Cthulhu. Foto: C.V. D.H.
El género del horror es uno de los más populares: cientos de libros, revistas, películas y series de televisión, con éxito o fracaso, aparecen cada año, ¿pero en qué consiste el arte de generar horror en las personas? ¿Está solamente en el susto ocasionado por un grito de algo inesperado o acaso hay algo más?
Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de agosto en Providence, Rhode Island, Estados Unidos en 1890. Se le conoce como el sucesor de Edgar Allan Poe. Desde muy pequeño tuvo una inclinación por los libros y la misantropía. Se dice que la muerte de su padre, causada por la sífilis, ocurrida cuando él apenas tenía siete años, tuvo un impacto negativo en la reputación de su familia. Lovecraft, heredero de quienes embarcaron el Mayflower en 1620, venía de un grupo social puritano. La enfermedad de su padre, relacionada con el pecado, generó que su madre tuviera hacia el joven Lovecraft un sentimiento contradictorio de desprecio.
Por este sentimiento de origen familiar, entre otras cuestiones, excesivamente conservador, el joven Lovecraft creció aislado de la sociedad norteamericana de finales del siglo XIX y principios del XX. Se dice que en el ático de su casa pasaba la mayor parte del tiempo leyendo principalmente historias de la literatura inglesa de la época gótica (1700-1800), muchas de ellas patrocinadas por su abuelo, Whipple Phillips Lovecraft.
En sus primeros años de existencia este estilo de vida no fue un problema (no asistía a la escuela), debido a que muchos de los gastos familiares los hacía su abuelo, un acaudalo empresario de Rhode Island. El futuro del niño misántropo hasta cierto punto estaba asegurado. Sin embargo, en 1900, por el derrumbe de una presa construida por la compañía propiedad de Whipple Phillips, la familia perdió casi toda su fortuna. Cuando éste último murió en 1904, las finanzas eran muy malas y la herencia dejada a la madre Sarah Susan Phillips Lovecraft resultaba pequeña.
Se dice que H.P. Lovecraft con el tiempo desarrolló una especie de xenofobia. Nada del exterior de su casa le agradaba y le resultaba muy incómodo relacionarse con extraños. Por algunas cartas y escritos personales puede advertirse por otra parte una postura antisemita, lo cual no es de extrañarse si se toma en cuenta el contexto social en el que se desenvolvió como persona. No obstante, un hecho contradictorio en su biografía es que poco después de la muerte de su madre en 1921, éste contrajo matrimonio con una mujer judía llamada Sonia Green. Debido a la personalidad extravagante del autor norteamericano, el matrimonio sólo duró dos años. H. P. Lovecraft murió de cáncer en 1937, a la edad de 46. Su corta vida le bastó para ser uno de los autores más influyentes del género del horror.
EL MIEDO A LO DESCONOCIDO
Las historias de horror, nos dice el mismo Lovecraft en su ensayo Supernatural horror in literature, son tan antiguas como la misma existencia del ser humano. Desde el principio de los tiempos este tipo de narraciones han cautivado la atención de los diferentes públicos. Por otra parte también nos afirma que la emoción más antigua y la más poderosa es sin duda el miedo a los desconocido.
Las historias de horror a lo largo de las épocas han tenido diferentes formatos; desde la narración oral que se trasmitía de generación en generación, pasando por los rituales, como puede ser el caso de la tragedia griega, hasta llegar a las narraciones modernas que según Lovecraft surgieron en Inglaterra en el siglo XVIII; en todas ellas lo que podemos ver es cómo el hombre ha tenido que lidiar con lo que no conoce o comprende. Asimismo, es en el siglo XVIII cuando surgió la tradición gótica, con toda su simbología y parafernalia. Es también la misma simbología y parafernalia que ha llegado a nuestros tiempos como signo de lo terrorífico. Sin embargo, Lovecraft y toda su escritura de ficción nos hace ver que el horror no se supedita a lo accesorio sino que se da cuando se aborda cierto ángulo o punto de vista ante los hechos.
Lovecraft sin duda es literariamente el descendiente de autoras como Mary Shelley y su obra más famosa Frankenstein or the modern Prometeus, así como de Ann Radcliffe y su obra The mysteries of Udolpho. No se puede negar tampoco que Lovecraft es la derivación de un hombre como Edgar Allan Poe. El estilo de aquel es muy parecido a este último, especialmente en la psicología paranoica de los personajes. Sin embargo, Lovecraft dentro de la tradición del horror significa un salto cuántico respecto a las temáticas y simbologías previas. Lo que se quiere decir es que en Lovecraft la parafernalia gótica, como lo pueden ser los fantasmas chocarreros, las casas embrujadas o los sarcófagos con vampiros ya no son suficientes, y él mismo lo sabe, sino que en las historias de este autor norteamericano el horror ya no se da dentro de un mundo interpretado por cuestiones morales o religiosas (el vampiro o el hombre lobo que es detenido con un crucifijo, agua bendita y una bala de plata), sino que el horror que trabaja es aquel a escala cósmica. El miedo a lo desconocido en Lovecraft ya no está relacionado con la maldad infernal (de herencia judeocristiana), sino que toma forma en la escala del cosmos, donde el ser humano apenas si es un pequeño grano de arena que cae en la nada.
EL HORROR CÓSMICO
Una de las cuestiones que caracteriza en gran medida la obra de Lovecraft es la dimensión infinitesimal que adquiere el ser humano en relación con el universo. Influenciado por las nuevas teorías, como la teoría de la relatividad, y por la dislocación del espacio-tiempo, los cuentos de Lovecraft ya no hablan de casas embrujadas o fantasmas, sino más bien abordan temáticas más relacionadas con seres de otras dimensiones o de lugares remotos del espacio exterior. En este contexto el ser humano ya no es la especie elegida de los dioses, el centro de la creación; es por otro lado una especie atrasada que habita un pequeño planeta de un pequeño sistema solar que gira a su vez en una de las millones de galaxias. Existen en el cosmos presencias antiquísimas que el ser humano desconoce y que aunque conociera, por su pequeño intelecto y sus pobres sentidos, no sería capaz de comprender. Lo que sucede con los personajes de Lovecraft precisamente es que ese contacto con estas presencias remotas les generan una conmoción tal que los destruyen moral y existencialmente, les hacen ver la nada. El hecho no es de extrañarse, ¿qué es lo que pasaría con todas la buenas conciencias de nuestros días si descubrieran que la historia del mundo no es lo que se pensaba?
Lovecraft trabaja con estas posibilidades, ¿qué tal si el hombre es sólo la creación de alienígenas? O, ¿qué tal si somos observados por civilizaciones que apenas si nos ven como pequeños seres? Ahora bien, que no se malentienda, en Lovecraft esta temática en ningún momento se toma a la ligera, no hay parodia en sus relatos; la narración asume la posibilidad como posible (aunque poco probable) y de ahí que lo que al principio podría ser una historia de entretenimiento, después de las primeras páginas aborde como pocas veces la cuestión desde los lugares filosóficos más densos. El horror cósmico no está supeditado únicamente (aunque algo hay de eso) a la descripción grotesca de entes; está en el hecho de que el ser humano poco conoce de sí mismo, pero especialmente del universo. En Lovecraft la oscuridad adquiere su dimensión verdadera, aquella que nos asalta cuando en medio de la carretera en una noche sin luna nos propicia la toma de consciencia de que no sabemos lo que el hombre encontrará en su psique sugestionada, pero especialmente, con los viajes espaciales, lo que encontrará más allá.
www.registrosdevoz.com