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Emociones y salud mental

Se entienda o no se entienda, esta relación funciona

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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Ángel Meré Juárez

Las emociones existen porque han resultado útiles para la supervivencia de los seres humanos y se constituyen como un pilar fundamental de cada persona. Dependiendo de las experiencias que atravesemos, nuestras emociones pueden emitir energía positiva o negativa y de esta forma influir en nuestra salud mental y en nuestra vida en general.

Cuando se habla de salud mental se hace referencia, entre otras cosas, a la presencia de características positivas como la autoconfianza, la alta autoestima, el gusto por la vida, la capacidad para lidiar con el estrés y recuperarse de la adversidad, para reír y divertirse, para construir y mantener relaciones satisfactorias, la flexibilidad para aprender cosas nuevas y adaptarse a los cambios, y todas estas características, a su vez, están relacionadas con las emociones.

Una persona que tiene control de sus pensamientos, emociones y comportamientos es considerada emocionalmente sana, esta persona se siente bien consigo misma y por ende tiene una excelente relación con sus amigos, familiares y compañeros.

EMOCIÓN Y ENERGÍA

El psicólogo Paul Ekman estudió a fondo las emociones y las formas en que los humanos pueden expresar lo que están sintiendo a través de su rostro. Las seis emociones básicas o primarias que Paul Ekman identificó son la rabia, el asco, el miedo, la alegría, la tristeza y la sorpresa.

Estas seis emociones son plenamente biológicas, es decir, no se aprenden; nadie tiene que enseñarle a un ser humano cómo expresar el asco o la alegría, no es algo que se transmita culturalmente sino que todos hemos nacido sabiendo de qué manera expresarlas. Pero también existen otro tipo de emociones más complejas donde se combinan varios elementos como las cogniciones, los sentimientos y el modo en que reaccionamos a toda la información y los estímulos sensoriales que recibimos constantemente.

Las emociones son importantes para los seres humanos porque han contribuido a su supervivencia desde hace millones de años, y se constituyen como un pilar fundamental en cada persona y su desarrollo.

Investigadores como el psiquiatra norteamericano David R. Hawkins, han relacionado las emociones con la energía y el grado de satisfacción o plenitud que los seres humanos pueden alcanzar. Según expone en su libro El poder contra la fuerza (1996) existen varios niveles de consciencia que se corresponden con ciertas emociones, ciertos filtros de percepción, así como con ciertos niveles de energía.

Él propone una escala de consciencia, que va del cero (muerte) a mil (iluminación, la conciencia más alta que se puede vivir como humano).

Cada nivel superior soluciona los límites del anterior y propone otro reto de crecimiento. Cuanto más bajo es el nivel de consciencia, menos energía, más pensamientos y emociones negativas. Además, cuanto más bajo, las experiencias que vivimos y la realidad que experimentamos son más destructivas, más negativas. Hay más enfermedad, más carencias.

Cuando se observa la calibración de cada emoción y su correspondiente nivel de conciencia en la escala de David R. Hawkins se puede ver que cada una emite un nivel de energía distinto, la cual puede ser positiva o negativa. Todos podemos percibir intuitivamente la diferencia entre una persona positiva (agradable, genuina, considerada) y otra negativa (avariciosa, mentirosa, rencorosa). Las personas que están tensas continuamente son ansiosas, irritables e incluso depresivas. Sin embargo, las personas emocionalmente sanas han desarrollado diversas maneras de hacer frente al estrés y los problemas.

ACUMULACIÓN DE EMOCIONES POSITIVAS

Aquí radica la importancia de procurar vivir experiencias que generen pensamientos y emociones positivas. Cuidar nuestra salud mental supone hacer actividades que liberen endorfinas de forma natural y que contribuyan a hacernos sentir bien. Además del ejercicio físico, las endorfinas también se liberan naturalmente en una persona cuando:

• Hace cosas buenas por los demás y es útil para otros.

• Practica la autodisciplina y el autocontrol.

• Aprende cosas nuevas.

• Disfruta la belleza de la naturaleza y del arte.

• Gestiona adecuadamente sus niveles de estrés.

• Realiza actividades creativas.

• Reserva un tiempo y un espacio para actividades de ocio.

Según un trabajo publicado por la psicóloga social Barbara Fredrickson en Review of General Psychology (2008), las emociones positivas además de darnos una satisfacción puntual, actúan como mecanismo de aprendizaje. Es decir hablaríamos de la siguiente relación: a mayor emocionalidad satisfactoria acumulada, mejores recursos personales para afrontar las épocas de crisis.

Nuestras emociones positivas nos abren las puertas a nuevas posibilidades, nos motivan a hacer más cosas, gracias a ellas somos capaces de aprender más y ampliar nuestros talentos. Y esto nos permite desempeñarnos mejor en los retos personales.

Con estos avances podemos desarrollar herramientas para trabajar las emociones y elevarlas generando vibraciones altas que cambian las experiencias de vida.

Las personas que sienten muchas emociones positivas diariamente son más felices, más sanas, aprenden más y se llevan mejor con su entorno. ¡Somos energía, somos emoción!

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