(EL UNIVERSAL)
Desde que tiene memoria, Rodolfo ha sido obeso. De niño, las bromas pesadas fueron subiendo de tono hasta que las contrarrestó con una violencia temeraria, pero cuenta que en la adolescencia llegó la parte más dura. Se encerró en sí mismo y la ansiedad lo llevó a ganar aún más peso.
Los kilos de más también ocupaban espacio en sus pensamientos cotidianos. Pensaba en la silla del salón de clases que ya había roto alguna vez, en los botones forzados de su camisa, en la fatiga constante y en el estrangulamiento de sus piernas asfixiadas aun por las tallas más grandes de pantalones.
Los intentos de ejercitarse y tratar de contener el apetito voraz, le reportaron pocas ganancias. Al llegar a la mayoría de edad, los dolores en espalda y rodillas se convirtieron en un auténtico tormento. La obesidad grado 3 lo colocó como candidato para una cirugía bariátrica en la que tiene muchas esperanzas. No sabe lo que sucederá después, pero no puede seguir atrapado en un cuerpo que nunca lo ha reconocido.
La obesidad es un problema mundial cuyas cifras le pesan al mundo en muchos aspectos. Esta condición discapacitante se ha triplicado en todo el mundo desde 1975, según datos de la OMS. Esto también ha disparado las cifras de enfermedades relacionadas, como trastornos cardiovasculares (principalmente cardiopatías y accidentes cerebrovasculares), diabetes, enfermedades del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones), y algunos cánceres (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon).
Hay más de dos mil millones de adultos con sobrepeso y alrededor de un tercio de esa cantidad es considerada obesa, es decir, una persona con un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30. Aunque el estilo de vida afectado por el sedentarismo y la mala alimentación desencadena el problema, paulatinamente los científicos han encontrado otros factores vinculados que se entretejen en diversos grados provocando el problema.
Hace poco se realizó el coloquio Obesidad y metabolismo: genómica, dieta y microbiota intestinal, organizado por el Instituto Nacional de Medicina Genómica el (INMEGEN) y la Facultad de Química de la UNAM. Reconocidos especialistas nacionales e internacionales presentaron sus avances en investigaciones sobre los temas mencionados. Uno de los expertos que más ha investigado la relación de la genómica con la vida cotidiana es el Doctor Samuel Canizales, quien platica sobre la obesidad como la combinación de un problema multifactorial con nuevas aristas.
"Desde que se describió por primera vez todo el genoma humano, se brindaron las herramientas para poder identificar algunos factores genéticos (aún no los conocemos todos) que están relacionados con la ganancia de peso desde edades tempranas hasta la edad adulta". Para el especialista, los avances han transcurrido en entender cuáles son los mecanismos que se ven alterados en esta relación del llamado ambiente obesogénico y la combinación de factores genéticos predisponentes. "La genómica nos ha llevado a identificar genes que de otra manera nunca hubiéramos sabido que son importantes para la incidencia en la ganancia de peso".
DE GENÓMICA, MICROBIOTA Y OTRAS COSAS
Para el doctor Canizales, es muy importante subrayar que la punta de lanza de la obesidad son los factores ambientales, pues se puede incidir en ellos, pero si se tiene una mejor idea de cuáles son todos los factores que se combinan en el aumento de peso, incluidos los procesos genéticos y metabólicos, se entiende mejor la enfermedad. Esto conlleva a desarrollar estrategias preventivas y terapéuticas cada vez más novedosas donde también se considere la alimentación y el ejercicio.
"Cuando se empezaron a buscar los genes relevantes para la obesidad, lo primero que pensamos fue en la biología de las células que guardan la energía en forma de grasa, los adipositos. Se pensaba que ahí estaría la clave porque en muchos de los casos la ganancia de peso se traduce en una ganancia en tejido adiposo; sin embargo, una de las principales sorpresas en el estudio de la obesidad fue que en la ganancia de peso, los genes principalmente involucrados tiene que ver con la saciedad".
Uno de los genes más reconocidos asociados a la obesidad, incluso en poblaciones mexicanas, es el FTO. El especialista señala que al inicio se pensaba que este era el gen más importante vinculado a esta enfermedad, pero poco a poco se han encontrado genes cercanos a él, que parecen ser incluso más importantes y no sólo regulan el nivel de saciedad, sino que también son importantes en los cambios del tejido adiposo.
"Cada vez se entienden más factores que se conectan en un problema muy complejo. Por esta complejidad es que la prevalencia de la patología es tan alta en México y el mundo", apunta y abunda en que en la Unidad de Genómica de Poblaciones Aplicadas a la Salud han hecho un estudio de cómo se puede intervenir en pacientes que tienen una obesidad mórbida (grado 3). Se trata de personas en quienes la dieta y el ejercicio no han funcionado como factores para perder peso, así que se han tenido que tomar otras acciones: intervenciones quirúrgicas, como la cirugía bariátrica. Además de buscar un perfil genético en este paciente, se indaga en un perfil metabolómico. La metabolómica es una nueva rama en bioquímica analítica que está relacionada con el metabolismo, el proceso de conversión de energía de los alimentos en energía mecánica o calor.
El doctor Canizales advierte que los individuos no están expuestos a una sola cosa, sino a una gran gama de variables, así que estudios integrativos, que incluso también consideren la microbiota intestinal, podrían ser muy útiles en la creación de algoritmos predictivos y la aplicación de mejores estrategias terapéuticas.
LA RAÍZ DEL PROBLEMA
La obesidad infantil se mantiene en México como un grave problema de salud pública. Se considera que al menos tres de cada 10 niños sufren alteraciones de peso y un gran porcentaje de esa cifra se mantendrá en esta condición hasta llegar a la edad adulta. Canizales señala que los marcadores que pueden ayudar a identificar a estos niños no tienen que ser exclusivamente genéticos. "La idea de la genómica inició en el genoma per se, pero ha ido migrando a algo más complejo como las ciencias ómicas". Con este último término se refiere a las ciencias que permiten estudiar un gran número de moléculas implicadas en el funcionamiento de un organismo.
Ahora también a los niños ya no sólo se les puede identificar desde el punto de vista genético, sino metabolómico, es decir, mediante perfiles de metabolitos que muestran alteraciones en el perfil de aminoácidos (que se mide en a través del suero) y que incluso cambian antes de que los pequeños tengan complicaciones relacionadas a la obesidad. También como en el caso de los adultos, la microbiota puede ayudar a generar información importante sobre factores de riesgo adicionales.
Por otra parte, para los especialistas también es claro que desde el ambiente intrauterino ya hay pistas de ambientes predisponentes. Canizales describe que hay estudios que muestran que se puede predisponer a los problemas de ganancia de peso desde la forma de nacimiento de los niños, como la cesárea, algo, por cierto, muy común en México. Son estudios que se han hecho en otras partes del mundo y que muestran que la microbiota que va a colonizar a los niños cambia dependiendo de la forma de nacimiento. El experto reconoce que esta es una forma de ir tomando en cuenta varios elementos, incluso desde antes del nacimiento.
Durante el coloquio también se retomó el tema de los factores nutrimentales asociados a la microbiota intestinal. La doctora Sofía Morán Ramos señaló que después de haber estudiado a un grupo de niños mexicanos obesos, uno de los hallazgos encontrados fue que un mayor consumo de fibra insoluble ayuda a generar más diversidad en la microbiota y esto abre una nueva perspectiva sobre qué grupos se pueden beneficiar en mejor forma de una intervención dietaria.
Por otra parte, la doctora Maricela Cruz Rodríguez, del Centro Médico Nacional Siglo XXI, quien dictó la conferencia "Obesidad en la lactancia: compuestos bioactivos y ácidos grasos en la leche materna", subrayó que existe una tendencia de sobrepeso y obesidad en mujeres en edad reproductiva, de entre 20 y 49 años. La leche materna puede brindar muchos beneficios, pero cuando las madres tienen sobrepeso las hormonas están alteradas, lo que proporciona una leche que puede influir en cambios en el crecimiento del recién nacido que incluso los puede llevar a desarrollar sobrepeso. El mensaje final no sería dejar de amamantar sino tratar de mantener un peso ideal durante el embarazo no sólo para el bienestar de la madre, sino de la vida de quien está por nacer.
Para Canizales, la genética es sólo un factor de riesgo, pero no una condena. El reto es utilizar las evidencias científicas y entender todos los elementos en su conjunto para un análisis integrativo de genómica, metabolómica, microbiótica intestinal, dieta y ejercicio.