta historia destaca la aparición de una generación de abogados de primer nivel dispuestos a donar tiempo a causas de interés general aprovechándose de la jerarquía concedida a los derechos humanos en la reforma constitucional del 10 de junio de 2011. El gobierno de Peña Nieto desdeñó inicialmente el fallo, pero luego se flexibilizó. La batalla continuará en otro nivel; superamos la prohibición a rajatabla.
Si algo irrita a quienes gobiernan es la irreverencia que fluye por las redes sociales. No logran corromperla, silenciarla o controlarla, aunque lo intentan. Este antecedente explica la reacción al anuncio de una Ley Federal para Prevenir y Sancionar los Delitos Informáticos. La iniciativa, pésimamente escrita, fue presentada el 27 de octubre por el senador priista Omar Fayad Meneses (PRI). Hubiera abierto los portones para el encarcelamiento de quienes usamos las redes sociales para inconformarnos.
La protesta se extendió por cauces abiertos por la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), Artículo 19 y la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI). Carlos Brito, un joven de 28 años formado en el movimiento #YoSoy132, me explica la estrategia que siguieron: "Decidimos salir muy rápido con un texto sólido y sencillo, pensado para el mundo digital; lo fundamentamos en citas textuales de la iniciativa". Tuvieron éxito y el senador Fayad retiró su iniciativa el 2 de noviembre. Fue una rendición total: la iniciativa "no sirve" -dijo-- y "si lo que quieren es que la queme, la quemamos".
Durante una de las protestas contra el Centro de Convenciones en el cerro del Fortín llegaron unos golpeadores a retirar a los inconformes. Uno de los rufianes se dirigió a Toledo para darle instrucciones: "Usted que es pintor, váyase a pintar". Eso desean quienes gobiernan: que nos dediquemos a nuestras tareas y los dejemos manejar los asuntos públicos a su antojo.
Afortunadamente hay quienes ignoran la instrucción. Estos y otros casos me permiten asegurar que los éxitos llegan cuando convergen seis actores fundamentales: grupos sociales organizados con algo de recursos y metas claras, medios de comunicación independentes, especialistas que aportan conocimiento adecuado, funcionarios que atienden propuestas bien razonadas, personalidades que realzan asuntos y una comunidad internacional cada vez más interesada en el desorden mexicano. Este hexágono virtuoso permite abrigar una cautelosa esperanza. De repente soplan aires de libertad y dignidad.
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Colaboraron Maura Álvarez Roldán y Emilio González González.