Foto: Archivo Siglo Nuevo
Siempre habrá gente que busque la vía mas fácil para crear fortunas. Algunos esquemas de fraude se han replicado al pasar los años, y ciertamente no han tenido desenlaces felices, pues en ambas partes del acto de engaño, todos salen perdiendo.
Desde los inicios de la humanidad se han destejido las acciones mal intensionadas, no debe caber duda de que siempre han figurado personas que siguen fielmente la filosofía de engañar al otro con el firme propósito de beneficiarse ellos mismos sin el mínimo grado de remordimiento.
En el mundo de la economía, la historia ha registrado casos que han trascendido por la forma en que el protagonista llevó a cabo su artimaña. Se trata de hombres y mujeres que con inteligencia y audacia ejecutaron planes maestros de estafa que los hicieron acceder a cantidades inimaginables de dinero, pero que también los hicieron ser presas fáciles de su voraz ambición.
Siempre habrá gente que busque la vía mas fácil para crear fortunas. Algunos esquemas de fraude se han replicado al pasar los años, y ciertamente no han tenido desenlaces felices, pues en ambas partes del acto de engaño, todos salen perdiendo.
Si nos remontamos a 1920, podremos conocer las raíces de lo que en la actualidad se denomina “flor de la abundancia” en México. En ese año se acuñó el nombre “Esquema Ponzi”. El responsable: el italiano Carlos Ponzi, quien con ingenio ejecutó en Estados Unidos una operación fraudulenta que implicaba el pago de intereses a los inversores de su propio dinero invertido o del dinero de nuevos inversionistas.
La acción consiste en un proceso en que las ganancias que obtienen los primeros inversionistas, son generadas gracias al dinero aportado por ellos mismos o por otros nuevos inversores que caen engañados por las promesas de obtener grandes beneficios. El sistema funciona solamente si crece la cantidad de nuevas víctimas. En años posteriores, fueron varios los personajes que retomaron la idea de Ponzi y se adueñaron del dinero de los ingenuos que mordieron el anzuelo.
Carlos Manrique (al centro), el congresista Julio Chu Mériz y claeístas en la plaza Simón Bolívar. Foto: Archivo Fotográfico del Congreso Peruano
CASO CLAE
Es la estafa financiera más grande de Sudamérica, escenario en el cual miles de personas lo perdieron todo. Fue ejecutada al estilo Ponzi bajo el mando de Carlos Manrique.
Todo comenzó en febrero de 1978, cuando Carlos fundó el Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE) en Perú, bajo el esquema de captar dinero ofreciendo “altos retornos”.
En el programa televisivo Día D de Perú, se explica que en su mejor momento CLAE llegó a tener más de 200 mil ahorristas, manejando más de 200 millones de dólares anuales, dinero que en algún momento significó, según algunos especialistas, el 40 por ciento de la liquidez bancaria del país.
La empresa se encargó de engañar a miles de personas que confiaron los ahorros de su vida debido a las atractivas tasas de interés con las que el sistema financiero formal no podía competir. Todos terminaron perdiéndolo todo y sumidos en la miseria.
Miles de personas en 1992 vieron con espanto la estafa descubierta por el gobierno peruano, el cual había tomado ya la posta para fiscalizar y formalizar a las empresas financieras, y fue precisamente ahí cuando Manrique no supo cómo explicar el funcionamiento de su negocio ni de dónde obtenía tanta rentabilidad. Este hecho fue desde otros horizontes, el escándalo financiero más grande de Sudamérica por la magnitud que tuvo. Miles lo perdieron todo, y se informó, incluso, que algunos optaron por el suicidio.
Carlos se fugó a los Estados Unidos pero finalmente fue capturado y reportado desde Miami. A pesar de todo, fue liberado en el 2001, al acogerse de los beneficios penitenciarios existentes en ese entonces.
María Branca Dos Santos, banquera privada, capturada por fraude. Foto: Elvira Carracão
LA BANQUERA DEL PUEBLO
María Branca Dos Santos es otro personaje que tejió sus hilos en una estafa que se perpetuó en Portugal en 1984. Con 70 años de edad protagonizó el escándalo financiero más grande de ese país, con una filosofía simple: “ayudar a los ricos a ser más ricos y a los pobres a ser menos pobres”.
En su momento, medios internacionales la catalogaron como la más grande estafadora de Europa. Informaron que ofrecía un 10 por ciento de intereses mensuales por pequeñas aportaciones. Salvadora para unos, una verdadera embaucadora para otros, estaba haciendo la competencia a los grandes bancos. Se limitaba a entregar un pequeño recibo y nunca dio explicación de cómo conseguía esos beneficios. "El secreto es el alma de los negocios", daba como declaración cuando se le preguntaba. Pero no fue más que otra mente que echó a andar el ya mencionado “Esquema Ponzi”.
Su teatro se vino abajo. De la nada desaparecieron 85 millones de euros en esa época, los cuales seguramente fueron a los bolsillos de su sociedad fraudulenta. En 1990 fue condenada a diez años de cárcel, tiempo después fue liberada por su avanzada edad y por complicaciones de salud. Murió en la miseria total.
Foto: Flickr/Euro slice
BERNARD EBBERS, EL GRAN MENTIROSO
Fungió como fundador de la desaparecida WorldCom, y perdió su libertad por participar en el masivo fraude contable que en julio de 2002 arrasó con la compañía telefónica y los ahorros de miles de inversores.
Jeff Hoop, funcionario de la Oficina Ética y Cumplimiento de Normas de Ernst y Young en los Estados Unidos, explicó en su momento que entre 1999 y 2002 WorldCom sobrevaluó sus ganancias brutas en más de 5 billones de dólares.
“La sobrevaluación fue cubierta a través de la reducción de provisiones fraudulentas y capitalizando gastos operativos. Este Wall Street high flayer se declaró en quiebra, sus acciones se volvieron inútiles y los inversores perdieron billones. 17 mil personas perdieron sus empleos y sus pensiones. Todos los lideres de WorldCom fueron a prisión incluyendo Bernie Ebbers”.
El fraude de Ebbers consistió básicamente en presentar gastos como si fuesen inversiones. Con esto la empresa aparecía como rentable, atrayendo a nuevos inversionistas. Así, la firma llegó a estar valorada en 180 mil millones de dólares, pero cuando el escándalo estalló, bajaron de 80 dólares por acción a no más de 20 centavos por cada una.
El gigante de las telecomunicaciones fue declarado en bancarrota en el año 2002, mientras que en 2005 Ebbers fue condenado a 25 años de cárcel con los cargos de fraude contable por 11 millones de dólares, conspiración y por presentar documentos falsos a las entidades de control en fiscalización. Fue hasta el 2006 que el empresario, ya con la fama gastada, fue a prisión para cumplir una condena.
Bernard Madoff. Foto: GettyImages
MADOFF, SINÓNIMO DE FRAUDES FINANCIEROS
Bernard Madoff era uno de los inversores más reconocidos y reputados del Wall Street, fue miembro activo de la NASD, que es una asociación de comerciantes de acciones y fue uno de los grandes impulsores de la NASDAQ, la bolsa de valores electrónica y automatizada más grande de los Estados Unidos, en la cual incluso trabajó como jefe coordinador del mercado de valores y fue por todos estos honores que nadie sospechó del desfalco que había creado.
Medios de comunicación internacionales dieron a conocer que su estrategia se basó en la ya conocida estafa piramidal o “Esquema Ponzi”, aunque más compleja. Los aportantes nuevos pagan la rentabilidad de los más antiguos y lo más impresionante es que tal vez todo esto hubiera seguido funcionando y llenando los bolsillos de Madoff de no haber sido por la crisis económica que afrontó Estados Unidos y por ende también el mundo, lo cual paró el flujo de aportantes e hizo que todo el desfalco y el fraude viera la luz en 2008.
A través del banco JP Morgan Chase, Madoff ofrecía el 13 por ciento de rentabilidad anual, lo cual ocasionó un desfalco de 50 millones de dólares durante décadas, el más grande de Norteamérica. Millones de familias lo perdieron todo.
Madoff fue sentenciado a 150 años de cárcel y el JP Morgan Chase al pago de 1.7 millones de dólares a las víctimas del fraude, que dicho sea de paso es la cifra más grande impuesta a un banco, además de pagar otros 800 millones de dólares por conceptos de pagos al gobierno y demandas originadas.
Hasta el día de su estancia, Madoff mantuvo su postura de inocencia. Alegaba que nunca tuvo que ver con el fraude más grande del continente americano.
Jordan Belfort fue interpretado por Leonardo DiCaprio en The wolf of Wall Street. Foto: Paramount
THE WOLF OF WALL STREET
Escritores y cineastas se han inspirado en personajes que se han desenvuelto en el ambiente de las finanzas y el fraude para realizar obras que cuenten sobre sus hazañas de desfalco. Tal es el caso de Martin Charles Scorsese, director, guionista, actor y productor estadounidense-italiano de cine que se basó en la historia de Jordan Belfort para realizar el filme The wolf of Wall Street.
El actor Leonardo DiCaprio interpretó a Belfort, un corredor de bolsa que realizó imprudentes hazañas financieras, que incluyeron la manipulación del mercado bursátil como parte de una estafa de acciones que valían un centavo.
Jordan fundó una firma que pasó a defraudar a los inversores mediante la venta de acciones, mientras empleaba más de mil personas. La empresa fue cerrada en 1998 y Belfort fue acusado de lavado de dinero y fraude.
En 1998 se informó que fue imputado por estafa y blanqueo de dinero. Belfort reconoció los cargos y se mostró dispuesto a colaborar con el FBI, ofreciendo información de otros estafadores. Sólo pasó 22 meses en prisión, pero fue condenado a devolver 100 millones de dólares a los accionistas a los que había engañado. Tras recuperar su libertad, el delincuente escribió su libro de memorias que fue base de la famosa película de Scorsese.
Allen Stanford. Foto: Independent
ALLEN STANFORD
No es fácil obtener una sentencia de 110 años de prisión federal, pero Allen Stanford pudo llevarlo a cabo. Fue uno de los hombres más ricos de América con un patrimonio neto de aproximadamente 2.2 mil millones de dólares. Fue otra de las personas que acumuló esa riqueza echando mano del conocido “Esquema Ponzi”. Los informes indican que los inversores se habían quejado de los crímenes de Stanford desde 1997 pero la Comisión de Bolsa y Valores no lo persiguió sino hasta 12 años después, durante la crisis financiera de Estados Unidos.
En 2009 fue acusado de fraude por delitos que involucraron alrededor de 7 mil millones de dólares. Antes de su arresto se entregó voluntariamente a las autoridades después de varias redadas en sus oficinas en todo el país. Además de su sentencia de 110 años, recibió la orden de perder 5.9 mil millones como parte de su sanción civil.
“No soy un ladrón”, dijo antes de conocer el castigo en una sala abarrotada en Houston (Texas). “Si tengo que pasar el resto de mi vida en prisión, lo haré en paz”, insistió refiriéndose a la forma en la que gestionó su imperio. Fue su manera para intentar marcar distancia del fraude ejecutado por Madoff. Culpó a los reguladores por el colapso de su firma, a los que acusó de utilizar “tácticas de la Gestapo” para justificar su causa, escribió un periódico global que cubrió este caso.
La historia lo ha registrado, algunos esquemas de fraude se replican al pasar los años. Estafadores contemporáneos han echado mano de las ideas fraudulentas que tuvieron otros en el pasado, a pesar de saber que nadie ha salido bien librado. Ahora bien, del otro lado se tiene que estar bien informado para no ser seducido por los encantos de un engaño.