El caracol le dijo a su hembra:
-Vamos.
Echaron a caminar los dos con la extremada lentitud con que los caracoles andan.
Caminaron. Caminaron. Caminaron.
Cruzaron bosques, valles y praderas. Remontaron montes. Atravesaron desiertos que parecían interminables.
¿Durante cuánto tiempo caminaron? Yo no podría decirlo. Pareció una eternidad. Pero llegaron finalmente a su destino.
Exclamó, feliz, el caracol:
-¡Uf! ¡Justo a tiempo!
Y subió con su hembrita al arca de Noé.
¡Hasta mañana!...