— Daniel Yergin
Mucha gente se pregunta por qué Pemex tiene que abrir gasolineras en Estados Unidos. Persiste la idea entre algunos que una empresa estatal debe tener un monopolio en el mercado interno y realizar actividades solamente dentro de su país. Ésta es una actitud que pretende ser progresista pero que simplemente revela ignorancia sobre el mercado petrolero.
En efecto, las empresas petroleras siempre han encontrado conveniente buscar una integración vertical, desde la exploración y producción hasta la venta al consumidor final pasando por la refinación, y una diversificación de mercados. La integración vertical y la diversificación reducen riesgos en una industria que ha sufrido enormes fluctuaciones de precios y condiciones debido a las constantes intervenciones y manipulaciones de los gobiernos.
La estrategia la comparten virtualmente todas las grandes empresas de hidrocarburos del mundo, desde ExxonMobil y Shell hasta Gazprom y PDVSA. La venezolana PDVSA, a pesar de ser controlada por un gobierno populista, tiene plantas de refinación y una cadena de gasolineras en Estados Unidos las cuales operan bajo el nombre de Citgo. No lo hace por ideología sino como estrategia para fortalecerse en el largo plazo. Pemex no lo había hecho por prejuicios políticos. La decisión de poner gasolineras hoy en Estados Unidos, como la que se tomó años atrás de tener una refinería en Texas, nos conviene a los accionistas, que somos los ciudadanos mexicanos.
La apertura de la primera gasolinera de Pemex en Houston, sin embargo, ha puesto de manifiesto el enorme abismo entre el mercado estadounidense y el mexicano. En su primer día de operaciones ofreció gasolina regular sin plomo a 1.54 dólares por galón con pago en efectivo. Esto significa un precio de 6.90 pesos por litro a la tasa de cambio de ventanillas bancarias (16.95) del viernes pasado. Compare usted con el precio de 13.57 pesos por litro que nos cobran las gasolineras de Pemex en México por Magna, una gasolina de inferior calidad a la que se vende en Estados Unidos.
La culpa, por supuesto, no es de Pemex. En México el precio de la gasolina lo establece por decreto la Secretaría de Hacienda. Lejos de fluctuar todos los días, como en la Unión Americana, o de variar de lugar en lugar para considerar los costos del transporte, en México el precio se ha mantenido desde el 1º de enero de este 2015 pese a la caída de los precios del petróleo y se aplica en todo el país, excepto en la frontera norte donde se ajusta a la baja por la competencia de las gasolineras estadounidenses. La diferencia del precio entre Estados Unidos y México se la embolsa Hacienda como uno más de los impuestos ocultos que nos cobra a los mexicanos por el privilegio de vivir en México.
La idea de que los mexicanos nos hemos beneficiado del monopolio petróleo es falsa. Hoy los precios de la gasolina en México duplican los de Estados Unidos, lo cual es un abuso que sólo se puede mantener por el monopolio que conserva Pemex en el mercado interno. En el pasado el precio en México era más bajo que el estadounidense, pero esto también generaba distorsiones de mercado y un subsidio injusto a los dueños de vehículos de motor, que son el grupo más rico del país. El mercado es siempre un mejor mecanismo para establecer los precios de la gasolina o de cualquier otro producto que el mejor de los burócratas.
La reforma energética está abriendo caminos para que Pemex se convierta en una empresa más competitiva. Pero falta mucho para que los mexicanos podamos recibir los beneficios de un mercado más abierto. Por lo pronto tenemos que pagar un precio de extorsión por la gasolina: el doble de lo que se paga en Houston aun cuando el producto lo venda la misma empresa mexicana.
UBER VS GM
Sólo le tomó a Uber cinco años y medio para rebasar la valuación de General Motors, empresa de 107 años que a mediados del siglo XX era la más valiosa del mundo. Uber estaría alcanzado una valuación de 68 mil millones de dólares.