El 10 de septiembre se celebra el día mundial para la prevención del suicidio, por eso la OMS ha lanzado su campaña: "Tendiendo la mano salvando vidas". EL número de personas que se quitan la vida va en aumento en las últimas tres décadas. De acuerdo al INEGI se habla de un aumento de 200 % en la presente década; la tasa nacional es del 4.1 por 100 mil habitantes en el año 2010, (en Colombia es 5.7). La depresión es sin duda el primer factor causal de la conducta suicida, que con frecuencia no es diagnosticada cuando se presenta en su forma silenciosa o enmascarada con síntomas como: baja estima, tristeza, estrés crónico, problemas económicos, desempleo, sensación de inutilidad, desilusión amorosa, soledad, desacuerdos y frustración en la relación de pareja. Un 15 % de estas personas puede llegar al desenlace fatal.
El medio más empleado es la asfixia por ahorcamiento, el consumo de venenos, el arma de fuego y en ocasiones arrojarse de una altura o a un vehículo en movimiento. La mayoría de los eventos ocurren en la casa, pero puede darse en las instituciones, calles o escuelas. Personas con rasgos de personalidad de baja tolerancia a la frustración, irritabilidad, agresividad, resentimiento, incapacidad para encontrar solución a conflictos internos o de problemas en el entorno, necesidad de control externo, tendencias a aislarse, frustración en la realización, soledad por jubilación o divorcio, adicción grave al alcohol o drogas, son más propensas a desarrollar conducta suicida.
El estado peligroso o más riesgoso para la conducta autoagresiva son los sentimientos y pensamientos de vacío. Es por ello que encontrar el origen del conflicto es tarea esencial para lograr el apoyo y así solucionar el problema y el padecimiento que se está gestando.
La conducta suicida es un fenómeno de carácter multifactorial, están implicados factores genéticos, psicológicos y sociales; un armamentum insuficientemente y/o con antecedentes de ancestros de padecimientos graves emocionales y mentales, ello abre la posibilidad de que no se logre la construcción de una personalidad firme, segura de lo que es y lo que quiere en el mundo, que no ha descubierto sus talentos, que no logra la gratificación ni la realización de los mismos a través de actividades productivas y creativas. No le encuentra el verdadero sentido de la vida, todo ello colocaría a esta persona en riesgo de caer en un padecimiento y la conducta que se ha venido describiendo.
De acuerdo al humanismo existencial el estadounidense Rollo May, refiere: "la sociedad de hoy, ya no vive el sufrimiento, la ansiedad, la culpa, la vulnerabilidad humana, como una oportunidad para sobreponer y crecer, a cambio de esto hay una conducta de huida hacia los satisfactores inmediatos, éstos podrán producir placer o felicidad, pero son pasajeros y pasan rápido, como: obtener mucho dinero, cambiar de pareja, divorciarse, pasar de diversión en diversión, disfrutar cantar" , pero que si no han logrado poseer el sentido de la vida, esto será poco útil, con gran riesgo de caer en el vacío y la soledad.
El suicidio, es la única muerte que puede ser prevenida, porque a diferencia de otros padecimientos como el cáncer, en el cual, frecuentemente, suele ser mortal, la persona con riesgo autoagresivo va dando señales durante el proceso del padecimiento, como: pensamientos de no querer vivir, nostalgia o diálogos internos o externos con seres queridos que ya no viven, aislamiento o retraimiento, frases cortas como de despedida, son algunas de las señales que observaremos si ponemos atención.
El suicidio no sólo acaba con la vida de una persona, también afecta el entorno familiar y social. Al no haber podido hacer nada para evitarlo nos deja, de por vida, en el "hubiéramos" podido hacer. Por lo cual, cuando estamos ante una persona que ha presentado una conducta autoagresiva debemos darle seguimiento hasta que recupere la salud. "Serás feliz, me dijo la vida, pero primero te haré fuerte"
*Psiquiatra. Profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Agustín Madero Fernández del Castillo, endocrinólogo.