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La fiesta navideña en México

Local. En su novela La Navidad en Las Montañas, Manuel Altamirano recrea La Nochebuena en un pueblo serrano de México. (CORTESÍA)

Local. En su novela La Navidad en Las Montañas, Manuel Altamirano recrea La Nochebuena en un pueblo serrano de México. (CORTESÍA)

DOMINGO DERAS

Desde su fundación como país mestizo, la Navidad en México es una fiesta tradicional instituida por los primeros colonizadores españoles, estuvo implícita en el proceso de evangelización de los naturales en el amanecer de la Nueva España.

Según anotaciones, aparecidas en el Códice Franciscano, fue fray Pedro de Gante el primero en celebrar la Navidad en nuestro país. Reunió a una multitud de indios a los que enseñó a cantar "Ha Nacido el Redentor del Mundo", en el patio del Convento de San Francisco El Grande (estaba frente al Sanborn→ s del Palacio de los Azulejos), en la Ciudad de México.

Gante, hizo referencia a los festejos navideños que encabezó en años posteriores en cartas que envió al rey Felipe II. En una de ellas, redactada en 1552, le detalló con ufanía que los naturales "estando aquella noche de Navidad, con deseo y hervor de aprovechar la ley de Cristo, alzaron una cruz de doscientos pies de alto".

Bartolomé de Olmedo, Juan de Zumárraga y Andrés de Olmos, fueron otros frailes peninsulares que también enseñarían a los indígenas mexicanos a participar en las festividades navideñas. Zumárraga, primer obispo de México, en 1530 dispuso escenificar la Farsa de la Natividad Gozosa de Nuestro Salvador.

La Marquesa Calderón de la Barca (1804-1882) quien fuera esposa del primer embajador español en México, en su interesante libro de viajes La Vida en México (1920), describe el estilo de los mexicanos de celebrar la Navidad.

EL COLOR DE MÉXICO

Frances Erskine Inglis, la escocesa nativa de Edimburgo quien vivió dos años en nuestro país, así reseñó el festejo navideño celebrado en una residencia de la ciudad de México, donde fue invitada:

"Al anochecer fuimos a la casa de la Marquesa de Vivanco, para pasar en ella la Nochebuena. Esta noche todos los parientes y amigos íntimos de cada familia se reúnen en la casa del jefe del clan. Esta es la última noche de las llamadas posadas; una curiosa mezcla de devoción y esparcimiento, pero un cuadro muy tierno".

En su edición El Libro de mis Recuerdos (1904), el historiador y cartógrafo Antonio García Cubas (1832-1912), hizo una narración de las posadas protagonizada por un grupo de habitantes en la ciudad de México en el siglo XIX.

Detalla cuando los vecinos de un céntrico barrio popular, caminaban por la calle llevando sobre sus hombros a Los Peregrinos para luego detenerse frente a una casa, entonaron cánticos y uno decía:

Ábranse las puertas,

Rómpanse los velos,

Que viene a posar

El Rey de los Cielos.

García Cubas, cita dos fechas decembrinas entre los días de la Navidad y el Fin de Año cuando se atavió con albas capas de nieve el Valle de México, el 26 de diciembre de 1814 y el sábado 27 de diciembre de 1856.

Así describió el aspecto de la catedral metropolitana, durante la segunda nevada que vivió: "Los detalles arquitectónicos de la catedral, como los de los otros templos estaban cubiertos de carámbanos, así como los postes y cadenas que limitaban el atrio, ofreciendo el edificio, en su conjunto, un aspecto mágico y encantador".

CAMINO AL FESTEJO

En su novela Navidad en las Montañas (1871), Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), relata excelentes imágenes de los festejos de la Navidad acontecidos en un pequeño pueblo alejado del mundo, permeado de rancia religiosidad.

Con su fértil prosa, narra la llegada al pueblito en la víspera de la Nochebuena de un militar que luchó durante la Intervención Francesa en México (1862-1867), viajaba acompañado de un amigo.

En el camino, había conocido a un clérigo español quien era el cura de esa comunidad, lo invitó a pernoctar en ella. El capitán era de ideas liberales y vivía alejado del catolicismo, decía que "había conocido sacerdotes hispanos carlistas y jesuitas, todos malos".

El cura le pidió pasara la Navidad en el pueblecillo. Los habitantes en su gran mayoría eran humildes agricultores y ganaderos. Aquel soldado proclive al ateísmo, constató asombrado que el presbítero vivía en una dramática pobreza, como sus feligreses a los que se consagró; le inspiró admiración y respeto.

Participó en las posadas y en la misa navideña, lo impactó el fervor religioso de aquellos marginados de quienes probó el pan y la sal y su amor al prójimo; comprendió que existían buenos curas. Su estancia en la aldea perdida fue una lección de vida.

Guillermo Prieto (1818-1897), político liberal y escritor costumbrista en su libro Memorias de mis Tiempos (1906), logra una amena descripción de los preparativos para la Nochebuena que realizaban sus familiares y amigos en sus hogares.

Narra, además, el desarrollo de la Kalenda o Pregón Navideño en el día de la Vigilia de la Navidad que consiste en la solemne proclamación de la misa de Nochebuena, acompañada de cánticos

Ya en el Siglo XX, el poeta tabasqueño Carlos Pellicer, acostumbraba cada año instalar en su casa de la ciudad de México un gran nacimiento. También montaba el nacimiento del Fondo de Cultura Económica.

Previamente salía al campo con algunos amigos para recolectar pequeños arbustos, arena, tierra y piedras vistosas que lo engalanaban; en su parte central aparecía el Pesebre de Belén.

Instalaba un equipo de grabación del que se escuchaban versos de su autoría, alusivos al nacimiento del Divino Salvador, una de sus estrofas decía:

Apenas en el mundo

Un niño cabe

Pedacitos de cielo

Son sus pañales

En el México del Siglo XXI, perdura el nacimiento en los hogares, la antigua costumbre de las posadas en sus zonas urbanas ha casi desaparecido y sólo en algunos de sus templos se representan. Es en las áreas rurales donde aún se puede observar esta tradición que data de la época virreinal.

Las llamadas posadas en las ciudades son meros convites sociales donde se come, baila, abundan las bebidas y en ocasiones se intercambian regalos. No se escenifica la representación de Los Peregrinos como antaño.

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