El suizo Stanislas Wawrinka consiguió su segundo título de grand slam al vencer al serbio Novak Djokovic en cuatro sets. (EFE)
El tenista suizo Stanislas Wawrinka vino de atrás y le negó la posibilidad al serbio Novak Djokovic de completar el Grand Slam de carrera, ya que se proclamó monarca del Roland Garros 2015 por parciales de 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4 en una histórica final.
"Stan" ya había reinado en la "Ciudad Luz" en 2003 pero en calidad de juvenil y ayer se hizo de la Copa de los Mosqueteros para emular la hazaña del sueco Mats Wilander, que se llevó el trofeo de "junior" en 1981 y al año siguiente lo hizo en el evento grande.
Así pues, luego de perder en primera ronda de este Major el año pasado, el helvético se cobró revancha a lo grande y venció al máximo favorito para sumar su segunda corona de Grand Slam tras el Abierto de Australia 2014.
En un encuentro que duró tres horas y 12 minutos, Wawrinka evidenció a "Nole", desgastado por la semifinal que apenas pudo completar la víspera y, por ende, no pudo evitar que su racha de 28 partidos invicto terminara.
Por un lado, hubo 59 tiros ganadores de "Stan the Man" a cambio de 30 que conectó el balcánico, quien para poder festejar un punto tenía que ir de esquina a esquina, elongar al máximo y controlar su frustración que incluso le orilló a descargar su furia contra la raqueta.
Y es que "Djoker" era favorito a por fin hacerse del título "grande" que le faltaba a su vitrina, incluso desde antes que él mismo eliminara al nueve veces campeón, el español Rafael Nadal; pero ni eso fue suficiente y por tercera vez se quedó a un paso de la gloria.
En cambio el nombre de Wawrinka no figuraba precisamente entre los principales candidatos, al menos hasta que despachó con la mano en la cintura a su compatriota Roger Federer en ronda de cuartos de final.
A partir de ahí todo fue alegría para el pupilo del sueco Magnus Norman, liquidó al francés Jo-Wilfried Tsonga en "semis" con algunos cabos sueltos en cuanto a su poca efectividad para consumar puntos de quiebre, situación con la que batalló también en esta jornada.
Pocos apostaban que el octavo cabeza de serie invertiría los papeles después de la doble falta que cometió en el séptimo "game" de la primera manga y que abrió la puerta para que "Djoko" se adelantara en la pizarra.
Nada más empezar el segundo set, su servicio estuvo al límite y el balcánico lanzaba un guiño a un final feliz, pero no contaba con el temple de su adversario, que lo puso a rezar en el cuarto "game" con dos chances de rotura y ahí comenzó el resumen del duelo: "Stan" no concretaba y Djokovic escapaba por una magra rendija.
Así navegaron hasta el 4-5 con saque del mandamás del circuito y Wawrinka no pudo elegir mejor momento para canjear el rompimiento, después de cuatro fracasos, lo que niveló a un parcial por bando.
Ya en el tercer episodio, Stanislas volvió a demostrar rápido sus intenciones de arrebatar el servicio de su oponente, deseo que se le concedió cuando estaba 3-2, con dos derechas y un revés implacables, aunado a un error de "Nole", que lo catapultaron 4-2 en el tanteador.
El daño estaba hecho y como si tuviera toda la experiencia del mundo en instancias decisivas de certámenes de este calibre, el helvético dictó cátedra para confirmar la voltereta y ponerse a un set del trono sobre la arcilla parisina.
Cuando el momento parecía estar totalmente volcado a su favor para afrontar la cuarta manga, el pupilo del alemán Boris Becker comprobó que no sería nada fácil y se colocó 3-0 arriba.
La gente se animó aún más con la posibilidad latente de vivir un quinto capítulo, más tenis de altísimo nivel, pero Wawrinka quiso acabar la fiesta temprano y rompió en el quinto y noveno "game" para ponerse a cuatro puntos del campeonato.
Con el escenario inmejorable, Wawrinka se presentó a la línea de saque con tranquilidad, se intercalaron tres errores y con el 15-30 se dispararon las preguntas de si "Stan" podría con la presión de terminar la batalla.
Pero con mucha seguridad, pegó un revés de ensueño, dos derechas y otro revés más para aniquilar la naciente reacción que pretendía gestar "Djoker" y anotarse su segundo grande con el semblante serio y hasta cierto punto, incrédulo.
Instantes más tarde, Wawrinka recibió la Copa de los Mosqueteros de manos del tricampeón brasileño Gustavo Kuerten y así inmiscuyó su nombre en medio de una época que monopolizó Nadal; además de que desde hoy lunes amanecerá como cuarta raqueta del orbe, un lugar menos que su máximo avance en el escalafón internacional.