Matriarcal. Arantxa Araujo fue invitada en el marco de la exposición Mujeres Radicales.
EL SIGLO DE TORREóN
Arantxa Araujo, artista mexicana multidisciplinaria, realizó en el Museo de Brooklyn, en Nueva York, un performance en el que rindió homenaje a las mujeres como fuentes de luz en una sociedad patriarcal que a menudo violenta el cuerpo femenino.
Titulado "Hábito: dar a luz", el performance de cuatro horas de duración consistió en un recorrido desde el exterior hacia el tercer piso del museo. Araujo llevó a cabo el recorrido lentamente, iba ataviada con una vestimenta de celofán iridiscente y era iluminada por momentos mediante una batería inserta en su conducto vaginal.
El performance fue realizado en el marco de la exposición "Mujeres Radicales: arte latinoamericano, 1960-1985" que permanecerá en el museo neoyorquino hasta el próximo 22 de julio.
Araujo estableció un diálogo con una de las piezas de la exposición, "Hábito", de la artista brasileña "Martha Araujo" (sin relación entre ellas), a fin de abordar la condición de las mujeres en América Latina.
"Sé que tener una batería y un microcontrolador dentro de tu cuerpo es peligroso, pero también lo es ser una mujer en Latinoamérica", expresó Araujo en un comunicado.
En una entrevista, la originaria de la Ciudad de México, y con estudios académicos en neurociencia, destacó que le interesaba explorar la expresión "dar a luz", que significa parir y que en otro contexto coloca a las mujeres como guías y fuentes de energía.
Con una tecnología desarrollada por Boris Kourtoukov, del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y con música original de Dan Zlotnik.
Cuatro horas bajo el peligro de recibir quemaduras químicas de las baterías, "es muy representativo de lo que significa ser mujer actualmente, de los retos que padece solo por su género, al mismo tiempo la única alternativa es seguir adelante", comentó la artista.
Cortesía
Trato discriminatorio
Como un reflejo de la sociedad patriarcal que abordó en su obra, la artista capitalina afirmó que al iniciar su recorrido ocurrió algo curioso.
Se dio cuenta de que todos los nombres de figuras prominentes grabadas en la fachada del museo correspondían a hombres, lo mismo que las esculturas del vestíbulo. "Yo misma me moví lentamente, y me detuve casi como una escultura para decir que nosotras las mujeres también estamos aquí pese a que en un contexto global hemos sido discriminadas como ciudadanas de segunda", aseveró. Al final del perfomance, Arantxa Araujo desplegó una manta en que se leía "Ni una menos", en referencia a los feminicidios en América Latina, al tiempo que se escuchaba la pieza musical de Zlotnick, que incorporó fragmentos de noticias sobre la violencia de género en la región.