EDITORIAL Columnas Editorial Enríquez Caricatura editorial Kemchs

Calidad moral

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

No hace mucho, exigir era un derecho que sólo se podía ganar si previamente se había cumplido con las obligaciones propias. Hoy, sin embargo, la exigencia se realiza sin consideración alguna al mérito. Pocos son a los que todavía se preocupan por acompañar sus peticiones con la evidencia de que nada deben.

La crítica hacia el otro reclamaba calidad moral. No se podía juzgar a los demás si no se demostraba que uno no incurría en las mismas faltas señaladas. Hoy casi nadie se exige a sí mismo lo que demanda a los demás.

Hemos roto con las ataduras. Somos aparentemente libres, pero allí radica nuestra mayor prisión. Nos estamos entrampando. No nos damos cuenta de que la anarquía individualista que estamos fomentando con nuestro ejemplo, es un búmeran que tarde o temprano retornará para golpear nuestras nucas.

Lo que presenciamos las semanas pasadas con las campañas electorales, es muestra de esa pobre condición moral. Las acusaciones fueron y vinieron de un lado hacia otro como si a ninguno de los aspirantes le pesara su propia historia. Aquí, las faltas sólo son problema cuando las cometen los demás.

Pero hay que reconocer que cada año las campañas superan a las anteriores… para mal. No falta la nueva trasgresión, la que a nadie más se le había ocurrido, para estirar un poco más el límite de lo permitido y demoler un tanto más el muro de la dignidad humana. Este año, la cereza del pastel de lo inmoral la colocó Nueva Alianza con su Body Paint. Qué importa si se contribuye a la cosificación del cuerpo femenino, si eso permite estar en los medios y en las redes aun en la veda electoral.

No, no son los senos al aire lo que insulta. Es el hecho que la acción viene de un partido que anteriormente se había pronunciado a favor de una cultura de género; y que de manera muy probable, en el futuro cercano, se volverá a presentar como el máximo defensor de los derechos de la mujer. ¡Es la incongruencia, vaya!

Pero esa es la misma falta de congruencia que hay, no sólo en los partidos sino en general en nuestro país. Somos demasiados los que exigimos vivir en ciudades de primera, con autoridades de lujo, pero que nos negamos a ser los ciudadanos que exige el orden y el progreso.

Somos muchos los que, en el fondo, nos alegramos de no vivir en el primer mundo, porque entonces tendríamos que pagar impuestos, respetar el reglamento de tránsito y cumplir con la totalidad de nuestras obligaciones ciudadanas.

Los hechos hablan: preferimos un país en el que la calidad moral, no sea necesaria.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1230555

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx