Cinta. A Hidden Life se estrenó ayer en Cannes, pero será presentada hoy oficialmente; no estará su director, Terrence Malick.
Terrence Malick apabulló ayer en Cannes con su nueva película, A Hidden Life, una espectacular, conmovedora y emocionante historia que ha recibido el aplauso unánime de la crítica y que sitúa al director como el gran favorito para hacerse con su segunda Palma de Oro.
La consiguió en 2011 por The Tree of Life (El árbol de la vida) y parece difícil que no repita en esta edición de Cannes, aunque aún quedan películas importantes por competir, como los trabajos de Quentin Tarantino o los hermanos Dardenne.
Pero lo que muestra A Hidden Life es un nivel de cine difícilmente alcanzable. Por su belleza, por su perfecta narración, la emoción que desborda cada plano, los miles de detalles casi imperceptibles pero que son esenciales para que la experiencia sea perfecta.
Sin olvidar a los dos protagonistas, August Diehl y Valerie Pachner, que interpretan con una brutal sensibilidad a dos personajes reales, porque lo que cuenta Malick en A Hidden Life es la historia del austríaco Franz Jägerstätter y su mujer, Franziska.
Un campesino que en 1943 fue enrolado por la fuerza en el ejército nazi. Se negó a luchar y a jurar fidelidad a Hitler y al Tercer Reich, por lo que fue encarcelado, ajusticiado y guillotinado. Todo eso está reflejado con extrema delicadeza por Malick.