Los mexicanos tenemos una gran capacidad para pervertir nuestras instituciones, incluso las más trascendentes y bien diseñadas, esa es una de las razones (otra, es que cuando funcionan bien y ponen en riesgo los privilegios de los poderosos, especialmente los políticos, éstos las reforman o cooptan para echarlas a perder) por las cuales muchas funcionan bien, únicamente en los primeros ejercicios y, posteriormente, dejan de cumplir sus objetivos.
Cuando recién se aprobaron las candidaturas independientes, en lo personal consideré exagerados los requisitos que se establecieron, particularmente el 1% de firmas del padrón electoral y la necesidad de respaldarlos con la copia de la credencial de elector. En el 2015, aproximadamente 500 ciudadanos se inscribieron para lograr su registro como aspirantes independientes; de éstos 125 lo consiguieron; y de éstos 6 lograron el triunfo, entre ellos el candidato independiente a gobernador de Nuevo León.
Los resultados demostraron que los requisitos eran los adecuados y, por supuesto hubo Congresos locales que empezaron a elevarlos, para evitar que en sus entidades ocurriera algo similar, sin embargo, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo impidió y evitó que por esa vía se estrechara el número de candidaturas independientes. Aunque los resultados no fueron tan favorables en los años subsecuentes, sí hubo participación ciudadana compitiendo por los diversos cargos públicos en las diversas entidades federativas, obteniendo porcentajes de votación muy dispares.
En este 2017, cuando apenas se ha cerrado el registro para las candidaturas federales, se vivió realmente una pandemia de ciudadanos que pretendieron obtener una candidatura, desvirtuando totalmente la idea, en algunas ocasiones sin mala intención, pero en otras puede presumirse que claramente se pretende atentar contra la figura, desacreditándola por cualquier vía: frivolizándola, al participar simplemente para pretender mostrar su inutilidad; cuestionándola, al criticar lo exagerado de los requisitos o lo inservible de las vías para cumplirlos; o, en un intento por pulverizar el voto ciudadano, al tener la posibilidad de aparecer en la boleta aunque nulas de ganar, pero sí de afectar a una candidatura viable.
Nada más para la Presidencia de la República, 86 ciudadanos solicitaron su registro como aspirantes; finalmente, 48 fueron aceptados por el Instituto Nacional Electoral; pero de éstos 4, cuando ha transcurrido el 16% del plazo para la recolección de firmas (120 días, que van del 16 de octubre de este año al 12 de febrero del 2017) no han registrado ni asistentes que los ayuden a recolectar firmas ni una sola firma; 7 más, ya registraron asistentes, pero no firmas. Pero únicamente hay 4, de los 48, que llevan más de 10 mil firmas que son Margarita Zavala, Jaime Rodríguez, María de Jesús Patricio y Armando Ríos Piter, pero la más avanzada lleva apenas el 6.2% de las 866,593 firmas que se requieren para obtener el registro, es decir, todos van muy rezagados en este esfuerzo.
Pedro Ferriz De Con, que fue de los primeros que se apuntó y que empezó en abierta precampaña por todo el país, apenas lleva (con corte al 3 de noviembre) 9,830 firmas y aunque registró a 3,853 asistentes, únicamente 752 han recolectado firmas. Pero sí se ha pasado todos los días cuestionando la aplicación desarrollada por el Instituto Nacional Electoral. Ferriz De Con pensaba que su presencia en medios masivos de comunicación por muchos años le garantizaba en automático su registro como candidato independiente.
En el caso del Senado, hay 55 aspirantes, de los cuales únicamente 3 (Pedro Kumamoto, en Jalisco y actual diputado local; Manuel Clouthier, en Sinaloa y actual diputado federal; y Pablo Salazar, en Chiapas y ex gobernador de la entidad) llevan porcentajes de recolecciones de firmas que permiten suponer que pueden cumplir con el requisito (por encima del 10%), cuando ha transcurrido el 19% de los 90 días que tienen de plazo; 18 no llevan ni una firma.
En el caso de los diputados federales hay 184 aspirantes, de los cuales 8 ya rebasaron el 50% de las firmas requeridas, cuando apenas ha transcurrido el 39% de los 60 días que tienen de plazo para recolectarlas; otros 6, están por arriba del 40%, es decir, llevan un muy buen ritmo. En contrapartida, 19 no han recolectado ni una firma, de los cuales 7 ni siquiera han registrado asistentes.
En este caso las cifras son muy reveladoras, pues es evidente que los ciudadanos que tenían intenciones reales de aparecer en la boleta (por cualquiera de las razones, incluyendo la deseable de ganar la elección y demostrar que un ciudadano verdaderamente independiente puede cumplir con sus responsabilidades en un puesto de representación) y presencia en su comunidad (por su labor pública previa, incluso si es a partir de partidos políticos) sí tiene posibilidades de cumplir con los requisitos.
Pero también evidencian que muchos casi lo tomaron como una forma de ganar notoriedad aunque fuese simplemente por un día; muchos otros, nunca hicieron un ejercicio serio para estar muy conscientes de las dificultades que enfrentarían, tanto en el proceso de registro, como en los de campaña y, eventualmente, de ejercicio del encargo si lograban el triunfo.
Las candidaturas independientes tienen un gran potencial como catalizadores del sistema político mexicano, si se postula gente seria e auténticamente independiente; pero también conlleva muchos riesgos, que van desde la influencia indebida de intereses particulares (desde empresariales hasta del crimen organizado) hasta la eventual emergencia de un nuevo caudillo. Los requisitos legales harán la primera criba, toca después a la ciudadanía respaldar ejercer un voto informado y razonado, para -al menos-mitigar los riesgos.