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¿Acaso Banxico sufre de dominancia fiscal?

El Observador

¿Qué decisión tomará este jueves la Junta de Gobierno del Banco de México sobre las tasas de interés? Me inclino a pensar que mantendrá la tasa objetivo en 5.75% que estableció el 15 de diciembre pasado a pesar de que los pronósticos sobre la inflación se han desbordado.

La mayor parte de los analistas estimaron que el banco central incrementaría este jueves su tasa objetivo en medio punto porcentual para llevarla hacia 6.25% como lo reflejan las encuestas entre especialistas del sector privado, tanto de Banamex como del propio Banco de México.

De hecho en la más reciente encuesta del banco central -realizada a finales de enero pasado- los analistas pronosticaron una tasa de fondeo interbancario de 6.25% al final del primer trimestre, de 7.06% al final de este año y de 7.31% a diciembre de 2018, marcando la ruta esperada por el mercado para la tasa objetivo del Banco de México de aquí al final del sexenio. Estos pronósticos concuerdan con las expectativas sobre la inflación anual general esperada para 2017, de 5.24%, y con los incrementos que hemos visto en los rendimientos de los bonos en los mercados secundarios en todos los plazos.

Ya aquí hemos comentado sobre el deterioro de las expectativas inflacionarias para el año debido principalmente a la depreciación cambiaria acumulada y a los incrementos en los precios de los combustibles (gasolinas, diésel y gas) al inicio de este año. El incremento de 1.51% en el Índice Nacional de Precios al Consumidor para la primera quincena de enero (el más alto desde 1999 para una primera quincena de enero) y de 4.78% en términos anuales, reflejan la aceleración de la inflación que ha llevado a que los analistas revisen al alza sus pronósticos de inflación general y no pocos apuntan hacia un rango de 6.5% a 7.5% en el año.

Estas expectativas inflacionarias nos llevan a pensar que el banco central seguirá una ruta de restricción monetaria para los próximos meses con alzas sucesivas de tasas de interés, a fin de resarcir la pérdida en el poder adquisitivo de los ahorradores por el mayor incremento de los precios y, principalmente, para retener a los capitales financieros del exterior. Se esperaría, entonces, una política monetaria con un tono restrictivo más agresivo que el anunciado por la Reserva Federal, siguiendo las propias advertencias de algunos de los miembros de la Junta de Gobierno que hemos leído en las minutas de las reuniones de política monetaria.

Sin embargo, las posibilidades de que la Junta de Gobierno meta freno -por lo menos por esta ocasión- a la implementación de una verdadera política restrictiva han crecido y ha ganado terreno la idea de que el banco central mantendrá la tasa objetivo en 5.75%.

Cuatro son las razones formales que tendría la Junta para defender una decisión así: 1. La decisión de la Reserva Federal de no incrementar su tasa de referencia el pasado 1 de febrero para mantenerlas intactas en un rango de 0.50% a 0.75% en una economía con inflación por debajo de su objetivo de 2%; 2. La revaluación de alrededor de 7% del peso frente al dólar desde que Trump asumió la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero pasado y que podría continuar según los cálculos del gobernador Carstens, quien ha enfatizado que el peso está subvaluado frente al dólar; 3. Un mercado de tasas secundarias que se ha estabilizado después de los fuertes incrementos que vieron los rendimientos de los bonos; y 4. Que las presiones del incremento de los precios de los combustibles sobre el nivel general de precios son transitorios, por lo que la inflación anual tenderá al objetivo del 3% hacia finales de año, como ha insistido Carstens en sus presentaciones recientes a los legisladores.

Con estos argumentos es posible que la Junta decida mantener la tasa en 5.75% este jueves y posponer el inicio de un ciclo de política monetaria restrictiva.

Sin embargo, hay dos argumentos no oficiales para mantener la tasa objetivo este jueves y posponer -una vez más- la restricción monetaria ante el evidente galope inflacionario.

Por un lado, la intención de no afectar al raquítico crecimiento económico pronosticado para el año (se espera un incremento del PIB de 1.5% según la encuesta de Banamex) y la generación de empleos (se espera la creación de 558 mil empleos formales, un 10% menos que el pronóstico de diciembre, según la encuesta del banco central y 24% menor que el número de empleos formales registrados el año pasado, según el IMSS). Y por el otro, coadyuvar a las metas de déficit fiscal propuesto por el gobierno no elevando el costo de la deuda pública.

El riesgo es que la Junta envíe un mensaje de una política monetaria que sufre de dominancia fiscal…y hasta electoral. Esperemos no sea el caso.

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