
Las formas orgánicas de Javier Senosiain
La vida de los arquitectos está llena de experimentación, de exploración, de una búsqueda frenética de una identidad lograda a partir de un proceso de síntesis que lleva muchos años y que solo los genios logran alcanzar, el mexicano Javier Senosiain es uno de ellos y trabaja casi en silencio.
Nacido en la Ciudad de México en 1948 y formado en la Escuela Nacional de Arquitectura de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Javier Seniosiain es uno de los máximos representantes de la arquitectura orgánica en nuestro país. Su trabajo abarca proyectos y construcciones de oficinas, casas habitación, plantas industriales y complejos en áreas de turismo.
Desde 1974 ha combinado la docencia con el ejercicio profesional y la investigación. Imparte clases de diseño y teoría de la arquitectura en la UNAM, casa de estudios que ha reconocido su trabajo y en la que ha ocupado cargos administrativos. Es autor de los libros Bioarquitectura. En busca de un espacio (Editorial Limusa, 2004) y Arquitectura orgánica de Senosiain (AM Editores, 2008).
Senosiain es un arquitecto valiente que con sus obras orgánicas nos recuerda a Antonio Gaudí, Frank Lloyd Wright o Juan O’Gorman, es un artista que esculpe, pinta y canta a través de proyectos que llenan los sentidos de quienes los contemplan.
Su arquitectura es sorpresiva, intrigante, integrada e inteligente, sus muros rara vez son rectos y sus edificios son organismos que parten del suelo, respetan el entorno y se cobijan con el terreno, como escondiéndose de la gente.
NIDO DE QUETZALCÓATL
La magia de este proyecto comienza con su nombre: Nido de Quetzalcóatl (Estado de México, 2007); un homenaje a un glorioso pasado que también idealizó Diego Rivera con su arte a principios del siglo XX, Javier Senosiain retoma esta idea y construye su poesía.
Se trata de un conjunto que alberga una serie de departamentos con servicios. Se encuentra en un terreno irregular de cinco mil metros cuadrados y tiene unos desniveles muy pronunciados ya que se encuentra una cañada de encinos que la atraviesa de forma longitudinal.
Solo el cinco por ciento del terreno tiene una ligera pendiente por un pequeño frente que da a la calle. El 98 por ciento del espacio es campo, ya que el bosque se respetó completamente con este proyecto. Algunas cuevas que se encontraban en el área fueron colapsadas por el fraccionador por ser inseguras, lo que generó depresiones pronunciadas. Solamente se conservó una de las cuevas (la menos peligrosa) de 50 metros de largo por seis metros de ancho, aproximadamente.
En la entrada de la cueva se colocó la boca de una serpiente que parecía que se hundía y salía de su orografía de forma virtual, dinámica y mágica, luego vino la colocación de la cola de Quetzalcóatl al final. En la parte alta del crótalo en el cascabel se ubicó un depósito de agua, abajo el espacio del conserje y más abajo un cuarto de máquinas con diez bodegas pequeñas, una para cada departamento.
Se considera un proyecto no invasivo, ecológico y totalmente integrado a un terreno cuya orografía no era fácil afrontar. Esta serpiente cuyo cuerpo principal alberga los departamentos funciona también como una gran escultura urbana y se complementa con el resto de los elementos de la propuesta creando un parque natural de encuentro entre el espíritu del hombre y la naturaleza.
La serpiente está colocada casi al centro del terreno y unida sutilmente con el área del estacionamiento que tiene una forma ovoidal. La piel de los edificios es casi la de un reptil, un anfibio, de un gran animal que nos recuerda un dinosaurio. Piel escamosa y de colores que a veces también rememora a Gaudí, a Cataluña y a las iguanas, lagartos, lagartijas. Esta arquitectura es flora, fauna, poesía y misterio.
La gran serpiente es colorida, casi fluorescente. La luz la invade en penumbra, la colorean sus vitrales. Fabricada de ferrocemento emula las plumas del quetzal, ave magistral de nuestro pasado. En el interior tiene dos niveles que albergan cada casa de unos 200 metros cuadrados cada una. El acceso a las viviendas se realiza a través del lomo de la misma.
En el Nido la gente busca los recorridos, el goce estético. La cabeza de la serpiente sirve de mirador hacia la cañada y sus alrededores. Incluso las personas pueden acceder a sus fauces y sentir que son devorados irremediablemente.
NAUTILUS
Esta vivienda se construyó en el Estado de México en 2007, en una cima ascendente de terreno. En tres de sus lados tiene construcciones altas y la colindancia poniente tiene una vista profunda hacia las montañas. Se diseñó a partir de una planta en forma espiral, misma que se fue adecuando sobre el terreno del proyecto. Parte de un trazo de una espiral logarítmica formal.
El área del proyecto fue al fondo del predio, en la parte frontal quedó el jardín y los accesos. Es realmente como un organismo vivo que se libera desde adentro. La forma del proyecto se adaptó sin forzarse.
La fachada luce como un mosaico natural y multicolor, casi como un palacio de cuento de hadas, una vivienda con una dosis de locura. Los interiores por otro lado son como el vientre materno, cálidos, guardados, silenciosos. Sus texturas y colores son generalmente claros, higiénicos, donde la vegetación habita y tiene un lugar privilegiado.
A veces, por otro lado, parecen hogares milenarios, vernáculos, grutas donde la vida es plena. El trabajo en maqueta generó numerosos cambios hasta encontrar el volumen que pedía el proyecto y el proceso creativo fue interesante y lúdico.
Al entrar desde el exterior se asciende por una escalinata y al pasar por el interior de la vivienda se disfruta de gran vitral de varios colores que genera una indescriptible sensación de quietud. Ahí se genera una experiencia espacial viviendo la secuencia de un recorrido en donde ni los muros, ni el piso, ni el cielo son paralelos o rectos, son orgánicos.
Es un espacio fluido en tres dimensiones donde se puede percibir la dinámica continua de la cuarta dimensión al caminar en espiral sobre la escalera y con la sensación de flotar sobre la vegetación. Se continúa por el vestíbulo hasta llegar por la sala de televisión arropada por el vientre del crustáceo.
Finalmente y subiendo por la escalera-caracol se accede a un estudio desde donde se puede disfrutar de un paisaje montañoso. En la parte posterior el arquitecto colocó la zona íntima y la de servicios. El mobiliario es generalmente fijo y forma parte de un conjunto único que valdría la pena visitar. La construcción de la misma es a base de ferrocemento de 4 a 5 centímetros de espesor y la ventilación se da gracias a un par de ductos subterráneos. En el interior se le dio un acabado similar al nácar y en el exterior se le pintaron franjas de color ocre iguales al caracol natural.
FORMAS ORGÁNICAS (TABLA)
Algunas obras representativas del estilo de Javier Senosiain
La casa orgánica, Naucalpan, Estado de México México 1985
El hongo, Acapulco, Guerrero, México 2010
Nawja, Jordania, 2010
Auroville, Mac Masters Beach, Australia 2010
Casa Amiba, Itú, Sao Paulo, Brasil 2013
SENOSIAIN EN LA RED (HERRAMIENTA)
www.arquitecturaorganica.com