Siglo Nuevo

Juan Gabriel

O de la cultura popular que seduce al intelecto

Foto: EFE

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IVÁN HERNÁNDEZ

Juan Gabriel fue, siguiendo una idea extraída de Amado Nervo, el arquitecto de su propio destino. La obra de su vida difuminó las fronteras entre la cultura popular y la alta cultura.

El fenómeno envuelto en trajes coloridos musicalizó la vida de los mexicanos desde 1971. Fue del gusto de intelectuales, escritores, académicos y personas que compran el arte caro que sólo la técnica más pulida es capaz de generar.

Juanga surgió de la cultura popular, esa que de cuando en cuando comienza a alumbrar de forma espontánea en ámbitos ajenos al de la academia y el profesionalismo creador, es decir, más allá de la frontera de "alta cultura", en el seno del pueblo, de sus clases bajas.

La música del Divo de Juárez, su buena estrella alcanzada no sin esfuerzo, consiguió abrirse paso en la cotidianidad de sus escuchas porque reflejaba la vida cotidiana, una manera de andar en el tren del mundo y de cantar esos amores, esos odios, esas aspiraciones, las cuitas y los gozos; las canciones de Alberto Aguilera se adoptaban y se hacían propias.

Sus letras y acordes pasaron de una generación a otra apoyada en las tradiciones y costumbres (porque la costumbre es más fuerte que el amor) de una sociedad acostumbrada tanto a padecer como a divertirse a la menor oportunidad.

Juan Gabriel fue el primer cantante de música popular en actuar en el escenario por excelencia de la alta cultura: el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana.

Para comprender el parteaguas que significó la actuación del autor de No tengo dinero en tal escenario podemos recurrir a una definición del escritor norteamericano T.S. Eliot (disponible en el libro La civilización del espectáculo del Nobel peruano, Mario Vargas Llosa): La alta cultura es patrimonio de una elite y defiende que así sea porque 'es condición esencial para la preservación de la calidad de la cultura de la minoría que continúe siendo una cultura minoritaria'.

El escritor de La ciudad y los perros añade que cada clase tiene la cultura que produce y le conviene, y aunque, naturalmente, hay coexistencia entre ellas, también hay marcadas diferencias que tienen que ver con la condición económica de cada cual.

Con eso en mente puede comprenderse la resistencia a ceder el inmueble para la presentación de una figura cuyo oído fue educado por cantantes de ranchero y música made in USA.

Además de representar a la cultura popular y de sus incursiones en terrenos de la alta cultura, Juan Gabriel también se convirtió en un representante de la cultura de masas. En sus más de cuarenta años de trayectoria vendió cerca de 100 millones de discos.

Ya en los años de la red de redes también consiguió la calidad de referente obligado en las reproducciones musicales on line. Luego de su muerte superó a ídolos juveniles en los conteos de portales como YouTube.

Sin embargo, los críticos de la cultura de masas señalan que los productos una vez que alcanzan el adjetivo de masivos pierden su autenticidad ya que no se originan en el seno de las amplias masas populares de forma espontánea, sino que son creados e impuestos desde las cúpulas de manera emboscada y con una carencia de atributos aportados por el pueblo.

Las industrias culturales, como los sellos discográficos, ofrecen a personas con un bajo nivel cultural mercancías que no tienen entre sus cometidos elevar el nivel del consumidor.

Sin embargo, incluso entre los intelectuales hay quienes están dispuestos a concederle a Juanga el beneficio de no pertenecer a esa categoría.

El periodista musical Diego A. Manrique resume esa cuestión en un comentario a propósito de la presentación de Juan Gabriel en Bellas Artes: Aquello se veía como una degradación, como el triunfo de la estética televisa. Sin embargo, Carlos Monsiváis se erigió como defensor de esa idea, alzó la voz y comentó que por muy indignas que fueran Televisa y demás plataformas de la industria cultural nacional, allí florecían auténticos talentos.

Por supuesto, el cronista se refería al talento de Juan Gabriel, ese ídolo del pueblo, ese producto masificado, ese cantautor que plantó su bandera en el escenario reservado a las altas creaciones del espíritu humano.

Todos los poemas son canciones mas no todas las canciones son poemas. Esa es una lección que suele prodigarse en los talleres literarios.

Por esa vía es posible descubrirse tarareando algunos versos de Pablo Neruda cuando no cantando una versión propia y musical de Si tú me olvidas, o bien, uno hace el esfuerzo por memorizar bellezas como la Canción del Esposo Soldado de Miguel Hernández apoyándose en los acordes de Adolfo Celdrán.

Alberto Aguilera escribió, según diversas fuentes, cerca de mil 800 canciones. En ellas encontramos reclamos velados (Mira mi soledad / que no me sienta nada bien); la resignación esperanzada (No me he querido ir / para ver si algún día) o la frase parca y comercial disfrazada de amistoso consejo (Este es un lugar de ambiente / donde todo es diferente).

El encanto pues, está en otra parte, así lo entendió, por ejemplo, Carlos Monsiváis (1938-2010). Según el estudioso de la cotidianidad mexicana, Juan Gabriel encontró eco, una resonancia inaudita, en el interior de millones de mexicanos, porque vivió la historia que millones de individuos en las 32 entidades del país desearían que fuera su propia vida: un relato de orígenes humildes, de batallar y hacerle al lavacoches, al vendedor, de sufrir un encarcelamiento injusto, pero sin perder de vista el objetivo: triunfar pese a todo hasta convertirse en una luz para todos.

Murió a los 66 años, después de explotar con fortuna varios géneros musicales, entre ellos, uno que es considerado parte del patrimonio mexicano, la canción ranchera, esa que diera gloria e inmortalidad a cantantes con la estampa de hombres muy hombres, como Tito Guízar, Jorge Negrete, Javier Solís, Antonio Aguilar o mujeres muy bragadas como Lucha Villa, Aída Cuevas, Flor Silvestre.

Juan Gabriel no tenía ni la figura de los primeros, ni la voz de las segundas, pero lo que tenía bastó y sobró para subirlo al candelero, uno en el que está a salvo incluso después de su muerte.

HISTORIA BÁSICA

Alberto Aguilera Valadez, nació en Parácuaro, Michoacán, el 7 de enero de 1950. Fue el menor de diez hijos, varios de ellos malogrados.

Su padre se llamaba Gabriel Aguilera, fue un arriero de Jacona, Michoacán; su madre tenía por nombre Victoria Valadez, era ama de casa.

Las crónicas sobre su entorno familiar coinciden en que el papá tenía problemas mentales, difieren en cuanto al destino del progenitor.

Lo cierto es que Gabriel salió de escena muy temprano y su hijo menor pasó apenas siete meses en su poblado natal. La madre comenzó un peregrinar que la llevó, primero a Apatzingán, luego a Morelia. La tercera, Ciudad Juárez, Chihuahua, fue la vencida.

La familia llegó a la fronteriza urbe a vivir en un cuarto prestado. Victoria Valadez se puso a trabajar limpiando casas ajenas y luego de unos meses de batallar decidió enviar al pequeño Alberto a un internado.

En esa institución infantil, Juan Gabriel creció y comenzó una vida inquieta y dirigida a vivir en la libertad gracias al trabajo. Se escapaba del albergue y desempeñaba los oficios que podía para subsistir, desde lavar coches hasta cargar bolsas de mandado.

Su paso por la institución de beneficencia, sin embargo, le dio un regalo con la forma de un hombre que le enseñó a dar sus primeros pasos en la música.

Se llamaba Juan Contreras y era un profesor de manualidades que se estaba quedando sordo. En una de sus escapadas del internado, el niño Alberto se fue a vivir con él. Bajo el cuidado de ese adulto hizo y vendió artesanías de madera, mimbre y hojalata.

Luego de un tiempo con el maestro, a los 14 años de edad, el adolescente en fuga regresó con su madre y le ayudó con la venta de burritos.

En 1965, el jovencito Alberto Aguilera debutó en televisión en el programa "Noches rancheras", allí el conductor del programa, Raúl Loya, le dio su primer nombre artístico: Adán Luna. Interpretó una canción de José Alfredo: María la bandida.

En 1966 llegó al lugar que le regaló uno de sus éxitos: El Noa Noa.

Al año siguiente viajó a recibir la que sería su primera mala experiencia en la Ciudad de México. Regresó a la ciudad de la frontera sin fortuna en su haber para trabajar, reunir fuerzas, hacer más intentos por promover sus canciones. Conoció personas que le brindaron apoyo y lo encaminaron de vuelta a la capital del país.

Juan Gabriel y la Ciudad de México se reencontraron en 1970. El plan era presentarse en algunos centros nocturnos y hallar el respaldo de una disquera.

La escasez de oportunidades, sin embargo, orilló al cantautor a dormir en sitios al alcance de los desposeídos: la terminal de autobuses, la Alameda Central, la Villa de Guadalupe, la estación de ferrocarriles.

Antes de la gloria, una acusación de robo halló al joven venido de provincia. Acabó internado en la Penitenciaría de Lecumberri, el Palacio Negro que tan bien conocieron, entre otros, líderes del movimiento juvenil del 68.

Alberto Aguilera pasó 18 meses recluido. En su liberación fue importante el papel de la cantante Enriqueta Jiménez, la Prieta Linda. Ella influyó en la dirección del penal par que su caso fuera revisado. Se concluyó que había dudas legítimas sobre su culpabilidad y así, el joven cruzó la puerta de salida.

LLEGAN LOS ÉXITOS

Si bien la década de los setentas comenzó mal para Alberto Aguilera, los años posteriores a su estancia en prisión fueron los del despegue.

Juan Gabriel, por ejemplo, nació en 1971. El nombre es un homenaje a una presencia y a una ausencia: El "Juan" de su maestro del internado y el "Gabriel" del padre desaparecido. Con ese seudónimo, y bajo el abrigo de la compañía RCA, grabó El Alma Joven, su primer álbum, que contiene un par de muestras indispensables del repertorio nutrido en las décadas siguientes: No tengo dinero y Me he quedado solo.

Gracias a las cuitas y reflexiones ligeras a propósito de la falta de efectivo el joven cantautor se abrió campo en América Latina mediante la venta de dos millones de discos. Además, el tema fue grabado en japonés y portugués. Sin embargo, lo de cantar en idiomas foráneos no era lo de Juanga. La escasa repercusión de sus incursiones en otras lenguas se atribuye a que el cantante era incapaz de imprimir a esas voces extrañas la emoción que lo llevó a triunfar en español.

Sin embargo, el talento y la juventud le valieron como cartas de presentación, con el tema Será mañana, en el Festival OTI. El mexicano no ganó pero su canción fue la única que consiguió popularidad en las radiodifusoras.

Además, su faceta como compositor comenzó a rendir buenas cuentas: Estela Núñez grabó Lágrimas y lluvia y Vuelve; Roberto Jordán cantó No se ha dado cuenta y Dónde, Angélica María hizo lo propio con Tú sigues siendo el mismo y Las palomas; Lupita D´Alessio interpretó Juro que nunca volveré.

En 1974, Juan Gabriel lanzó su primer disco acompañado por el Mariachi Vargas de Tecalitlán. El primer sencillo fue Se me olvidó otra vez.

Como dato curioso debe mencionarse que la primera presentación de Alberto Aguilera como Juan Gabriel no ocurrió en suelo mexicano.

El Alma Joven fue lanzado con éxito en Venezuela y de allá llegó una invitación. La novel estrella aceptó dar recitales en la nación sudamericana, se presentó en Caracas, Maracaibo, Valencia y Puerto La Cruz.

En esa década el nuevo imán de masas incursionó en el mundo del cine. En su limitada filmografía figuran los siguientes títulos: Nobleza Ranchera, En esta primavera, Del otro lado del puente, Es mi vida y El Noa Noa.

Las tres últimas tienen un aliento biográfico, en ellas se retrata la historia de un joven compositor y cantante descubierto para la fama cuando intenta reunir fondos para un amigo caído en la desgracia; el paso de un joven músico por prisión, acusado de robo; el relato audiovisual de un lugar donde se puede bailar sin fin.

En sus experiencias por los sets de grabación el cantautor compartió créditos con celebridades como Julio Alemán, Sara García, Lucha Villa, Estela Núñez, Verónica Castro y Valentín Trujillo.

La última escala de su carrera cinematográfica fue ¿Qué le dijiste a Dios?, musical de 2014 dirigido por Teresa Suárez y en el que una mujer de humilde condición goza y sufre al ritmo de las canciones de Juan Gabriel.

En 1977, Alberto Aguilera grabó su último trabajo para la RCA. Ese mismo año participó en el programa Visitando a las estrellas conducido por el finado Paco Malgesto.

A partir de 1978 los materiales discográficos del autor de Hasta que te conocí fueron publicados con el sello de Ariola. Con esta disquera rompió en 1990 y se sumó a BMG, luego de 14 años se fue a Sony Music.

UNA MIRADA SOCIOLÓGICA

Carlos Monsiváis compartió en el libro Escenas de pudor y liviandad (1988) sus estudiadas observaciones respecto a Juan Gabriel.

El cronista de la cotidianidad mexicana no escatima categorías a la hora de celebrar que un cantante amanerado, un adolescente solitario, ajeno a la política y a la cultura, conquistara el cariño de un país hecho de machismo.

También observa que el menor de los Aguilera Valadez no componía para hacer arte, sino para ser famoso.

Al Juan Gabriel debutante, Monsiváis lo pone como un muchacho tímido y protegible, vulnerable y expresivo.

El joven cantautor, siempre según el autor de Días de guardar, fue adoptado por el público femenino; ese fue su trampolín para escalar en el gusto de todo mundo: las jóvenes "persuaden a los novios" mientras que a las madres se les desarrollan hábitos que muy pronto dejan de ser clandestinos, y el inflexible paterfamilia se descubre una mañana tarareando: En esta primavera / será tu regalo un ramo de rosas.

También afirmó que, por muy indignas que fueran Televisa y demás plataformas de la industria cultural nacional, allí florecían genuinos talentos.

Monsiváis escribió: Juan Gabriel se instala sin declaraciones ingeniosas o audaces, sin concederle atención a bromas y rumores, sin el apoyo mitológico de la Bohemia o de la Parranda o del culto a la Autodestrucción. Él es un Ídolo Real que desplaza fantasías producidas en serie.

Y para que no queden dudas detalló que Un Ídolo es un convenio multigeneracional, la respuesta emocional a la falta de preguntas sentimentales, una versión difícilmente perfeccionable de la alegría, el espíritu romántico, la suave o agresiva ruptura de la norma. Sin estos requisitos se puede ser el tema de una publicidad convincente, el talento al servicio de las necesidades de un sector, una ofuscación de la vista o del oído, pero jamás un Ídolo.

En sus Escenas, el cronista de la Ciudad de México definió al estilo de Juanga como una mezcla de la herencia de José Alfredo Jiménez y el repertorio de grupos norteños como los Alegres de Terán.

En una entrevista con motivo del fallecimiento de Alberto Aguilera, la escritora Elena Poniatowska, ganadora del premio Cervantes en 2013, compartió en una entrevista televisiva sus impresiones sobre el cantautor.

Destacó que el llamado Divo de Juárez se hizo a sí mismo por la vía de atravesar muchas dificultades.

En una ocasión, recordó, acompañó a Carlos Monsiváis a una casa que tenía Juan Gabriel cerca de Toluca y para su sorpresa “En su casa había libros y muebles de muy buen gusto, yo esperaba verme un lugar espeluznante”.

La periodista definió el éxito de Juanga del modo siguiente: “Hizo canciones que pegaron con tubo” y “tenía muchísimo jalón”.

Intelectuales partidarios del nacido en Parácuaro consideran que el menor de los Aguilera Valadez fue un baluarte de la soberanía nacional al frenar la acometida musical en idioma inglés mediante una férrea labor creadora de canciones rancheras, boleros y baladas.

No obstante, Juan Gabriel también tuvo oportunidad de echarse un clavado en las aguas del rock con su versión de Have you ever seen the rain? de Creedence Clearwater Revival, titulada Gracias al sol.

FORTUNA

Juan Gabriel sacó a la venta casi una decena de discos por cada década de trayectoria. Se estima que desde 1971 vendió más de 100 millones de álbumes en todo el mundo. Tan sólo su tema Querida representa 16 millones de discos de ese total.

A Juanga le resultaba fácil colocar hasta cuatro o más canciones de su autoría en las listas de popularidad, ya fueran temas cantados con su voz o con la de alguno de sus intérpretes. Tan sólo en la década de los ochenta se estima que fueron adquiridos más de 20 millones de sus discos.

Aunque pasó casi ocho años sin grabar un álbum (1987-1995), el Divo de Juárez consiguió récords de conciertos con boletaje agotado en recitales efectuados en Estados Unidos, México y Latinoamérica.

En sus 45 años de carrera se convirtió en el máximo generador de ingresos por regalías de la Sociedad de Autores y Compositores de México, en esa institución registró 605 canciones. Además, según diversos portales de información, era el único artista en el mundo que poseía los derechos intelectuales de su obra.

Se dice que, debido a su aversión a dormir en habitaciones de hotel, Juan Gabriel compró muchas propiedades. Las emblemáticas son un rancho de 100 hectáreas, "Juangacuaro", en su pueblo natal y otro de 16 hectáreas en Santa Fe, Nuevo México.

Las lista, sin embargo, abarcaría al menos 30 inmuebles repartidos en Estados Unidos y México (pisos en Santa Mónica y Los Ángeles, en California, casas en El Paso, Texas, y terrenos en San Carlos, Sonora). Al menos una decena de ellas fueron cedidas, en vida, a sus hijos y a Silvia Urquidi, amiga y representante del cantautor. Los destinos favoritos del menor de los Aguilera Valadez eran Cancún, Quintana Roo y Miami.

Aunque no le gustaba volar, en octubre del año pasado diversos medios de comunicación manejaron que el cantante había adquirido un avión con un costo de 24 millones de dólares (más de 431 millones de pesos al tipo de cambio actual).

Las cenizas del Divo fueron depositadas en la chimenea de la primera casa que compró en Ciudad Juárez. Esa propiedad tenía un valor sentimental para el Divo, ya que en ella su madre, fallecida en 1974, fue trabajadora doméstica.

Un sastre del cantautor compartió a la prensa que Alberto Aguilera pagaba hasta ocho mil dólares (más de 143 mil pesos) por los trajes llamativos que utilizaba en sus conciertos.

Se maneja que en los últimos años cobraba entre 700 mil y un millón de dólares por presentación. Se calcula que a lo largo de su carrera brindó 15 mil conciertos. Al momento de su muerte, el ídolo tenía por delante 23 actuaciones dentro de su gira "MéXXIco es todo".

Las ganancias por regalías del autor de Ya lo sé que tú te vas se desconocen. Sin embargo, se estima que cada 60 segundos una canción de Aguilera suena en alguna radio de Latinoamérica.

Además, en su larga trayectoria el cantautor registró varias marcas ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial.

Ejemplos de ello son: El Mariachi de mi Tierra para la contratación de grupos musicales; El Noa Noa de Juan Gabriel (servicios de alimentos y bebidas) y el Noa Noa (servicio de entretenimiento y esparcimiento en centros recreativos).

La marca Juan Gabriel diseñada para usarse en aparatos que registran, transmiten y reproducen sonido o imágenes. La misma etiqueta también tiene por fin prestar servicios de formación, educación, esparcimiento y entretenimiento a través de presentaciones artísticas.

MISCELÁNEA

Juan Gabriel editó 32 discos con el sello de Sony Music y siete en su paso por Universal Music. El Divo de Juárez triunfó dentro y fuera de los escenarios. Algunos puntos altos de su trayectoria dicen que:

La revista Billboard le acuñó la etiqueta de The Latin legend (La leyenda latina), un reconocimiento por su aportación a la música y su impacto en la cultura latina.

Hay dos días en su honor: el 17 de diciembre (desde 2009) en Las Vegas y el 5 de octubre en Los Ángeles (desde 1986).

El tema Querida se mantuvo más de un año en el primer lugar en listas de popularidad en México y Sudamérica.

Fue nominado al Grammy por sus trabajos como intérprete, compositor y productor.

Uno de sus temas, Tú sigues siendo el mismo, hizo de Angélica María la primera cantante femenina en vender más de un millón de discos.

En 1990 se presentó en el Palacio de Bellas Artes, con lo que se convirtió en el primer cantante de música popular en actuar en ese foro.

En abril de este año se estrenó Hasta que te conocí, una serie televisiva sobre la vida de Juanga. El autor de Así fue es encarnado por un colombiano, Julián Román.

En 2009, en el álbum Amo al Divo de Juárez, sus temas fueron interpretados por grupos como Panteón Rococó o Pastilla y solistas como Vicentico.

En servicios de reproducción de música en línea como Spotify, el guardían de la música mexicana ocupa hasta 40 lugares de las 100 canciones más escuchadas.

El laborioso Juanga declaró en una ocasión que ganaba más como compositor y productor que como intérprete.

En octubre próximo Sony lanzará una Colección Absoluta de Juan Gabriel, cinco discos en los que no habrá material inédito. El gancho serán las rarezas musicales del cantautor con las versiones de sus temas en portugués, japonés, inglés, además de la inclusión de pistas en las que era corista.

Según el propio Juanga su estilo musical es una fusión de ritmos estadounidenses y mexicanos. Sus influencias del otro lado fueron, entre otros, el rock, el twist, el hustle, el funky, mientras que los productos nacionales de su agrado eran nombres como Chelo Silva, Cornelio Reyna y Los Montañeses del Álamo.

Muchos consideran que fue uno de los primeros cantantes mexicanos en admitir su homosexualidad frente a las cámaras luego de que en 2002, en una entrevista, respondió a una pregunta sobre sus inclinaciones con estas palabras: "Dicen que lo que se ve no se pregunta".

Un hecho digno de estudio es que en México, burlarse de Juan Gabriel y en específico de su sexualidad está poco menos que prohibido.

ÍNTIMO SILENCIO

La experiencia en Lecumberri no fue la única que puso al oriundo de Parácuaro en manos de la justicia.

En junio de 2005 fue arrestado en Ciudad Juárez, Chihuahua por problemas con el fisco. Desembolsó 4.1 millones de pesos a cambio de su libertad.

También tuvo una participación en la vida política nacional. En el 2000 brindó público apoyo a la candidatura a presidente de la República del priista Francisco Labastida.

El autor de Abrázame muy fuerte tuvo cinco hijos, uno biológico (Iván Gabriel) y cuatro adoptados. El primogénito, Alberto Aguilera II, perdió el favor del Divo gracias a un historial delictivo que incluye detenciones por posesión de marihuana, asalto familiar, uso de arma de fuego, intoxicación en la vía pública y violencia doméstica.

Además, Héctor Alberto Aguilera, primer nieto de Juanga e hijo de Aguilera II, fue detenido por las autoridades en 2010 junto a su tío Joan Gabriel en El Paso (Texas) por robar una camioneta y una tarjeta de crédito que luego intentaron usar. Héctor murió dos años después, recluido en una prisión en Texas, por una sobredosis.

CANSANCIO

El juarense por adopción entendía que la sobreexposición mata cualquier carrera. No le gustaba aparecer en televisión de forma frecuente. Veía a la difusión de su imagen por ese medio como un arma de doble filo.

"Si me dejara ver frecuentemente, la gente se cansaría y no quiero que eso suceda", llegó a declarar.

Las masas no se cansaron de él, pero Juan Gabriel, o mejor dicho, su cuerpo, sí se cansó.

De acuerdo con el certificado de defunción de Juan Gabriel, emitido por el Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles, el cantautor falleció a consecuencia de arteriosclerosis, enfermedad vascular que bloquea las arterias y restringe el flujo de sangre hacia el corazón.

Otras agravantes contenidas en el cuerpo del músico eran: hipertensión, diabetes mellitus y un historial de neumonía.

Su defunción no estuvo exenta de acritud. Un médico naturista del showman, Daniel Aquino, declaró a la prensa nacional que el paciente se sentía cansado, estresado e incluso se mostraba reacio a dar más conciertos, pero su hijo Ángel Gabriel mantenía llena la agenda de actividades.

Según la lógica del galeno, Alberto Aguilera sufrió un paro cardíaco por la excesiva carga de trabajo, tenía que descansar, pero la recomendación fue desechada.

El resultado impide a Juan Gabriel alargar su carrera musical y le priva de atestiguar homenajes como el cambio de nombre de la Gran Plaza de Ciudad Juárez a Gran Plaza Juan Gabriel.

También representa no compartir con sus fieles seguidores las múltiples muestras de cariño que fueron llevadas hasta el lugar donde se hallaba El Noa Noa. El bar fue víctima de un incendio en 2004 y el espacio se recicló como estacionamiento.

Un Juan Gabriel de cenizas descansa ahora en la casa que limpiaba su madre. El cantautor deseó que ese inmueble fuera convertido en un museo y así se hará, según anuncio hecho ante los medios de información por el gobernador de Chihuahua, César Duarte.

También se dio a conocer que será declarado hijo predilecto del asentamiento fronterizo y que cada 28 de agosto habrá un festival en su nombre.

Juan Gabriel tampoco se enteró de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lamentó su partida. En un mensaje difundido por la oficina de prensa de la Casa Blanca, el creador de éxitos como ¿Por qué me haces llorar? o Yo te recuerdo fue descrito como un grande de la música latina cuyo espíritu vivirá en sus canciones y en los corazones de sus admiradores.

LAS LENTEJUELAS

La muerte de Juan Gabriel también significó la renuncia de Nicolás Alvarado a la dirección de TV UNAM. El hoy exfuncionario universitario escribió en una columna que no le gustaba Juanga y que le irritaban sus lentejuelas no por jotas sino por nacas". También subrayó que su rechazo hacia el Divo de Juárez era "clasista".

Los comentarios fueron interpretados como muestras de un espíritu homófobo y discriminatorio poco conciliable con el carácter público de la institución en la que laboraba.

Nicolás Alvarado renunció, según explicó en las entrevistas que ha dado sobre el tema, para seguir siendo "políticamente incorrecto".

En otras de sus declaraciones, citó una idea de Carlos Monsiváis sobre Juanga ("es el hombre que pone lo marginal en el centro") y le asignó un nuevo cariz: "pone lo joto en el centro", "pone lo naco en el centro".

Luego de la avalancha de críticas recibidas, Alvarado se disculpó. No se retractó de lo dicho, pero sí del momento en que lo dijo. La oportunidad del texto, reconoció su autor, fue naca.

En el caso de Juan Gabriel, nunca parece haber un buen momento para criticarlo. Basta con ver el aluvión de críticas que recibe cualquier cibernauta que publica comentarios negativos sobre alguna de sus canciones.

No basta con explicar que no se trata de un ataque al cantautor, no basta con precisar que es un asunto entre un oyente y la canción que acaba de escuchar.

A lo largo de 45 años de trayectoria, Juan Gabriel conquistó un pueblo entero, uno que lo defiende de los extraños, de aquellos que son incapaces de ver su grandeza, de amar sus canciones, de ver las cosas a la luz de un sentimiento que llama a divertirse más, a siempre siempre recordar, a preguntar ¿por qué me haces sufrir?, a descubrir que no has nacido para amar y, en una de esas, a dar gracias al sol porque ahora no hace frío, ni hace calor.

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