En las carreteras del Estado de México la belleza natural se irrumpe con sendos espectaculares de Eruviel Ávila promoviendo su informe como gobernador. Consiguió cobertura mediática nacional y promovió a su estado como una entidad moderna que, desde su perspectiva, ha dejado atrás la violencia y la corrupción.
Si hacemos un breve recuento de los rezagos del estado, la inversión publicitaria, que en datos oficiales de 2011 a la fecha, alcanza poco más de los mil 250 millones de pesos, no consigue mover la balanza a favor del gobernador priísta. Estas cifras no sólo causan indignación, sino que dislocan cualquier lógica de gasto de prioridades cuando lo que importa realmente es la población. Si Eruviel Ávila gobernara un estado próspero, igualitario y sin pobreza, podría vanagloriarse dirigiendo esa cantidad de recursos a promover su imagen. Sin embargo, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 941 mil personas se incorporaron a los 8 millones de pobres que tiene el estado, lo que equivale a un aumento de 13 por ciento en su administración.
Por otro lado, el sol de corrupción, que no puede tapar con el dedo, deslumbra en los escándalos de OHL, ya que su gobierno es de los que más ha beneficiado a la empresa con contratos multimillonarios que implican decisiones opacas, ilegales y de muy débil impacto social. No hay forma de justificar la vergonzosa reincorporación de Apolinar Mena, su exsecretario de Comunicaciones, quien se vio involucrado en el escándalo de OHL en concesiones en el estado. Mena violó la Ley de Responsabilidades de Servidores Públicos, pero al gobernador Ávila Villegas le parece suficiente que su amigo y colaborador pague una multa de menos de 200 mil pesos y se hace de la vista gorda para volverlo a colocar convenientemente en el mismo cargo. Al fin y al cabo tiene ya probado el perfil corrupto que su gobierno requiere para administrar las comunicaciones del estado a su gusto y proceder.
¿Cuántas personas piensan en feminicidio cuando se habla de violencia en el Estado de México? ¿El informe y publicidad de Ávila Villegas consiguieron revertir esta relación? Me temo que no todavía, pues naturalmente la resistencia del gobernador y de Peña Nieto a la solicitud hace más de una década para establecer la alerta de género tiene consecuencias irreversibles. Aunque ahora el gobernador anuncia su "logro" para instalar la alerta en 11 municipios, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio señala que al menos mil 258 niñas y mujeres fueron reportadas desaparecidas en el Estado de México de 2011 a 2012 y en lo que va de la administración de Ávila Villegas han desaparecido más de 600 mujeres menores de 20 años.
Los números son desgarradores, pero de alguna manera despersonalizan el dolor que representan para miles de familias mexiquenses. Acercarnos a las historias de carne y hueso nos permite aproximarnos con mayor nitidez a lo que implica vivir con un ingreso menor de 140 pesos diarios, ser mujer menor de 30 y circular por municipios de extrema violencia.
¿Es miedo o masoquismo lo que abruma a la población mexiquense? ¿Por qué no hacen uso de su voto para permitir la alternancia de gobierno? ¿Cómo es que sobreviven a más de ocho décadas gobernados por el mismo partido? ¿Los partidos de oposición no han hecho un esfuerzo suficientemente sólido para informar a la población de lo que representa este monopolio en la gubernatura? ¿No existe una alternativa política que revierta la elección y ofrezca al Estado de México un futuro más prometedor? Mientras no haya una respuesta clara a estas preguntas, la pobreza, la corrupción y la violencia seguirán siendo un elemento de identidad para el Estado de México.
Analista política y activista ciudadana