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Rescate de Pemex

Opinión - Jaque mate

Rescate de Pemex

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Sergio Sarmiento

Este pasado mes de abril la Secretaría de Hacienda anunció que está inyectando 73 mil 500 millones de pesos a Pemex. La operación es compleja, para evitar un impacto muy grande en las finanzas públicas, pero significa un rescate de una institución que ha tenido serios problemas.

Es verdad que los precios del petróleo están por los suelos, pero las dificultades de Pemex son más profundas de lo que podría uno esperar por una simple situación de precios.

En el origen está el hecho de que el gobierno la ha saqueado de manera inmisericorde. Bajo el pretexto de que el petróleo es de los mexicanos, un gobierno tras otro ha cobrado impuestos altísimos a la empresa para financiar gasto corriente gubernamental. De esta manera los políticos evitaron el costo en su popularidad de cobrar impuestos suficientes para cubrir el gasto público y consiguieron ganar elecciones. Pero la consecuencia fue descapitalizar a la empresa.

Otro problema es que Pemex estableció un muy generoso régimen de pensiones para sus trabajadores, los cuales se retiran a menor edad y con condiciones mucho mejores que el resto de los mexicanos, pero sin aportar los recursos necesarios para construir un fondo de reserva que permitiera cubrir esas pensiones. El pasivo laboral ha venido creciendo de manera exponencial y pone en riesgo la viabilidad financiera de la empresa.

Pemex es, de hecho, una empresa técnicamente quebrada. Sus activos se elevan a 2.1 billones de pesos, mientras que sus pasivos ascienden a tres billones de pesos. A fines de 2015 su patrimonio era negativo en 852 mil millones de pesos. Viendo la magnitud de este pasivo podremos darnos cuenta de que el rescate, por 73 mil 500 mil millones de pesos, apenas empieza a cubrir el faltante de la empresa.

La única razón por la que Pemex no ha suspendido pagos es porque ha contratado créditos. De hecho, la petrolera es una de las empresas más endeudadas del mundo. Nadie le otorgaría préstamos a Pemex de no ser porque tiene la garantía del gobierno federal. En otras palabras, siempre se ha pensado que los contribuyentes tendríamos que pagar las consecuencias de la mala administración de la firma.

Aunque los precios del petróleo están hoy mucho más bajos de lo que estuvieron de 2011 a 2013, cuando se registró un promedio mayor a los 100 dólares por barril, Pemex no tendría que perder dinero si hubiera tenido una buena administración y si no sufriera el saqueo sistemático de la Secretaría de Hacienda.

El gobierno ha fallado en hacer una verdadera reforma fiscal que recaude recursos suficientes y de manera sana para no tener que seguir descapitalizando a Pemex. Pero la empresa debe también tomar medidas para reducir ineficiencias y personal. Se estima en la actualidad que la empresa tiene tres veces el número de trabajadores y empleados que necesita para hacer su trabajo.

Pemex debe también establecer un sistema de pensiones más realista y, sobre todo, con cimientos financieros más sólidos. Las promesas de pensiones deben estar avaladas por reservas financieras suficientes. La mayor parte del pasivo de Pemex surge precisamente del hecho de que los directores generales firmaron un esquema de pensiones sin molestarse nunca en apartar recursos para cubrir su costo.

Poco importa si una empresa es propiedad del gobierno o de empresarios privados. Lo realmente relevante es si es eficiente o no. Hasta el momento Pemex no lo ha sido.

Twitter: @SergioSarmiento

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