Estuviera donde estuviera, estuviera con quien estuviera, mi padre decía a eso de las 7 de la tarde:
-Discúlpenme por favor. Tengo una cita con María.
Hablaba de "Simplemente María", la única telenovela que en su vida vio.
No era mi padre hombre de telenovelas, y ni siquiera de novelas, aunque sé que leyó las de Verne y H.G. Wells; las de Dumas y Víctor Hugo. Pero por ese tiempo era ya hombre de edad, y dos infartos lo tenían recluido en su casa. Así, cuando sus hermanos le dijeron que estaban viendo "Simplemente María", él vio un capítulo por curiosidad, y luego ya no pudo dejar de ver todos los demás. María, pues, lo acompañó en los últimos meses de su vida, y fue para él motivo de entretenimiento y tema de conversación
Por eso me entristeció la muerte de Saby Kamalich, la bella protagonista de aquella exitosa serie. Cada vez que oiga su nombre recordaré a mi padre en el momento de decir:
-Discúlpenme por favor. Tengo una cita con María.
¡Hasta mañana!