Placa en la plaza central de Pátzcuaro, Michoacán.
GERTRUDIS BOCANEGRA DE LAZO DE LA VEGA
En México, surge el arquetipo de madres que entregan sus hijos a la patria, que los alientan a luchar por el país, por la libertad y la justicia de su nación. La contienda por la independencia de la nación y por la emancipación política del futuro mexicano y por la igualdad social, segó decenas de miles de vidas de personas, pero poco se destaca que las mujeres también pagaron una alta cuota de sangre. La participación femenina en la Guerra de Independencia no ha sido estudiada a profundidad, lo que deja una deuda muy grande con aquellas heroínas que entregaron su existencia para conseguir una patria libre y soberana
Tal es el ejemplo de una heroína casi desconocida llamada María Gertrudis Teodora Bocanegra Mendoza; Nació esta insigne mujer en Pátzcuaro en 1765; en la sociedad colonial de la Nueva España. Hija de los españoles Pedro Javier Bocanegra y Felicia Mendoza. De gran sensibilidad humana, Gertrudis aprendió la lengua purépecha gracias a su nana, autóctona de ese pueblo; ella le ayudó a cobrar conciencia de las injusticias a las que eran sometidos los indígenas. A pesar de vivir en la abundancia por ser hija de un rico comerciante español establecido en la región, se complacía ayudando a los humildes, en especial a los indígenas a quienes consideraba como sus iguales, sentía que todos los seres humanos merecían respeto a su dignidad, no aceptaba distingos entre pobres y ricos, nobles y plebeyos, blancos e indígenas. Invitaba a los humildes a sentarse en su propia mesa ante el escándalo de los demás que no aceptaban dicha igualdad.
Se casó con Pedro Advíncula Lazo de la Vega, soldado del regimiento provincial con quien procero cuatro hijos. Mantuvo cercana amistad intelectual con el cura de Dolores Miguel Hidalgo a quien le solicitaba consejos y de quien escuchaba, al igual que su esposo, teorías de libertad e igualdad. A pesar de que las mujeres de la Nueva España pocas veces podían acceder a la educación, Gertrudis Bocanegra fue lectora de los principales autores de la Ilustración, por lo que cuando estalló la guerra de independencia se adhirió a ella. Esta formación filosófica y política le permitió servir como correo de los insurgentes en la región de Pátzcuaro y Tacámbaro. Fue muy hábil al armar una red de comunicación entre las principales sedes de la rebelión independentista.
Poco después de iniciado el movimiento insurgente de 1810 influyó en el ánimo de su esposo y de su hijo José Manuel Nicolás, para que abrazaran la causa de la Independencia. Éstos, animados por su esposa y por su madre y, alentados por el amor a su naciente nación, se unieron a las huestes de Miguel Hidalgo al paso de éste por Valladolid rumbo a Guadalajara, mientras ellos iban a combate incorporándose al ejército insurgente en las filas de Manuel Muñiz; ella incrementaba aquella red de comunicaciones entre los diferentes grupos insurgentes.
En la batalla de Puente de Calderón (17 de enero de 1811), donde se enfrentaron las fuerzas insurgentes con las tropas realista de Felix María Calleja, saliendo triunfadoras estas últimas, su esposo y su hijo lucharon denodadamente, sucumbiendo como héroes en uno de los combates. Gertrudis en lugar de ponerse a llorar y terminar odiando la guerra o la causa insurgente, por el contrario, regresó a Pátzcuaro para organizar las fuerzas insurgentes y facilitar su entrada a la ciudad; incluso, promovía reuniones subversivas en su casa al mismo tiempo que auxiliaba a los revolucionarios con noticias, dinero y elementos de guerra. Superó su dolor y lo convirtió en coraje y amor por la causa libertaria. Las informaciones enviadas a los insurgentes por ella, a través de su red comunicativa, en múltiples ocasiones sirvieron para salvar la vida de muchos. Esta amplia comunicación se extendía entre las principales sedes del movimiento independentista en la región de Valladolid, hoy Michoacán.
Después de la muerte de Hidalgo y de Allende, surgió la llamada etapa de resistencia de la guerrilla insurgente; Gertrudis Bocanegra fue enviada a Pátzcuaro con el propósito de ayudar a la toma de la ciudad por parte de los rebeldes. Pero fue descubierta y hecha prisionera por el ejército realista. Considerada sospechosa por las acciones de su esposo e hijo, sufrió el embate de ejército virreinal que destruyo su casa en busca de documentos secretos y a ella misma que servía de correo rebelde. Delatada por un sirviente despechado a gente leal al virrey, fue aprehendida en su casa; sometida a tortura para que delatara a otros participantes de la guerrilla.
Desafortunadamente como la historia del siglo XIX no estudiaba la vida de las mujeres, inclusive de las heroínas insurgentes, se cuenta con poca documentación del caso; por ello no existen registros de cuándo fue apresada y cuánto tiempo duró su proceso. Lo que está claro es que Gertrudis se negó siempre a dar información a los realistas; por ello fue condenada a muerte, sin embargo, se le propuso la salvación a cambio de cierta información que les permitiese a los realistas ganar batallas o descubrir a otros patriotas que estaban ayudando a la independencia. Se le pedía que diera al menos un nombre de alguno de los "Guadalupes" y como respuesta escupió a la cara a sus captores. Gertrudis se rehusó rotundamente a denunciar a sus cómplices. Su propia hija le pidió que entregara la información solicitada, pero sus fuertes convicciones de libertad se lo impidieron; ella, heroicamente se opuso a decir palabra alguna aun sabiendo que sería condenada a muerte.
Tampoco aceptó confesarse, y se declaró culpable, sabiendo que eso la llevaría al paredón. Fue condenada a morir fusilada al pie de un fresno de la plaza mayor, (hoy Vasco de Quiroga) del precioso poblado de Pátzcuaro, cuyo lago ella tantas veces había cruzado; estoicamente aceptó su suerte. Cuenta los registros que, además, su muerte fue terrible, más bien ignominiosa y vergonzosa. En esa época se estilaba, con sadismo y excesos de todo tipo, desnudar a la gente y exhibirla públicamente. En una sociedad como la de principios del siglo XIX, el pudor era la máxima virtud y ese castigo era terrible; como ella había llevado la información oculta en el papel donde se liaban los cigarros, decidieron torturarla, quemándole con las brasas de cigarros encendidos; todo esto en plena plaza pública, justo antes de la ejecución.
Ni aún ante las bocas de los fusiles que le causarían segundos después la muerte, Gertrudis Bocanegra sintió miedo, por el contrario, demostró su denuedo y amor a la patria, tal vez en el último instante de su existencia recordó a su esposo y a su hijo, muertos antes de ella en combate por la libertad de México y con gesto altivo recibió la descarga que la llevó a unirse a ellos.
Antes del grito de fuego dado por el comandante del pelotón, arengó a los soldados del piquete de fusilamiento y al público que se había congregado, entre ellos a varios indígenas a quienes habló en purépecha; los invitó a buscar su liberación. Cinco balas atravesaron su ya demacrado cuerpo, mientras el pueblo observaba temeroso y asombrado ante tal valentía, una mujer que ha sido poco recordada ya que el machismo liberaloide en los siglos XIX y XX han olvidado a las mujeres que también nos dieron patria y libertad.
Como dato interesante cabe destacar que fue fusilada el 11 de octubre de 1817; ese día, casualmente, también era fusilado el insurgente español que vino a México a luchar por su independencia: Francisco Javier Mina en el Fuerte de los Remedios, cerca de Pénjamo, a menos de doscientos kilómetros de distancia.
Gertrudis Bocanegra, novohispana que abandonó la comodidad de su privilegiada situación social por buscar la liberación del pueblo mexicano, no aparece frecuentemente en los libros de historia de las escuelas mexicanas, pero su ejemplo deberá resucitarse para enfrentarnos con una realidad que cada día vivimos en nuestra patria, no para lanzar a sus hijos a un combate militar, sino de enseñarlos a luchar por un México mejor y a comprometernos con nuestro desarrollo integral. Afortunadamente en 1992, Eduardo Casar escribió el guion de la película Gertrudis, cinta que Ernesto Medina filmó. La primera actriz Ofelia Medina, quien protagoniza el papel de la heroína, nos ofrece un valioso comentario sobre Gertrudis Bocanegra al aseverar que: "Gente como ella todavía ofrece una lección importante que no hemos asimilado sobre el resultado de un movimiento armado en pro de un cambio de gobierno".
Cada año, el Ayuntamiento de la Ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, entrega, en su majestuosa plaza "Vasco de Quiroga", la presea "Gertrudis Bocanegra", máximo galardón que realiza su cabildo, a las mujeres mexicanas que se hayan distinguido por sus actividades humanitarias y que por sus virtudes cívicas hayan honrado al país, al estado y al municipio. En 2017, en la XXIV edición de dicha consagración, la recibió la periodista Carmen Aristegui, quien destacó, al recibirla: "Esta presea, evoca la memoria de una mujer excepcional, Gertrudis Bocanegra, nacida en Pátzcuaro, de raíces purépecha, mujer que nació en un tiempo como fue el de Independencia, tuvo familia, pero también tuvo una participación fundamental porque fue una mujer decidida a dar la batalla en contra de la opresión y por un México independiente. Es muy importante que, en esta plaza, en este lugar inigualable, recordemos lo que significa el nombre de Gertrudis Bocanegra, significa la decisión de una mujer, la decisión de una persona, de alguien que perdió la vida por la libertad y la independencia"
En las anteriores ocasiones han sido condecoradas distinguidas escritoras, actrices, luchadoras sociales, entre otras mujeres admirable.
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