Me habría gustado conocer a Juan García.
Fue el loco más famoso de Sevilla en tiempos de Cervantes y de Lope. La narración de sus hechos y sus dichos andaba en labios de la gente, que reía a todo trapo las ocurrencias del orate.
En cierta ocasión se creció el Guadalquivir. Desde lo alto del puente García gritaba a toda voz hacia las turbulentas aguas:
-¡Nada, hombre! ¡Nada!
Pensaron todos que un hombre había caído al río, y corrieron en tropel a ver si lo podían ayudar. Nada vieron.
Alguien le preguntó a García:
-¿Qué sucede, Juan?
Respondió él con una sonrisa socarrona:
-Nada, hombre. Nada.
Me habría gustado conocer a Juan García. Quizá no estaba tan loco como la gente pensaba. Quizá pensaba más que la gente que lo creía loco.
¡Hasta mañana!