Si el combate a la violencia es una prioridad para este gobierno, designar a Arturo Escobar y Vega, como responsable de prevenir el delito y alentar la participación ciudadana, es un soberano disparate.
En su último informe el presidente Enrique Peña Nieto volvió a elogiar su política de "prevención social de la violencia y la delincuencia". De acuerdo con sus cifras, en los "municipios de más de cien mil habitantes, donde operan estos esfuerzos de prevención, los homicidios se han reducido 35 %". Desconozco la precisión fáctica; coincido en que la política estaba funcionando.
Cuando inició este sexenio elogié en este y otros espacios el profesionalismo y experiencia de un alto porcentaje de funcionarios del área de seguridad y me pareció un acierto el énfasis puesto en la prevención. Como investigo la seguridad nacional mantuve el diálogo intelectual con funcionarios de este sector. En el caso de los artífices del programa de prevención (Roberto Campa, Eunice Rendón y Lucila Guerra, entre otros) coincidimos en la urgencia de mejorar el conocimiento sobre el capital social mexicano.
Con fondos gestionados por la subsecretaría de Prevención, el Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede) y el Sistema de Inteligencia en Mercados y Opinión (SIMO) levantaron, en diez municipios, la primera encuesta en América Latina pensada para detectar los valores que llevan a las personas a respaldar a la legalidad e instituciones o a la ilegalidad y al crimen organizado. También participé en el diseño e interpretación de esta encuesta porque el entonces titular aceptó que los resultados se hicieran públicos (se hizo en un seminario en El Colegio de México, en octubre de 2014).
Porque conozco el tema me parece una barbaridad la selección de Arturo Escobar y Vega como nuevo subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana. La opinión está tan generalizada que ni su jefe inmediato, Miguel Ángel Osorio Chong, se entusiasmó al informar sobre su incorporación a Bucareli. En la versión estenográfica del evento, el secretario de Gobernación fue lanzando incienso sobre las biografías de los otros funcionarios y alabó en serio al programa de prevención. Sobre Escobar fue lacónico: "destaca su amplia experiencia como legislador".
Es imposible encontrar una brizna de experiencia en seguridad o participación ciudadana en el largo historial político de Escobar. Ha sido diputado local y federal varias veces y senador en una ocasión por el Verde pero no destaca por la profundidad de sus intervenciones. Es un virtuoso en tejer relaciones que le permiten seguir disfrutando del dinero de todos los mexicanos. En 2007 juntó a los líderes de dos corrientes políticas, Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, como testigos de su enlace civil.
Su nombramiento es particularmente ofensivo porque él y el Verde encarnan la corrupción, la impunidad, las ilegalidades electorales, la especulación con el uso del suelo y la cultura del todo se vale con tal de obtener poder y presupuesto. Ahora dirigirá la dependencia que construye capital social positivo para frenar la implantación del crimen organizado en la sociedad.
En mi columna de la semana pasada ("Estado ausente") argumenté que el Estado ha perdido el control sobre el uso legítimo de la fuerza. Esta tesis se individualiza en el historial de nombramientos erráticos. José López Portillo puso al torvo de Arturo Durazo como jefe policiaco, Miguel de la Madrid sostuvo como director de la Federal de Seguridad a José Antonio Zorrilla Pérez (protector de narcos y autor intelectual del asesinato del periodista Manuel Buendía) y Peña Nieto ahora regala la subsecretaría de Prevención al Verde.
Nombraron a Escobar para liquidar las facturas presentadas por el Verde por servicios prestados en las elecciones de este año, o es el enganche por las tareas encomendadas para los comicios de 2016. Sea por eso o por el afecto, se confirma que el combate a la violencia criminal no es la prioridad proclamada por el gobierno; la seguridad ciudadana les importa bastante poco.
El secretario de Gobernación pide el beneficio de la duda para Escobar. Por conocer a la dirigencia del Verde y sus métodos, me convence más las tesis de Salvador Camarena, quien pronosticó en su columna para El Financiero (10 de septiembre de 2015) que con este nombramiento Peña Nieto decretó la pena de muerte a uno de sus programas más exitosos. En materia de seguridad continúan los disparates.
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Colaboró
Maura Roldán Álvarez.