Al iniciar una carrera en el área de la salud, el estudiante estará obligado a tener conocimiento del cuerpo humano, por lo que las materias llamadas morfológicas son los retos a vencer en los primeros años. Si para estos alumnos les resulta difícil entender la complejidad del cuerpo humano, para la gente en general lo es más aún. En la descripción de los componentes corporales evitaré la terminología médica, con el fin de facilitar su entendimiento por parte de los lectores.
En esta ocasión, les platicaré de las venas de los miembros inferiores; ¿cómo están distribuidas?, ¿cuál es su misión? y sobre lo qué pasaría si éstas no están desempeñando eficientemente su función. Para ubicarnos, señalaremos a las venas como parte del aparato circulatorio, al igual que las arterias, capilares y el corazón mismo. Las arterias salen del corazón para distribuir la sangre a todo el cuerpo, los capilares permiten un intercambio de nutrientes y deshechos entre la sangre y las células, y las venas se encargan de retornar la sangre y llevarla de regreso al corazón. Éste último, como un órgano-bomba, está encargado de mantener la sangre en movimiento.
Las venas de nuestros miembros inferiores poseen válvulas cuya función es la de dividir largas columnas de sangre en segmentos pequeños para facilitar su retorno al corazón venciendo la fuerza de gravedad. En relación a su localización, las venas se sitúan en dos planos: Superficial y profundo; interconectados éstos por un grupo de venas llamadas comunicantes. Las venas del sistema venoso profundo son las más eficientes, ya que aparte de las válvulas, cuentan con el apoyo de los músculos y las pulsaciones de las arterias, actuando ambos como bombas a favor del ascenso de la sangre en su retorno al corazón. Cuando el sistema venoso superficial es superado en su capacidad, descarga parte de su volumen de sangre hacia el profundo, a través de las venas comunicantes cuyas válvulas sólo permiten el flujo unidireccional de la sangre, de lo superficial a lo profundo.
Derivado de lo anterior, se puede deducir que cualquier alteración en la mecánica valvular de las venas ocasionará un trastorno en el flujo continuo de la sangre. La incompetencia valvular puede ser congénita o ligada a factores que dificulten el retorno de la sangre como el sobrepeso, sedentarismo, embarazos, envejecimiento, entre otros. Las estadísticas mundiales reportan que del 5 al 8 % de la población mundial sufre de enfermedad venosa y de ellos el 1 % va a desarrollar úlceras que aunque no llevan a la amputación como en el caso de la Diabetes, sí causan grandes problemas de discapacidad con dolor crónico por infección, celulitis y deformidad. Dentro de las recomendaciones establecidas para el manejo de este problema le mencionaré como medidas higiénicas, el uso de medias elásticas de soporte o compresión, evitar el sedentarismo y bajar de peso. En relación al manejo de la úlcera, se recomienda la valoración médica para su limpieza, control de la infección y valoración de la incompetencia venosa mediante estudios de imagen, pensando en una solución quirúrgica.
*Cirujano. Profesor de Anatomía y Secretario Administrativo de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será de la Dra. Dealmy Delgadillo Guzmán, farmacóloga.