La fuerza de adhesión del caucho es mayor que la del papel, motivo por el cual el grafito se pasa a la goma y deja su anterior residencia. (ARCHIVO)
Tener la posibilidad de corregir errores al escribir o dibujar con lápiz es algo posible gracias a la goma de borrar, un invento que se descubrió casualmente.
En el año 1770, Joseph Priestley, su descubridor, se dio cuenta que al frotar un trozo de caucho sobre un papel en el que se había pintado con lápiz, desaparecía la marca dejada por este.
Priestley trajo así al mundo el conocimiento de que la fuerza de adhesión del caucho es mayor que la del papel, motivo por el cual el grafito se pasa a la goma y deja su anterior residencia.
No obstante su hallazgo, no fue Joseph quien llevaría a su descubrimiento al éxito comercial, sino Edgar Nairne, quien lo lanzó al mercado, motivo por el cual algunas fuentes lo consideran erróneamente como quien inventó el también llamado borrador.
Finalmente, cabe mencionar que esa primera goma tenía el desperfecto de que con el tiempo se pudría y despedía malos olores, lo que vino a solucionar Charles Goodyear, cuando originó el proceso de vulcanización, hacia el año 1844.