Animaris Umerus, 2009. Foto: Loek van der Kils
En los últimos años la obra de Theo Jansen ha ido acaparando la atención de los críticos de arte y del público en general que se maravilla ante sus extraordinarias criaturas que, como seres primitivos, bestias fantásticas, con apariencia prehistórica, se mueven por el viento en las playas holandesas, en un alarde de tecnología y arte a la vez.
El artista The Jansen puede clasificarse dentro del arte cinético, es decir, la creación de obras que buscan el movimiento, que allá en los años sesenta se consolida en el mundo como la tendencia a crear obras que engañaran al ojo, pretendiendo ver movimiento donde no lo había. Las obras de la inglesa Bridget Riley o el húngaro Vasareli exploraban este tema, en lo que se llamaría “op arte”. Este evolucionaría hacia el arte cinético, donde las obras dejaban lo bidimensional para tener volumen y movimiento. Por medio de varillas, espejos, ventiladores, etcétera, la obra generaría un movimiento que transformaría su apariencia, siendo el espectador partícipe indispensable de la configuración de la misma. En Venezuela Jesús Rafael Soto y Jesús Cruz Diez serían los máximos representantes de este movimiento artístico. Sin embargo, Theo Jansen va más allá de los artistas cinéticos clásicos, él busca, a través de algoritmos y las teorías evolutivas darwinistas, crear fantásticas criaturas que evolucionen para moverse por sí mismas.
ARTE Y CIENCIA EN MOVIMIENTO
Theo Jansen nace en Scheveningen, Holanda en 1948, realizó estudios de física en la Universidad de Delf a partir de 1968, los cuales abandonó para convertirse en artista. Hacia 1979 llevó a cabo el proyecto “UFO”, un globo de cuatro metros, aproximadamente, con forma de platillo volador, elevado con helio, que sobrevoló las calles de Delf caprichosamente a mereced del viento, sembrando el temor entre los habitantes de dicha ciudad. Entre 1984 y 1986 desarrolla su máquina de pintar, donde se pone de manifiesto su interés por las relaciones entre ciencia y arte. Este tenía un spray que al contacto con la luz dejaba de disparar pintura, generando sólo las siluetas de los objetos que tenía en frente, sobre la pared. Todo esto culminará en la creación de los “animaris” o “strandbeest”, es decir bestias de playa, donde buscará crear una nueva forma de naturaleza.
El proceso de creación de sus bestias fantásticas es sumamente interesante. Parte de un algoritmo a través de un programa de computadora, que desarrolla estructuras y movimientos impulsados por el viento. Cada animal está constituido por una serie de patas realizadas con tubos de PVC, cuya longitud es determinada por la computadora, que seleccionó la medida adecuada para poder caminar. Al inicio de sus experimentos, Jansen tenía que impulsar las estructuras, sin embargo desarrolló luego una serie de alas que llevaran la energía del viento a las patas. El resultado son estructuras que no requieren motores o alguna forma de sofisticada tecnología para tener vida. Se mueven gracias a la energía eólica de las playas holandesas, hundiendo sus pies en la arena húmeda. Jensen experimenta continuamente, sus últimas bestias presentan dispositivos que les permiten detenerse delante de los obstáculos, cambiar de curso o hundir sus “narices” en la arena para inmovilizarse ante las tormentas.
En Ypenbur, en su estudio-laboratorio empieza su aventura creativa. En octubre comienza la construcción de sus creaturas, trabajando arduamente durante el invierno, a comienzos de la primavera, las prueba en la playa y en otoño las declara extintas, para comenzar luego nuevamente con el proceso creativo. Lo fascinante es que influido por las teorías evolutivas de Darwin, elige sus creaciones más exitosas, que servirán de base para nuevos proyectos, en una especie de selección natural donde los más exitosos evolucionarán hacia bestias más sofisticadas. Este proceso de vida y muerte hace soñar al artista con que sus creaturas se transformen en un futuro en entes independientes, que puedan evolucionar por sí mismos sin ayuda de su creador, generando actitudes y cualidades independientes. Cuando muestra sus creaciones en los museos, considera que ya son fósiles, creaturas sin vida, testigos, evidencias de un rico proceso creativo.
El Animaris Vulgaris de 1990, fue el comienzo de las bestias de playa, tardó un año en desarrollarla y construirla. Con 28 patas unidas a una especie de espina dorsal, utilizó tubos plásticos usados originalmente para las instalaciones eléctricas. Sin embargo, no logró que se moviera, esto al contrario de detener al artista, le sirvió de aliciente para próximos proyectos, ya que lo proveyó de un gran aprendizaje y experiencia.
En el Animaris Currens Vulgaris, Jansen introdujo la utilización de bridas de plástico y patas estructuradas en dos partes, lo que produjo una mejor rotación y movilidad, lo que dio origen a la primer criatura que pudo moverse.
El Animaris Currens Ventosa, desarrollado en 1993, originalmente con 58 patas, estas se redujeron a 48, lo que le dio más estabilidad, además trajo la novedad de tener alas en forma de velas, que pretendían impulsar el movimiento de la misma; y aunque no funcionó eficientemente, sentó las bases proyectos subsiguientes.
En 2007 Jansen desarrolla el Ordis, el cual se trata en realidad de dos criaturas similares que podían complementarse para formar los Animaris Ordis, donde se ponen de manifiesto las ideas evolucionistas en la obra del artista.
Con el Rhinoceros tabulae de 1998, el artista experimentó con otros materiales, como tablas de madera utilizadas originalmente en el transporte de mercancías; por su tamaño y peso, esta criatura estaba destinada a ser accionada e impulsada por el hombre.
En el Animaris Modularis desarrollado entre 2006 y 2015, el creador va más allá, ya que diseña un dispositivo mediante el cual la bestia se clava en la arena mediante una estaca, lo que la dota de mayor estabilidad frente al viento.
Con Plaudents Vela, creada a la par que la bestia anterior, Janen desarrolla una serie de mecanismos de control que le permiten que permanezca en la arena mojada, donde le es más fácil caminar, sin embargo también la mantienen lejos del agua.
TRAYECTORIA Y RECONOCIMIENTO
En 2007 realiza para la BMW un anuncio publicitario donde aparece precisamente una de sus más impactantes bestias, el Ordis, además de expresar su pensamiento sobre la confluencia entre arte y ciencia, lo que provoca una gran difusión e interés sobre su obra, que hasta entonces se había desarrollado de manera más discreta.
Ha expuesto alrededor del mundo. En 2006 realiza las siguientes exposiciones: Animals let loose in Trafalgar Square en el Instituto de Arte Contemporáneo, The Mall Londres y Máquinas y Almas: arte digital y nuevos medios en el Museo Reina Sofía de Madrid. En 2007 expone The Believers en el Museum of Contemporary Art, Nort Adams (Mass). En 2009 expone en Hibya Tokio; en 2010 expone en el Museo de la Ciencia en Seúl Corea del Sur y en 2011 realiza una exposición en el Oita City Art Museum de Japon. Ha recibido a su vez, reconocimientos tales como el premio especial del jurado de Ars Electrónica del 2005, así como un doctorado honorario por la Facultad de Bellas de la Universidad de Concordia de Montreal en 2011.
Las magníficas “bestias de playa” de Jensen, asombran a propios y extraños, su presentación en los museos, alguna de la cuales se muestran en movimiento, no dejan indiferente a nadie. No cabe duda que el campo del arte se ha expandido. Los artistas buscan nuevos caminos, utilizan los más diversos materiales y formas para asombrarnos, experimentando constantemente en busca de nuevos derroteros. Podría parecer a simple vista, que ciencia y arte son disciplinas totalmente opuestas y lejanas entre sí, pero ante la obra extraordinaria de este físico convertido en artista, no cabe la menor duda de que el arte nos depara muchas sorpresas todavía a pesar de la complejidad de nuestro mundo y la eterna sensación de que todo ya se ha hecho.
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