La producción agrícola mexicana se divide en dos temporadas, las cuales son primavera-verano y otoño-invierno. En estos ciclos las cosechas crecen y maduran bajo las condiciones propias de la época del año en la que se establezcan. (ARCHIVO)
La enorme diversidad de climas y territorios de México permite que durante todo el año se siembre y se cultive, informa la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
Para realizar las cosechas es necesario establecer un ciclo -la división del año agrícola en periodos de tiempo-, que presentan características climáticas que favorecen el desarrollo de diferentes cultivos.
La producción agrícola mexicana se divide en dos temporadas, las cuales son primavera-verano y otoño-invierno. En estos ciclos las cosechas crecen y maduran bajo las condiciones propias de la época del año en la que se establezcan.
Se siembra en dos ciclos productivos diferentes porque toda planta requiere de un mínimo de condiciones para un crecimiento favorable, las cuales son energía solar, CO2, entre otros.
De acuerdo con las características propias del cultivo es como se determina su época de siembra y de cosecha; hay cultivos que necesitan mayor cantidad de luz solar, otros son más sensibles a bajas temperaturas y sequías, así como también pueden ser propensos a distintas plagas y enfermedades.
El periodo de siembras del ciclo primavera/verano comienza en abril y finaliza en septiembre del mismo año. Generalmente las primeras cosechas de este ciclo inician en el mes de junio y concluyen en marzo del año subsecuente.
El ciclo otoño-invierno inicia en el mes de octubre y termina en marzo del año siguiente. Las cosechas generalmente inician desde diciembre.
En México casi tres cuartas partes de la superficie agrícola se destinan a cultivos del tipo cíclico, 54 por ciento (%) para primavera/verano y 17% para otoño/invierno, el 29% restante es superficie destinada a cultivos del tipo perenne.
Debido a que los productos agrícolas requieren de distintos elementos para su crecimiento como la luz, humedad y calor, es posible sembrar y cosechar en dos ciclos, primavera-verano y otoño-invierno.
En cuanto a la siembra, la primavera es una buena temporada para sembrar porque hay mayor cantidad de luz y calor, lo que permite que las plantas realicen apropiadamente tanto sus procesos químicos como metabólicos y a que se desarrolle un mejor entorno para la reproducción de insectos polinizadores como las abejas.
Por parte de la cosecha, durante este ciclo se obtiene una gran parte de la producción del periodo otoño-invierno y una parte de la producción de primavera.
Algunos de los productos que se siembran y se cosechan en el ciclo primavera-verano son granos básicos, hortalizas, frutas, oleaginosas, plantas ornamentales y forrajes, principalmente.