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Padres contra hijos

Lucha de poder en el hogar

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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Marimar Centeno

Los problemas de crianza y educación de los hijos cada vez son más comunes en la consulta psicológica, los conflictos familiares en muchas ocasiones se generan por el tipo de relación que establecen cada uno de sus integrantes, la lucha de poder dentro del sistema familiar trae consigo consecuencias lamentables como desgaste emocional, necesidad de tener la razón y sentimientos de reproche que obstaculizan la posibilidad de establecer acuerdos.

Carlos y Diana cumplieron 15 años de casados, tienen un hijo de ocho años y dos hijas, de doce y catorce años respectivamente, ambos trabajan todo el día, se esfuerzan por darles la mejor educación, sacrificando incluso su tiempo con ellos; cuando llegan a casa después de la jornada laboral, que en ocasiones es agotadora, se encuentran con quejas sobre el comportamiento de sus hijos, a quienes les cuesta mucho obedecer a sus padres.

ORÍGENES Y MANIFESTACIONES

Algunos padres, por comodidad, empiezan a ser muy pasivos en su rol como autoridad y se convierten en muy permisivos, sin darse cuenta que poco a poco van perdiendo el control sobre sus hijos, hay ausencia de normas y de límites, debido, generalmente, a la ausencia de su presencia en casa, no necesariamente tienen que ser rígidos, pueden mostrarse emocionalmente muy afectuosos y descuidar la parte de los límites permitiendo, entre juegos, que los hijos sean los que decidan sobre algunos temas particulares.

Cuando los hijos crecen con falta de límites firmes en su formación, les costará mucho seguir las normas de conducta conforme vayan creciendo, de modo que la lucha de poder se acentuará en la adolescencia, llegando incluso a que una o ambas partes pierdan el control sobre sí mismos y pueden decirse cosas hirientes.

Otro conflicto que suele ser común es cuando hay hijas adolescentes, la mamá, por inseguridad y resistencia a envejecer, empieza a competir en cuanto a imagen física, llegando incluso a decir que su aspecto es mejor que el de sus hijas, afectando directamente la autoestima de las jóvenes.

En ocasiones los padres no se dan cuenta que asumen comportamientos dañinos para sus hijos, tienen la creencia de que están haciendo bien las cosas sin ser conscientes de que los pueden estar dañando con sus actitudes y conductas.

La falta de responsabilidad en la formación de los hijos es otro factor que genera una lucha de poder; los padres suelen compensar su ausencia dando privilegios o cualquier objeto material buscando que surja el agradecimiento de sus hijos hacia ellos para sentir que son buenos padres; cuando se sienten rebasados pueden excederse en los castigos buscando suprimir los malos comportamientos que están originando ellos mismos en sus hijos; el riesgo que existe es que si la situación no cambia, en algún momento los padres deciden no involucrarse más en la crianza de sus hijos y los etiquetan como hijos tiranos sin estar conscientes de que los hijos siempre serán un reflejo de sus padres.

Amar a los hijos implica ser responsables y estar siempre presentes en su formación como seres humanos, no significa darles todo o restringirles todo. Para que el sistema familiar funcione de manera adecuada y el orden en que el amor fluya no esté interrumpido o bloqueado, los hijos deben ver a sus figuras paternas como los mayores de casa y ellos deben asumirse como los pequeños, sin pensar en que en algún momento serán mejores que sus padres (porque también se vería afectado el orden del amor) pero sí que podrán hacer muchas cosas de manera diferente.

La mayoría de los padres siempre buscarán y desearán lo mejor para sus hijos, quieren que sean sanos, felices, que alcancen un buen nivel de vida y que sean exitosos, por lo que en ocasiones se empeñarán en usar métodos de crianza tóxicos que lo único que lograrán será disminuir la autoestima de los menores y los enseñarán a ser dependientes y a que alguien les diga siempre qué es lo que tienen que hacer, ya que no les permiten desarrollar su autonomía.

NEUTRALIZACIÓN DE LA LUCHA

Existen métodos dentro de la psicología positiva que al ser incorporados en nuestra vida nos harán obtener beneficios relacionados con los componentes de la felicidad y permitirán que los hijos crezcan de manera más armoniosa. Se trata de que si ocurre alguna situación desagradable o de lucha, no se haga énfasis en el mal comportamiento porque eso reforzaría la conducta no deseada, por el contrario se debe aprender a poner atención a las emociones positivas, al aprendizaje de la experiencia vivida, a elegir ver siempre con optimismo lo que sucede, a desarrollar la gratitud entre cada uno de los miembros del sistema familiar, a fomentar relaciones positivas, sembrando la esperanza de que todo es para bien y desarrollando la atención plena. Empezar a practicar con pequeñas acciones día a día este método, ayudará a desarrollar las fortalezas de los padres y los hijos enfocándose siempre en lo mejor que hay en ellos.

Un ejemplo de estas prácticas es hacer al menos un propósito familiar semanal y colocar una hoja en un lugar en común con el mensaje en el que todos pondrán especial atención: “ser más amables”, “ser cooperativos”, “reconocer las cualidades en los demás”, “no salir de casa sin darnos un abrazo”, etcétera. Otra práctica puede ser elaborar un diario de agradecimiento familiar, en el que en algún momento del día se comprometan a escribir al menos tres cosas por las que se sientan agradecidos de haber recibido, un abrazo, una bendición, alimentación o agua caliente al bañarse. Al reforzar las conductas y emociones positivas los integrantes del sistema familiar estarán más atentos a cada detalle agradable que suceda, propiciando de manera natural el deseo de hacer las cosas lo mejor posible y teniendo consciencia de la manera en que su conducta puede impactar en los otros.

Ser padres puede ser la experiencia más enriquecedora que se pueden vivir; involucrarse y comprometerse en la formación de los hijos buscando su bienestar, a nivel cerebral, favorece el desarrollo de los canales neuronales positivos, así como transgeneracionalmente repetimos patrones de conducta tóxicos, nuestras conexiones centradas en las emociones positivas buscarán de manera automática lo que nos haga crecer, pensar, sentir y realizar acciones que beneficien nuestro estado emocional, físico y espiritual para sentirnos cada vez más alegres, satisfechos y con la necesidad de agradecer sinceramente cada detalle bueno que nos suceda en la vida.

Twitter: @Marimar_Centeno

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