John Dee empezó a cavar en el huerto de su casa.
Los vecinos se asombraron: Eso de cavar la tierra no es tarea propia de filósofos.
Se afanaba John Dee a mañana y tarde, y a veces aun de noche, en hacer aquel pozo que cada día iba alcanzando mayor profundidad.
-Seguramente anda buscando oro -opinó uno.
Y es que en todos los tiempos los hombres se la han pasado buscando oro.
Un día John Dee se vio radiante. Su rostro lucía una sonrisa de felicidad. A los que le preguntaron la causa de su dicha les dijo:
-Por fin encontré lo que buscaba.
Le preguntaron:
-¿Oro?
Respondió el sabio:
-No. Encontré algo mucho mejor. Encontré agua.
¡Hasta mañana!...