Culpables. A la izquierda, Michael Cohen, exabogado de Trump; a la derecha, Paul Manafort, exjefe de campaña del presidente. (ARCHIVO)
La Casa Blanca, centro del poder de la primera potencia del mundo, fue sacudida ayer por dos casos que han puesto en jaque al polémico presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
En el primero de ellos -el más peligroso para el magnate republicano- el exabogado de Trump, Michael Cohen, se declaró culpable de haber violado normas sobre financiación de campañas electorales y vinculó directamente al presidente con pagos para comprar el silencio de dos mujeres que podían perjudicarle de cara a las elecciones.
En total, Cohen admitió ser culpable de ocho cargos, que incluyen también evasión fiscal y fraude bancario, y que podrían enviarle a prisión durante años.
Políticamente, la clave son los dos delitos de financiación ilegal de campañas electorales reconocidos por el abogado, pues éstos afectan directamente a Trump.
Cohen, que se entregó ayer mismo al FBI y compareció poco después en Nueva York ante un juez federal, reconoció haber gestionado antes de las elecciones dos pagos, de 150,000 y 130,000 dólares, a mujeres que aseguraban haber mantenido relaciones con el entonces candidato republicano a la Presidencia.
El letrado aseguró que actuó "bajo dirección del candidato" y "con el objetivo principal de influir en las elecciones", implicando explícitamente a Trump en estos delitos.
En el otro caso, del cual ha dicho Trump que no tiene que ver con él, un jurado declaró culpable de múltiples cargos por fraude a Paul Manafort, el exjefe de campaña del ahora presidente de EEUU, en un juicio por el que podría pasar el resto de su vida en prisión.
Manafort fue declarado culpable de 8 de los 18 delitos por fraude que le imputaba el fiscal especial para la llamada trama rusa (la injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016), Robert Mueller, después de que un jurado en el tribunal federal del Distrito de Virginia Este así lo decidiera.