El Señor se atufó al ver que los hombres no miraban las maravillas que para ellos habían creado.
No miraban la fastuosa opalescencia del crepúsculo.
No miraban la irisada belleza del arco iris.
No miraban la majestad de las montañas.
No miraban la infinita variedad del siempre mismo mar.
No miraban el umbrío misterio de los bosques.
No miraban la hermosura de la anémona, de la gacela, del quetzal...
Le preguntó a Adán:
-¿Por qué los hombres no miran la grandeza de mi creación?
-Señor -respondió Adán con tristeza-. Están viendo la Copa del Mundo.
¡Hasta mañana!...