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Los problemas con la transparencia

FRANCISCO JAIME

En relación con las denuncias sobre espionaje telefónico del gobierno mexicano a periodistas y defensores de los derechos humanos, Arturo Rodríguez García de la revista Proceso, afirmó el 24 de junio en ese medio de comunicación que "Mientras por un lado Presidencia promueve reformas de transparencia, por el otro permite el monitoreo subrepticio de los opositores, mientras con una mano inscribe al país a programas internacionales de apertura de datos, con la otra se querella contra quienes buscan un marco legal más abierto y democrático. La denuncia por vigilancia ilegal - el nuevo escándalo del sexenio - ocurrió en el seno de la Alianza por el Gobierno Abierto (AGA), un espacio creado para el avance de la transparencia y la democracia".

Por su parte, el presidente Enrique Peña Nieto rechazó las acusaciones y dijo que el suyo "es un gobierno democrático que respeta y tolera las voces críticas". Además el mandatario condenó cualquier intervención que se tenga en la vida privada de quienes son activistas y de cualquier persona y señaló que dio instrucciones para que la Procuraduría General de la República investigue las denuncias presentadas con el objeto de deslindar responsabilidades y conocer cuál es el origen de esas acusaciones.

Hemos comentado en otros artículos que la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana son los pilares fundamentales de la gobernabilidad democrática, son herramientas eficaces en el combate a la corrupción, y son medios que permiten alcanzar mayores niveles de desarrollo económico, político y social. En nuestro país se han logrado avances importantes en estos temas: contamos ya con un Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, el acceso a la información es un mandato constitucional, y existe mayor conciencia en la población sobre sus derechos y obligaciones en estas materias. Sin embargo, continúan observándose en numerosas entidades federativas constantes violaciones a la ley: opacidad, corrupción, impunidad, espionaje, violación de los derechos humanos, y poco respeto a la vida privada.

Yo comparto con Ernesto Garzón Valdés, experto en la materia, la idea de que solamente en una sociedad en la que la intimidad está salvaguardada y la privacidad (regulada) se encuentra protegida, es posible que las libertades (personal, de pensamiento, de expresión) florezcan. Y sólo donde existan estas libertades es posible edificar y desplegar instituciones transparentes y democráticas. (Tomado de su ensayo: Lo íntimo, lo privado y lo público. Cuaderno de Transparencia No.6, IFAI).

Me aterra pensar en regímenes totalitarios donde todo lo controlan, donde todo lo vigilan, todo lo espían, de todo se apropian, hasta de la voluntad y la conciencia. El espionaje telefónico en nuestro país me obligó a releer a Orwell, aunque reconozco que en realidad fue un momento de solaz. Ya en 1948, George Orwell en su famosa novela "1984" - uno de los clásicos de la literatura del siglo XX -nos describe un país carcelario, vigilado por un panóptico, es decir, un lugar donde es posible verlo todo y a todos, como bien sintetiza Mauricio Molina en el Prólogo a la edición 2002 de esta obra, publicada por Lectorum. En un pasaje de esta inmortal antiutopía, leemos en voz de uno de sus personajes: "Hasta la iglesia católica en la Edad Media era tolerante según los criterios actuales. En parte la razón era, que en el pasado, ningún gobierno tenía el poder para mantener a sus ciudadanos bajo vigilancia constante. Sin embargo, la invención de la imprenta facilitó la manipulación de la opinión pública, y el cine, y la radio ampliaron todavía más ese dominio. Con el descubrimiento de la televisión y los adelantos técnicos que permitieron recibir y transmitir al mismo tiempo en un mismo aparato, la vida privada terminó. Todo ciudadano, o cuando menos toda persona cuyas actividades merecieran ser observadas, podía ser vigilada por la policía y asediado por la propaganda oficial durante las veinticuatro horas del día". Orwell nos habla enfáticamente del Gran Hermano que todo lo vigila, que todo lo puede, nos habla del Partido y nos habla de la Policía del Pensamiento.

Recuerdo, hace ya casi una década, en mi calidad de director de la Unidad de Enlace de Acceso a la Información (Transparencia) de la Cámara de Diputados, entonces bajo la presidencia del licenciado Jorge Zermeño, haber asistido a un seminario sobre transparencia. En ese evento, uno de los expertos en el tema, afirmó que en esta época, con los avances de la tecnología, nadie, en ningún lugar, puede asegurar que no es vigilado, espiado, grabado. Por ello, todos debemos pugnar por que la privacidad sea estrictamente respetada- aunque como bien sugiere Garzón Valdés- regulada en ciertos aspectos críticos, pero la intimidad debe ser absolutamente invulnerable. Es decir, no debe estar sujeta ni a límites ni a normas.

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