Martín López.
(PRIMERA PARTE)
Al estallar la Revolución maderista, Martín López Aguirre tenía 17 años y trabajaba como panadero en la ciudad de Chihuahua, cuando decidió abandonar su empleo para darse de alta en la partida que comandaba Guadalupe Gardea, y posteriormente a la de Francisco Villa, fungiendo inicialmente como pagador de la tropa y asistente. Martín acompañaría a Villa en todas sus campañas hasta convertirse en su principal lugarteniente.
Martín López vio morir a manos de Villa a jefes a los que tenía en gran estima: Dionisio Triana, Aureliano S. González, Tomás Urbina, Feliciano Domínguez, entre otros, que habían prestado valiosos servicios al ex jefe de la División del Norte. Sus hermanos, Vicente y Pablo, también villistas, murieron, el primero en combate y el segundo fusilado por los carrancistas en la ciudad de Chihuahua.
En 1917, Martín fungía como el segundo al mando de las fuerzas de Villa y era uno de los guerrilleros más activos en el estado de Chihuahua, que más dolores de cabeza provocaba a las guarniciones carrancistas, atracando trenes y asaltando pequeñas localidades.
Martín López murió el 4 de septiembre de 1919, en el poblado de Ocotán (hoy Venustiano Carranza), jurisdicción de Canatlán, estado de Durango, a consecuencia de una herida que recibió en un tiroteo, en terrenos de la hacienda de Santa Lucía, en las cercanías de la capital del estado. El secretario de Villa, José María Jaurrieta, asegura que Martín recibió un disparo en el abdomen, y al no recibir atención médica oportuna, falleció de peritonitis. Sin embargo, existe la duda si López recibió el disparo de uno de sus compañeros, aprovechando la confusión del combate, cuando emprendía la retirada al mando de sus fuerzas.
Según testimonios de familiares y testigos, Martín siempre se opuso a los excesos de Villa, y en los últimos meses, sostuvo fuertes altercados con él. El 24 de diciembre de 1918, Villa atacó el pueblo de Satevó, 80 kilómetros al sur de la capital del estado de Chihuahua, pero no pudo vencer la resistencia que 20 vecinos hicieron desde la torre del templo parroquial, provocando numerosas bajas a los asaltantes. Martín ofreció a Villa conferenciar con los defensores para lograr su rendición, después de que éste había ordenado incendiar el edificio. Según los testigos, Martín le dijo: "Deme toda la fuerza y yo arreglo, lo que yo haga, usted me lo respeta". Villa contestó: "Sí, haz lo que quieras." Finalmente, López consiguió que los vecinos desistieran de la defensa, prometiendo respetar sus vidas. Según Melquiades González Caballero, los vecinos bajaron de la torre y entregaron las armas, pero Villa sacó su pistola para matarlos, a lo que Martín se opuso, reclamando: "Usted me dijo, me dio todo el poder, yo les perdoné la vida, si quiere matarlos puede hacerlo, pero comience conmigo, para qué me dio pues poder y después los mata a ellos". Villa respondió: "¡Ah, que chapo! No te enojes, suéltalos pues, váyanse pa´ sus casas".
En sus memorias, Jesús María López Aguirre afirma que su hermano Martín estaba decepcionado de lo engañoso y malagradecido que había sido Villa con quienes le fueron leales. El 27 de mayo de 1919, cerca de San Andrés, cayó herido el oficial villista Espiridión Anaya, y Villa no ordenó levantarlo del campo. Sus soldados, Gabino Mendoza Tarango, Luis Vázquez y Andrés Márquez Frescas, auxiliaron al oficial, pero falleció al poco tiempo en rancho Zubía. Mendoza, cuñado de Martín López, avisó a Villa de la muerte de Anaya, pero éste, sin darle mayor importancia, contestó que estaba muerto y ya, y tampoco dio la orden de sepultarlo. Enterado del incidente, Martín se molestó y cuestionó a su cuñado: "¿Ya le avisaste al jefe? Pues es obligación del jefe de la escolta o del jefe Villa, pero sólo cuando los hombres le sirven se acuerda de ellos". Inmediatamente, López ensilló y se dirigió a donde se encontraba Villa y le preguntó: "¿Qué pasó con Anaya?", y Villa le contestó: "Ya se murió"- respondió López: "¿Y ya dio la orden de que lo sepulten? No, pues si usted sólo cuando los hombres le sirven se acuerda de ellos". Gabino, en tono de burla, dijo a Martín que le había tenido miedo a Villa, y éste respondió: "No creas que le tengo miedo, pero no quiero que digan que fui traidor a mi jefe. Y como muchos creen que es buen hombre, se los voy a dejar para que se desengañen".
Entre el 15 y 17 de junio de 1919, Villa atacó Ciudad Juárez, y poco antes de que la plaza cayera en sus manos, fue desalojado por tropas estadounidenses que cruzaron la frontera. Villa ordenó la retirada a Villa Ahumada, donde también fue derrotado por fuerzas carrancistas. Furioso, se replegó a la hacienda de Santo Domingo, dejando atrás a los heridos, y allí ordenó fusilar a su hermano Hipólito, pues éste se opuso a que enviara un tren a Villa Ahumada para recoger a los estadounidenses y colgarlos. Según testigos, Martín impidió que Villa asesinara a su hermano y que le prendiera fuego a la hacienda, "sacando su pistola y llamándolo embustero", después de que éste dijo a su gente que López y Felipe Ángeles eran amigos de los estadounidenses, y por eso se oponían a sus órdenes. Martín insultó a Villa y dijo "que seguiría su camino y que no tendría nada que ver más con él".