La actriz, oriunda de Torreón, Coah, podría ser diputada plurinominal del PRI. (ARCHIVO)
Debutó en la TV en 1964, en la telenovela La Vecindad. En el cine, en 1969, con la película “La vida inútil de Pito Pérez”. Próximamente podría iniciar una nueva faceta profesional: ser diputada plurinominal del PRI.
Pero ¿cómo le hace para estar informada? ¿qué le provocan hechos como Ayotzinapa o el asesinato de un niño en Chihuahua?
-—¿Quién es Carmen Salinas Lozano?
—Es una mujer que ha sabido vivir la vida con felicidad y con una eterna tristeza.
—¿Cómo es un día en su vida?
—Cuando no tengo ningún compromiso, es levantarme a la hora que me da mi gana. Cuando me levanto, lo primero que hago es encomendarme a Dios y al bañito, a darme un baño muy rico, y luego ya me suben, Estelita o mi sobrina Elenita, un juguito y frutita. Al rato ya me aviento un desayunito tranquilo. Luego me pongo a leer o me pongo a ver las noticias y luego vienen mis nietecitas a saludarme.
—¿Qué noticias le gustaría ver en la televisión o en la prensa de México? ¿Estamos muy ‘rojos’ por la inseguridad?
—Cuando yo leo… cuando leo que agarraron a una buena cantidad de delincuentes, me da mucho gusto. Lo que me encantaría más ver en la tele y leer es ver que ya se calmaron los tipos estos que no están aquí a nuestro alcance, que están lejos y que matan a la gente sin piedad, tratándose de niños, mujeres y ancianos, y destrozando todas las cosas tan bellas que tienen más de 2 mil años de existencia y todas esas cosas. Me gustaría leer que ya los agarraron a todos.
—Oiga, ¿México es como una película de terror o podemos mejorar el guión?
—Yo creo que todo el mundo entero, en todo el mundo hay momentos de violencia, cuando no de violencia, pues los mismos elementos de la Tierra. Mira, por favor, yo soy de Torreón, Coahuila, y lo que acaba de pasar en Acuña me tiene devastada, porque son paisanos míos. Yo no concibo ver los carros parados afuera de las casas. Yo no puedo concebir que haya un tornado de esa naturaleza.
—En su familia, ¿usted y sus hermanos llegaron a pasar hambre?
—Sí llegamos a pasar hambre, pero un taco de frijoles nos sabía a gloria. Hasta la fecha, uno de mis platillos preferidos son los frijolitos de la olla con cebollita ‘bien’ picadita…
—Hablando de estos temas, ¿por qué cree que en México no podamos terminar con la pobreza, con el hambre?
—Mira, te voy a dar un ejemplo. Nosotros, mi padre, que era un hombre muy trabajador, de pronto deja a mi mamá por otra persona. Ella nunca nos habló mal de él, siempre fue muy discreta, nunca nos dijo: ‘Su padre anda con viejas, anda en esto’, nunca, nunca la escuchamos. Ella hacía pastelitos, a mis hermanos les hacía bolsas de crispetas, de palomitas, para que las fueran a vender. Y les decía: ‘Bien limpiecitos, para que les compren y la gente vea que hay limpieza en todo’.
Mi madre era una mujer muy limpia y nos inculcó todo eso. Era una madre sola con 8 hijos. Las hermanas mayores ya habían terminado sus estudios de primaria y secundaria, antes no había preparatoria, antes no había matemáticas, había aritmética. Entonces, nosotros sólo pudimos estudiar la primaria, mi hermanita Elenita, María Eugenita y yo.
Los muchachos sí terminaron la primaria y la secundaria. Años más tarde, estudiaron la preparatoria y todos colaborábamos para que mi madre no pasara por momentos difíciles, porque cuando la gente quiere, sale adelante. A ver, ella no tenía una fábrica, creo que mi papá le dejó una tiendita para que se sostuviera con sus hijos, porque él ya se iba con otra relación, con otra chava. Creo que nos acabamos la tiendita porque hasta yo me metía a despachar y me decían: ‘Peloncita, fíame un cuarto de manteca’ y yo le ponía dos kilos en papel de estraza porque yo no sabía pesar, entonces nos acabamos la tiendita.
—¿Y después qué pasó?
— ¿Qué pasó después? Pues como todos colaborábamos, como todos ayudamos, mi madre hacía pastelitos y le ayudábamos mis hermanitas y yo. Mi madre hacía gelatinitas y nosotras le ayudábamos e íbamos a venderlas con las vecinas, y además no nos daba pena llegar con las vecinas y decirles: ‘Oiga, no quiere que le haga algún mandado’, nos granjeábamos para poder ganarnos un peso y poder subsistir.
Pues así, cuando la gente quiere, puede salir adelante. Luego mi mamá iba y compraba pedazos de tela, de servilletas y nos ponía a mis hermanas y a mí a bordarlas y luego íbamos y las vendíamos, y nos las compraban porque estaban bordaditas a mano, con florecitas, trebolitos, rositas, y nos ponía el ejemplo y nos ponía a coser. Y luego nos ponía a tejerle las orillitas con hilo para que tuvieran como encajito y las vendíamos ‘re bien’ y salíamos adelante. Querer es poder, mi vida.
—¿Los mexicanos estamos esperando que el gobierno nos resuelva todo?
—No sabría decirte. Yo no estoy esperando a que el gobierno me resuelva todo. Yo siempre vi cómo le hice para trabajar. Yo creo que así, ustedes, todos, estamos viendo qué hacemos, hijo, para salir adelante. Entonces, nosotros fuimos gente muy trabajadora y hasta la fecha sigo siendo muy trabajadora.
—¿Cuál es el santo de su devoción?
—Primero está mi Padre Dios, mi Padre Jesús, la Virgen María y ahí en más, toda la corte celestial. Yo me encomiendo a ellos, a todos para que cuiden a mis nietecitas, a mi nieto, a mi bisnieta Elenita, a mis hermanos, a mis sobrinos, siempre estoy orando por toda la familia y por todos mis amigos.
—Usted fue impulsora del teatro como “Aventurera”, con “Cada quién su vida” en el Salón México, con María Rojo, detrás del Blanquita, ¿cree que hace falta incentivar ese teatro, la vida nocturna en la Ciudad de México?
—¡Sí, claro, cómo no! Después vinieron muchas copias de “Aventurera” y no funcionaron, no pegaron, y a mí me encanta mucho el teatro. Desde el 2012 que dejé de hacer ‘Aventurera’ ya no volví hacer nada. He tenido muchas ofertas para hacer teatro, incluso la última fue de Gerardo Quiroz, no me ha llamado; pero no estoy muy preocupada por quererme meter a ensayar, a estudiar, a estar metida en eso, no, no, no.
No creas que me preocupa mucho eso. Porque me voy a enfrentar a una situación, como es lo que me ofrecieron, si es que voy a llegar, aunque sea plurinominal la diputación. Estoy leyendo todo lo que concierne a la gente de la vida de la política. Estoy leyendo…
—¿Qué país le gustaría tener, qué país le gustaría que fuera México?
—Ay Dios Santo… mira, lo que conozco es Moscú y allá también hay mucha violencia, conozco París, y allá también hay mucha violencia, ¿viste los que se metieron a matar a los caricaturistas que hacían las cosas de Mahoma?, España también conozco…sí me da tristeza. No me quiero sustraer de la realidad de este país, de que me dé tristeza tanta violencia, tanto asesinato.
No sabes cómo he rezado por los jóvenes de Ayotzinapa. Yo más que nada pido por sus padres, por sus hermanos, que les ayude a superar este dolor, que no lo van a superar, no lo van a superar nunca, pero cuando supe de eso dije: ‘No puede ser posible que haya pasado una cosa de esa naturaleza’. Cómo puede tener estómago un policía de esos que estaban ahí en Iguala y el presidente municipal, El Abarca (José Luis Abarca), y la mujer María de los Ángeles (Pineda), con parentela tan espantosa, ¿cómo pueden ordenar la matanza de unas criaturas, dime cómo puede existir eso? ¿cómo puede ser posible que unos niños se pongan a jugar a que son secuestradores y asesinen a una criatura de seis años allá en Chihuahua?
Todo eso me asusta porque tengo seis nietecitas, tres jóvenes que me dejó Pedrito; María Eugenita, mi hija, tiene cuatro mujercitas y un varón, entonces me angustia la situación de mis sobrinitos, de los que tienen niños chiquitos…
—¿Usted va al mercado?
—Claro que voy. Me voy y me echo mis huaraches allá en el mercado de Jamaica, con costilla ¡Bombo!, y la salsa verde… ahí con ‘La Güera’.
—¿Con qué lo acompaña?
—Con un Peñafiel rojo, ¡Bombo! ¡Cómo comemos los mexicanos! Y también me voy al mercado Martínez de la Torre, donde hay una taquería que se llama ‘La Corcholata’, me echo unos tacos de cecina. Y luego me voy a echarme un tepache, ¡ay, ay, hace años voy! Me acabo de echar un tepache con tantitito carbonato y hasta hace espuma. No hay de veras como gozar lo de uno, lo de un mercado…
—Si usted pudiera hablarle al oído a nuestros gobernantes para aconsejarlos, ¿cuáles serían las tres cosas que les pediría?..
—¡No ‘manches’ hijo, cómo voy a hablarles al oído! No, no, no. Ni una ni cuatro. ¿Yo quién soy? Mira, lo que me preocupa mucho es que la gente no tenga los elementos para poder trabajar, para poder salir adelante. Ya hay un programa que tiene Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social, muy bonito, donde a la gente de allá de la Montaña de Guerrero les están haciendo sus casitas, pero aparte de eso, a las señoras que no tenían trabajo les pagan por hacer unos perolotes de comida que les dan de comer a los niños, ¡no sabes cómo agradezco todo eso, que les den de comer a la gente, a los niños, a los ancianos!
—Pero también hay otros problemas, ¿no?
—Por ejemplo, no te puedes imaginar cómo odio a los que explotan a un campesino, como allá en Baja California, ¡oye, que los tenían horas bajo el sol! No ‘marchen’ estos infelices, dándoles unos sueldos de mierda, qué es eso, ¿Y quién entró en acción? El secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete, que lo admiro como no tienes idea, no sabes cómo lo admiro porque él entró en acción y está salvando a todos esos campesinos, a toda esta gente que estaban explotando estos ‘perros’.
A mí me da mucho coraje, oye, los niñitos en el lodo, sin tener qué comer, comiendo en el suelo, comiendo tortillas duras, ni siquiera una cama digna, ponerles bebederos, baños para que se bañaran y pudieran hacer sus necesidades, y estaban incomunicados. Y lo que me ‘encabrona’ es que luego, luego, politicen eso y que luego, luego, entren en acción los que no lo descubrieron y vayan ahí encabezando las manifestaciones, ah, cómo me molesta eso.
—¿Cómo le hace para estar informada, que periódicos lee?
—Hay un señor que se llama Juan Francisco Ealy Ortiz, es mi amigo, pues me encanta EL UNIVERSAL, eh. También el Milenio, Excélsior, La Jornada.
—¿Qué oye en la radio?
—Cuando tengo oportunidad me fascina escuchar a Maxine Woodside, la ‘Reina de la Radio’, es mi amiga, la quiero mucho; me encanta mucho el programa de radio de Joaquín López Dóriga, cuando tengo oportunidad oigo a Pepe Cárdenas. Me encanta Mi Ciro, ¡Ah, no, mi Ciro, olvídate! Cuando me levanto muy temprano porque tengo un compromiso, lo pongo a él porque tiene muy buena información. Me gusta también Carlos Marín, que es mi amigo.
—Tiene muchos amigos; pero ¿quién es su enemigo?
—¿Quién es mi enemigo? Ay no, no quiero conocerlo mi’jo. ¿Tú crees que no tengo enemigos? Ay, y más de la oposición.
—¿Tiene amigos en el PRD?
—Yo admiro mucho a Andrés Manuel López Obrador –líder de Morena-. Me llegó a recibir muy bien en su oficina, y platicaba con ‘El Chato’. No hablábamos de política, hablábamos de espectáculos. El doctor Miguel Ángel Mancera lo veo como un hijo porque él ha venido a comer varias veces a la casa, desde antes de que fuera lo que es ahorita. Porque yo creo que él, al igual que yo, se sorprendió porque a él le llegaron los Santos Reyes con ese ‘hueso’ que tiene ahorita, y luego a mí que me van hablando del PRI para invitarme a que fuera diputada plurinominal, también me sorprendí, me quedé así: ¡Ay, ¿por qué yo?! Y me dijeron: ‘Pues porque la queremos mucho y la gente te quiere mucho y queremos que estés con nosotros’.
Yo he sido priísta desde que tengo uso de razón, antes de que mi padre se fuera del lado de mi mamá. Era un hombre priísta de ‘hueso colorado’. ¿Sabes también quién es muy amigo mío y para mí es un hijo? Raymundo Collins, que ahora está en el Invi, en el Instituto de la Vivienda.
—Y también tuvo una pareja priísta hace mucho tiempo, ¿no?
—De eso yo no me quiero acordar, ya pasaron como 25 años, eso es pasado.
—Vamos con la última parte de la entrevista, le digo una palabra y usted me responde con una palabra también.
—Ay no, no comiences con esas ‘jaladas’… bueno, ‘papas’, ¡échalas!