El Gobierno federal confirmó que existen dos investigaciones por parte de la FGR. (ARCHIVO)
La salida de Carlos Romero Deschamps del sindicato de (Pemex), que durante 26 años controló al gremio política y económicamente, se dio en medio de numerosas acusaciones por corrupción y enriquecimiento ilícito. La noticia generó tanta aceptación como dudas. Por una parte, fue tomada como sinónimo del final de una oscura era del viejo sindicalismo, por otra, la incertidumbre de una salida negociada.
"Hoy, por razones poco claras, no observamos la cooperación que debe existir entre trabajadores y Administración para impulsar los proyectos que permitan el verdadero avance de Pemex hacia su consolidación", dijo el exlíder ayer en un documento a la opinión pública.
Deschamps se convirtió en el líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana en 1993, y desde entonces su carrera ha estado acompañada de acusaciones por desvío de los fondos de los trabajadores y la ostentosa vida suya y de su familia, que presume mansiones, yates, viajes, joyas y autos de lujo.
El líder sindical senador, de quien el Gobierno federal confirmó ayer tiene dos denuncias ante la Fiscalía General de la República (FGR) por enriquecimiento ilícito, es otro de los símbolos de combate a la corrupción que presume la Cuarta Transformación del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin desde ayer, en diferentes foros, se han escuchado voces cuestionando el futuro de Romero Deschamps, como le sucedió a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien fue cuestionada tras un foro en la UNAM sobre si el Gobierno de López Obrador perdonaría al polémico sindicalista.
Para el senador Ricardo Monreal la renuncia de Deschamps era algo que iba a ocurrir desde hace tiempo, y aun cuando dijo que en el Senado no "harían leña del árbol caído", también aseguró que en el actual gobierno habrá cero tolerancia a la corrupción y la impunidad.
Otras voces, como las del investigador Alberto Aziz Nassif, han dicho que esta salida también abre una puerta para que otros líderes sindicales puedan ser investigados y dejen de hacer parte de la cúpula de los "intocables".
También se ha tratado de relacionar la renuncia de Carlos Romero como el tradicional 'quinazo' de un sexenio, al considerarlo similar a la forma en la que el presidente Salinas de Gortari promovió la salida del entonces líder de los trabajadores petroleros, Joaquín Hernández Galicia, "La Quina".
Este último, amigo de Deschamps, de vendedor ambulante en sus tiempos de juventud pasó a convertirse en un hombre millonario cuya familia presume por el mundo a través de las redes sociales los yates, lujos, excentricidades y autos de colección más costosos.
