Entre los temas que ahondo en su obra destacan la inadaptación del espíritu femenino en un mundo dominado por los hombres, la sumisión a la que se vio obligada desde la infancia por el hecho de ser mujer y la melancolía meditabunda. (ESPECIAL)
Rosario Castellanos, símbolo del feminismo latinoamericano, y de quien estos días se celebra un aniversario más de su natalicio, puesto que llegó al mundo el 25 de mayo de 1925, es el personaje de la semana de quien se comparten algunos datos biográficos.
Castellanos nació en la ciudad de México, pero vivió su infancia en Comitán, Chiapas, hecho que marcó su obra literaria al explorar aspectos del mundo indígena y su relación con lo no indígena.
Por ejemplo, en las novelas Balún Canán (1957) y Oficio de tinieblas (1962) recreó con precisión la atmósfera social de Chiapas. En la segunda, aborda la situación de mísera en la que viven los campesinos en esa región mexicana.
De acuerdo con sus biógrafos, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y, posteriormente, completó su formación con cursos de estética y estilística, en Madrid.
A su regreso a México, Castellanos trabajó en el Instituto Nacional Indigenista en Chiapas, se desempeñó como directora general de Información y Prensa, e impartió clases en su alma máter.
También, dio cátedra en la Universidad Iberoamericana y en las universidades de Wisconsin, Colorado e Indiana, y fue secretaria del Pen Club de México, reseña el portal de Internet biografiasyvidas.com.
En 1958 obtuvo el Premio Chiapas, por su novela Balún Canán (1957), y tres años después el Premio "Xavier Villaurrutia", por su compendio de cuentos Ciudad real. Su libro Oficio de tinieblas fue galardonado con el Premio “Sor Juana Inés de la Cruz”, en 1962.
Entre los temas que ahondo en su obra destacan la inadaptación del espíritu femenino en un mundo dominado por los hombres, la sumisión a la que se vio obligada desde la infancia por el hecho de ser mujer y la melancolía meditabunda. En Lívida luz (1960), la autora revela sus preocupaciones derivadas de la condición femenina en una sociedad machista.
A través de obras de teatro como Tablero de damas (1952) y El eterno femenino (publicada póstumamente en 1975), fue reconocida como símbolo del feminismo latinoamericano, al revelarse como una de las iniciadoras de la defensa de los derechos de las mujeres, cita su perfil publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
A decir de la crítica especializada, Castellanos forma parte de un selecto grupo de escritoras mexicanas del siglo XX que incursionaron en diferentes géneros literarios, desde poesía, narrativa, teatro y ensayo, hasta textos periodísticos.
En 1971 fue nombrada embajadora de México en Israel, gracias a su dedicación a la docencia y la cultura en México, y durante se estancia destacó, también, como catedrática de la Universidad Hebrea de Jerusalén, hasta su muerte, registrada en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974. Sus restos fueron sepultados en la Rotonda de las Personas Ilustres de la ciudad de México.