En crisis. La desesperación ha hecho que personas de algunas colonias en Iztapalapa han tomado pipas para exigir más agua de la que ya habían distribuido. (ELIA BALTAZAR/ EL SIGLO DE TORREÓN)
Las familias afectadas se las arreglan con los pocos litros que de manera gratuita distribuye el gobierno capitalino en pipas, con el agua embotellada que llegó de las donaciones y con la que compran a particulares.
En el oriente de la Ciudad de México todavía hay medio millón de personas sin agua. Pero hubo hasta un millón afectadas por el desabasto durante la primera semana posterior al sismo del 19 de septiembre.
Son ahora 131 colonias que no disponen del servicio a menos que llegue alguna de las 1,898 pipas que dispuso el gobierno capitalino para llenar las cubetas y tambos que hacen fila a la hora del reparto.
A la capital del país, asentada sobre terrenos que alguna vez fueron un lago, el agua no le sobra. Es más, hay pronósticos apocalípticos que advierten sobre el futuro incierto del abasto por la sobrexplotación de los mantos acuíferos, los efectos del cambio climático y el abusivo consumo: 300 litros por habitante al día, que coloca a la capital del país entre los 5 primeros lugares del mundo, de acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, el problema se agravó desde el temblor magnitud 7.1 del pasado 19 de septiembre, que afectó la infraestructura hidráulica de las delegaciones Iztapalapa, Tláhuac, Iztacalco y Xochimilco, y ocasionó al menos 2,000 fugas de agua.
Las fugas ya están en reparación, pero la Ciudad de México necesitará al menos 1,000 millones de pesos para reparar los daños más graves, de acuerdo con Édgar Amador Zamora, secretario de Finanzas del gobierno local.
Mientras tanto, las familias afectadas se las arreglan con los poco litros que de manera gratuita distribuye en gobierno capitalino en pipas, con el agua embotellada que llegó de las donaciones y con la que compran a particulares y comparten entre vecinos.
Problema de antaño
Sólo en Iztapalapa, donde viven 3 millones de habitantes, hay 160 pipas que realizan 1,700 viajes diarios para distribuir el agua entre 120 colonias afectadas por la falta del servicio.
Aunque esta zona de la capital siempre ha padecido de desabasto, el sismo complicó todavía más la situación, pues dañó tanques que abastecen zonas el Cerro de la Estrella y La Caldera.
"El miércoles y jueves siguientes al sismo, había filas de cientos de personas", dice María de Jesús Gálvez, estudiante universitaria que pasó más de 5 horas para llenar sus cubetas de agua en el punto de distribución de Fuerte de Loreto.
Dione Anguiano, delegada de Iztapalapa, calculó que en peor momento de la crisis por agua posterior al sismo, casi 900,000 personas se quedaron sin agua en su demarcación, lo que provocó conflictos, bloqueo de calles, robo de pipas a mano armada y retención de unidades por parte de vecinos, según denuncias.
Eduardo López, un joven de 25 años que trabaja en el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de la Ciudad de México, tuvo que enfrentar 4 veces situaciones de riesgo en Iztapalapa.
Como empleado del gobierno, recibió la orden de acompañar a los conductores de pipas en el reparto de agua, de las 8 de la mañana a las 6 de la tarde. "Sí hubo secuestros, la gente se sube a la unidad, no te deja ir y hasta te quiere golpear", dice.
El periódico mexicano La Razón incluso tuvo acceso al video de un operador que detallaba cómo estaba retenido por un grupo de personas que les exigían más agua de la que ya habían distribuido.
"La cosa está crítica porque te cierran el paso, se suben a la unidad y te enseñan el arma", dice un operador de pipas que fue asaltado en el cruce de las avenidas Rojo Gómez y Ermita Iztapalapa.
Lo mismo ocurrió en la delegación Tláhuac que colinda con Iztapalapa. Allí vecinos de la unidad habitacional San Rafael Atlixco denunciaron ante las autoridades la falta de agua porque los operadores de pipas ya no querían transitar por sus calles. "Se las llevaban a punta de pistola", dice una mujer que vive en la zona.
Al robos se sumaron los abusos. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) informó que en Iztapalapa, donde la pipa completa de agua se vendía en 400 o 500 pesos, subió hasta 1,300 pesos por la demanda. "Por ello inmovilizamos a una docena de ellas", dijo el titular de la dependencia, Rogelio Cerda.
Esta situación obligó a las autoridades de la Ciudad de México a reforzar la seguridad en las zonas de desabasto de agua de Iztapalapa y Tláhuac, dos de las delegaciones con altos índices de delincuencia.
En Xochimilco sin agua
En Xochimilco la situación también es apremiante en las zonas más afectadas por el sismo como San Gregorio.
Allí, desde temprano, la gente comienza a salir de sus casas, cubetas en mano, para esperar el recorrido de las pipas. Son baldes de colores que forman en hilera al pie de las aceras, donde las personas -principalmente mujeres- esperarán su turno para llenarlas.
Las pipas no tienen horario de servicio, de modo que los habitantes de las colonias donde no hay agua tienen que estar atentos a su llegada. "Un día llegó a las 2 de la madrugada y tuvimos que salir", dice Jackeline Bautista, ama de casa de 43 años que ha salido a esperar el servicio junto con sus vecinos.
Así sucedió en los días posteriores al temblor, cuando las pipas recorrían las zonas afectadas durante casi todo el día hasta la noche para cubrir la demanda. Ahora, en cambio, el servicio es irregular. "Es posible que llegue en la tarde, en la mañana, a cualquier hora", afirma Alejandro Pérez Sánchez, un joven que ha vivido sus 23 años en San Gregorio y quien perdió la casa donde vivía con tres menores y otros cuatro adultos.
En estas zonas la necesidad aviva el ingenio. Para trasladar la mayor cantidad de agua posible hasta su casa, la gente recurre a diablitos o a un palo de madera que cargan sobre sus hombros con cubetas de un galón. A veces caminan metros y otras hay que recorrer cuadras enteras con 10 litros o más a cuestas. Lo que se pueda para aguantar los siguientes días, que pueden ser dos, tres o cuatro, hasta que la pipa recorra de nuevo el barrio.
Como apoyo, el gobierno de la Ciudad de México ha repartido entre los afectados del sismo tinacos para almacenar el agua. En San Gregorio suman 200, pero son insuficientes para las 600 familias que resultaron afectadas por el temblor.
Gloria Pérez Galicia, de 48 años, lleva 15 días sin una gota de agua. Resolvió su necesidad porque tenía "reservas" del acopio que llegó a San Gregorio, Xochimilco. El agua embotellada la utilizan para cocinar y beber, y la que reparten las pipas para el baño y limpiar. "Casi no nos bañamos, con perdón de usted", dice la mujer, quien vive con una hermana y su madre en silla de ruedas.
En este pueblo de Xochimilco, donde corrieron a su delegado por minimizar los daños ocasionados por el sismo, la gente es más solidaria. Incluso un vecino de la zona, Israel Sánchez, dueño de la empresa Sase Hortalizas, todos los días reparte 10,000 litos de agua de manera gratuita en pipas que recorren las colonias desde las 12 del día hasta las 5 de la mañana.
"Son como 50 viajes en promedio", afirma Ricardo Miranda, de 21 años, uno de los cuatro trabajadores de la pipa privada. "También soy de aquí, y también tengo carencia de agua, por eso si sobra un poco la llevo para la casa", dice.
Hasta la lluvia es útil, dice Sofía Sánchez. "Aunque sea para lavar los pisos, para el baño, para ahorrar agua potable… así nos hemos ayudado, con agua de lluvia que captamos en tambos".