Primera vez. Juan Pablo II se llevó el corazón de los mexicanos en su primera visita en 1979.
Con la visita de Francisco a México, serán tres los papas que habrán recorrido el país en los siete sexenios. Son siete viajes en casi 40 años, que comenzaron en enero de 1979 con Juan Pablo II, recibido por el entonces presidente José López Portillo.
Juan Pablo II llega por primera vez a México, cuando en el país todavía están muy arraigados los principios de la Revolución mexicana: un partido hegemónico, una economía estatizada y una herencia abiertamente anticlerical y laica, afirma Rodrigo Salazar, profesor-investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
Pero a partir de entonces, muchas cosas cambiaron en la relación Estado-Iglesia en México, sobre todo en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, quien reformó la constitución en materia religiosa y restableció las relaciones diplomáticas con El Vaticano, luego de la primera visita de Juan Pablo II a México, en mayo de 1990, y del viaje del entonces presidente al estado pontificio, en julio de 1991.
Entre 1979 y 1990 el Estado "revolucionario" cambió y Salinas, junto con sus reformas en materia religiosa, "normaliza y actualiza" las relaciones con El Vaticano -que incluyen el nombramiento de representantes- para que sean como con todos los países, dice Salazar.
Juan Pablo II visitó tres veces más el país: en 1993, todavía con Salinas como presidente; en 1999, ya con Ernesto Zedillo en Los Pinos, y en 2002, durante el sexenio de la alternancia de Vicente Fox.
Cada uno de estos viajes reveló que la relación Estado-Iglesia, en México, también tiene que ver con el Ejecutivo federal, afirma Patricia Fortuny, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), en Mérida, Yucatán.
"Con Fox como presidente hubo un viraje de menos limitaciones a la Iglesia católica", advierte. "El mismo aparece y se presenta como visiblemente católico en muchas ocasiones, aunque en el país hay un porcentaje importante de no católicos, lo que fue una falta de respeto a los ciudadanos que no profesan esa religión", advierte la investigadora.
Eso revela, explica, que en el país hay una distinción entre Estado-Iglesias y Estado-Iglesia católica, particularmente.
A las cinco visitas de Juan Pablo II siguió el único viaje a México de Benedicto XVI, en 2012, durante el gobierno de Felipe Calderón. "Él fue más moderado que Fox en su visibilidad católica", afirma la doctora Fortuny.
Sin embargo, dice, hay otros factores que enfriaron la relación entre la Iglesia católica y el Ejecutivo federal en turno. "Durante los últimos años, con Calderón y Peña Nieto, han sido más limitadas y tensas debido al alto número de sacerdotes que han muerto en el contexto de la violencia, o que se rebelan, exigen justicia, hablan en voz alta de la corrupción y son voz de la gente más vulnerable en zonas de violencia."
De acuerdo con una investigación del Centro Católico Multimedia, entre 1990 y 2014 fueron asesinados un cardenal, 34 sacerdotes, un diácono y tres religiosos. De estos crímenes, ocho ocurrieron de 2012 a 2014.
"A diferencia de Juan Pablo II, que mostró un desinterés absoluto por los sacerdotes que trabajaban en comunidad, Francisco sí da la cara por ellos", afirma Salazar.
Un ánimo distinto
Los académicos también advierten que será distinto el ánimo de los mexicanos y el gobierno frente a la visita de Francisco.
"Los católicos mexicanos se sentirán más cerca de él que de Joseph Ratzinger", dice la doctora Fortuny. Pero advierte que incluso para muchos católicos es un papa muy liberal.
"No esconde su orientación política", destaca Salazar, de la Flacso.
Por eso Del Ángel considera que tal vez su visita no sea tan esperada como las de Juan Pablo II. "El carisma de Francisco es distinto y se debe más a las causas que enarbola y sus posturas liberales, lo cual le genera otro tipo de adeptos diferentes a los que generalmente tiene un papa".
La suya es una voz que acompaña más las causas sociales y se ha manifestado en temas como la violencia y la corrupción", dice.
"Sería ideal que pudiera ejercer influencia en esos temas, o al menos hacer que el gobierno escuchara, pero lo dudo", dice Fortuny. No obstante, confía en que "su visita pueda ejercer un poco de presión social sobre el contingente católico para ser más activos, para fortalecer a la sociedad civil".
De allí las expectativas respecto de sus declaraciones y sus discursos, sobre todo de otros grupos de la sociedad civil organizada, dice Del Ángel.
"Creo que el gobierno y la Iglesia no son los más entusiasmados con su visita", dice el investigador. Una prueba, agrega, es que hasta ahora el gobierno federal no ha hecho una sola campaña mediática para promover la visita, pues "quizá calcula que al final el Papa va a dejar una serie de posturas que puedan verse como una crítica hacia el gobierno".
La doctora Fortuny, en cambio, no descarta que el gobierno pueda utilizarlo para su beneficio político.
"Habrá que ser muy cuidadosos de lo que dice entrelíneas para no sobreintepretar, porque es un jefe de Estado que viene a un país con un gobierno amigo", dice Rodrigo Salazar.
La séptima visita
El Papa Francisco cumplirá con la séptima visita de un pontífice a México. Pero hay diferencias que destacar respecto de sus antecesores, aseguran los investigadores.
La diferencia es él, dice Erik del Ángel, maestro en historia por el Instituto Mora. "El corte político del gobierno actual es prácticamente el mismo que el de sexenios anteriores, y también el talante conservador de la Iglesia católica mexicana, que choca un poco con los aires distintos del papa Francisco", explica.
Pero Rodrigo Salazar, de la Flacso, aclara que no es un reformista, sino "un rostro amable" de la Iglesia. "Es uno de relaciones públicas, que no esconde porque fue elegido con la misión de limpiar la imagen de la Iglesia, frente a los escándalos de corrupción y pederastia, y lo está haciendo bien".
Patricia Fortuny, del CIESAS, coincide en que Francisco es diferente de sus antecesores. Aunque advierte en él "cierta distancia entre sus discursos y sus acciones", reconoce que es un Papa "más impredecible y abierto que sus antecesores, con menos miedo a decir lo que piensa, y que seguramente no se va a limitar", dice.
Del Ángel, por su parte, también destaca la distancia de Francisco con el alto clero mexicano, que se evidencia en su agenda de actividades en México y en los temas que posiblemente abordará. "Su agenda se hizo desde el Vaticano y la curia mexicana no pudo modificarla ni proponer", afirma.
El investigador considera por eso que el arzobispo primado de México, Norberto Rivera, debe sentirse incómodo. "Lo han relegado", afirma.
"Trató de impulsar más actos con la clase política, pero en el Vaticano lo rechazaron", porque al Papa no le interesa la foto con Peña Nieto y la clase política", dice.
Así lo demuestra el hecho de que en sus actividades hay muy pocos actos oficiales: "Un breve encuentro con Peña Nieto en Palacio Nacional y el acto de entrega de las llaves de la ciudad, de manos del jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, pero rechazó la oferta de reunirse con el Congreso", explica.
El Papa, en cambio, va a Ciudad Juárez, Michoacán y Chiapas, donde seguramente abordará temas como los derechos humanos, la violencia, los migrantes y los indígenas. Y "al final incluso accedieron a tener en una misa a los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa", destaca Fortuny.
"Es una visita pastoral, con componente oficial, que él pretende hacer menos oficial", afirma Del Ángel.
Sin embargo, advierte Fortuny, no influirá ni cambiará la relación Estado-Iglesia católica. "La relación del alto clero mexicano con el gobierno seguirá siendo la misma: muy flexible, muy manejable, contenida y apegada a la línea oficial", afirma.
La especialista recuerda que con muy pocas excepciones, como el caso del obispo Samuel Ruiz, los arzobispos y cardenales "siempre han estado y estarán de acuerdo con los gobiernos".
De Ángel incluso advierte que el cardenal Rivera nunca se ha involucrado en temas de política nacional. "Mientras no sienta que son temas que tocan a la moral católica, como el aborto o el matrimonio entre parejas del mismo sexo, en el resto es muy tibio", afirma.