El presidente de Irán, Hasán Rohaní (c), pasa revista a la guardia de honor acompañado por su homólogo iraquí, Barham Salih. (ARCHIVO)
El Gobierno iraquí aseguró hoy que mantuvo contactos con Estados Unidos, Jordania y Egipto para tratar de parar la decisión de la Administración estadounidense de designar como grupo terrorista a la Guardia Revolucionaria iraní, anunciada el lunes por el presidente Donald Trump.
El primer ministro iraquí, Adel Abdelmahdi, informó en una rueda de prensa en Bagdad de que habló con "todos los amigos" y "todas las partes", pero no pudo detener la decisión, que conlleva sanciones contra los guardianes de la revolución, que entrarán en vigor dentro de una semana.
"Dijimos (a todos) que este tipo de decisión puede tener repercusiones negativas y no positivas en Irak y en la región (de Oriente Medio) pero siguieron adelante", explicó Abdelmahdi.
El primer ministro agregó que Irak "no quiere ser parte de ningún eje" por lo que no se alinea con nadie y "quiere mantener relaciones con todos y alejarse de los conflictos".
Asimismo, reafirmó que "la solución de las diferencias es la brújula y la lógica" que orienta a Irak en sus relaciones con los vecinos en la región, donde Bagdad se sitúa más próximo al eje chií y proiraní, frente al eje suní liderado por Arabia Saudí.
La decisión de Trump no tiene precedentes y él mismo ha admitido que es "la primera vez que Estados Unidos ha declarado como grupo terrorista extranjero a una parte de otro Gobierno".
La Guardia Revolucionaria iraní, creada después del triunfo de la Revolución Islámica de 1979 para proteger el nuevo sistema teocrático, es la organización militar más poderosa de Irán y controla amplios sectores económicos del país.
Estados Unidos acusa a ese cuerpo de elite de estar detrás de la muerte de unos 600 soldados estadounidenses en Irak, así como de proporcionar apoyo material a otras organizaciones que considera terroristas, como el grupo chií libanés Hizbulá y el movimiento islamista palestino Hamás.
El Gobierno de Trump ya sancionó en 2017 a los Guardianes por su apoyo al terrorismo y les cerró así las puertas al sistema financiero estadounidense